24 Dias, la Media hora antes del fin
Enero 29, 202324 Días. La media hora antes del fin
El fin de todo lo que sucede en la vida personal de un hombre, acaba al término de su propia existencia. Con todo esto comprendemos, que el comienzo y el fin de lo que vivimos “no somos nosotros”, más es en parte el reflejo de nuestra propia imperfección.
Los que fuimos alcanzados por la misericordia de Dios, encontrados por nuestro Señor Jesucristo en el caminar por nuestra vida, mientras hemos vivido en el mundo; estamos en el inicio del primer escalón desde aquí en la tierra, de la grande escalera divina, que nos lleva al cielo junto al trono del Señor de las luces, el Todopoderoso.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación”. Santiago 1:17
Hay un tiempo para todo en lo visible y vivido por el hombre.
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Eclesiastés 3:1
Los momentos palpables, de los acontecimientos vividos por toda la humanidad, en las eras y épocas en la reunión, también en lo individual para las criaturas y obras inanimadas, nos muestra; que en el pasar del tiempo en el universo material, lo dejado para atrás, por el trascurrir de la realidad actual como real presente, para todo lo que existe: tiene un sentido en la manifestación de una transmutación en el individuo por el poder de la voluntad humana, en la cual hay una fuerza de cambiar, no solamente lo personal o lo individual y querer del ser, mas también, de los hechos circunstanciales de lo palpable material y espiritual; del conjunto existente universal, material y anímico.
“Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado”. Eclesiastés 3:2
Cada criatura tiene su propio tiempo, algunas ni tiempo tienen de conocer o saber, por ser exterminadas por la naturaleza, o por diversos acontecimientos en el espacio de sus realidades.
La vida y la muerte:
No importa la interpretación personal, filosófica o religiosa que tengamos sobre la muerte, ella es real dentro del mundo material. En lo espiritual, para nosotros los cristianos, es un acontecimiento real de un nuevo ciclo existencial, vida no en lo natural, más en lo real de Dios, allende el mundo pasajero perecible.
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Evangelio de Juan 3:16
Creación y Perfección:
Dios en su infinito amor y perfección, proyectó la creación para que esta pudiese alcanzar la plenitud en su obra, en sí misma, en la remodelación del propósito inicial caído, por medio de la conducta humana. Sin embargo el hombre en corrupción, jamás se podrá perfeccionar a sí mismo y esto por su estado de caos en su naturaleza; no pudiendo alcanzar la realidad pura de Dios por la forma natural en descomposición. El hombre tiene la opción de lograr lo puro y perfecto, a través de la busca del alto sublime, por medio de Dios en Jesucristo, el Verbo creador de todo lo existente.
Camino oscuro.
El valle tenebroso por el cual camina el hombre, por mientras vive en este mundo, le trae a su mente la comprensión del terrible estado creacional en torno de él. Instauración natural no eterna, más si, una imagen transitoria de una realidad inestable, hecha por el creador para mostrar su perfección en lo creado, aunque reflejado en las formas inestables y pasajeras, conservadas estas; por el motivo de su misericordia por el alma del hombre, para que este apreciando lo creado, pueda encontrar en lo observado por él y palpable, la mano de Dios en toda la magnificencia de la expresión; de la universal naturaleza del conjunto de creación de los mundos dentro y fuera del universo.
Así siendo magnífico lo visible y palpable, el hombre viviendo en su medio, él con su capacidad de entendimiento y raciocinio, está en la condición de hallar al Creador en lo invisible u oculto a los ojos naturales, por la capacidad de su propio entendimiento respecto de la instauración. Él mismo, no pudiendo encontrar lo perfecto en la imperfección del mundo, en su propia lucidez, puede encontrarlo en lo atemporal e invisible; llamándolo como invocándolo por su nombre, como lo hizo Abraham, que no conociendo a Dios, lo invocó en medio a la inconformidad, de la maldad e imperfección del mundo. Abraham sabiendo que estaba en la muerte, caminando hacia ella por el pecado en la carne, negándose, invocó al Señor desde el valle tenebroso de este mundo, y Dios se le manifestó y le hizo la promesa.
“PERO Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré;
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición:
Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”. Génesis 12:1-3
Rescate:
Los redimidos en el presente de la gracia; al alcanzar la misericordia de Dios, también con la salvación; encontramos una nueva patria, no en este mundo donde somos peregrinos, más en la patria celestial ofrecida por Dios; en donde esperamos hallar, la imagen verdadera de nuestro ser, en el Verbo, el cual se hizo carne y se sacrificó por todos, para hacernos semilla y frutos suyos, como también plantarnos junto al margen del rio de “agua de vida resplandeciente como cristal, que sale del trono de Dios y del Cordero”. Apocalipsis 22:1, que nace del umbral del templo de Dios.
“ME HIZO volver luego a la entrada de la casa; y he aquí aguas que salían de debajo del umbral de la casa hacia el oriente: porque la fachada de la casa estaba al oriente: y las aguas descendían de debajo, hacia el lado derecho de la casa, al sur del altar”. Ezequiel 47:1
Los paralelos, el natural como el espiritual, con la hendidura (abertura) entre ellos, puerta que nos transporta y da paso, de una vida a la otra, desde el universo palpable al divino, ¡es Cristo!, el cual es la puerta de entrada al cielo “Yo soy la puerta; el que por mi entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”. Juan 10:9
La creación:
Todo principio y fin, en las obras o la creación dispuesta o instaurada, fueron hechas por el Verbo.
El Hijo de Dios es el mismo Dios; en la expresión de lo vivo como existente, en los cielos y en la tierra, como en todo el universo. Por medio del Hijo, Dios creó todas las cosas, como también animó la naturaleza dando libre albedrío a los seres humanos creados en ella, entregándoles la libertad de dirigir sus vidas, como el buscar a Dios en lo creado y palpable.
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En Él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella”. Juan 1:1-5.
Hay un principio; como un fin de todo:
Todo lo visible en lo creado; fue expuesto en las obras para apreciación de las criaturas de este mundo como el del celeste, expuestos en la tierra y en la arquitectura universal. Más toda construcción, tiene un propósito y objetivo final dentro de lo pasajero o de lo que transborda para una realidad, fuera del plano físico.
Conciencia:
El hombre en su estructura terrenal tiene: cuerpo, alma y espíritu.
“Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.1 Tesalonicenses 5:23
Con esto sabemos que el cuerpo físico es de carne, habiendo uno extra físico también en el mundo material, sin embargo el espíritu del hombre, el soplo de vida es transitorio en él, ahora el alma es el cuerpo espiritual, que es la estructura eterna del individuo. Todo esto lo entendemos en el hombre natural sin el Espíritu de Dios; ahora cuando Dios habita en el ser, es el propio Dios estando en él.
“ANTES que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Eclesiastés 12:6-7.
Ahora los con el Espíritu de Dios, somos como: “Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Romanos 8:11.
Tiempos de Dios, para su manifestación, en la tierra:
Quiero resaltar la importancia de los tiempos que tenemos, para congregarnos en el Señor Jesús, dentro de su iglesia, para también estar listos y dispuestos, en el día de su gloriosa venida.
“SETENTA SEMANAS están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos”.
“Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador”. Daniel 9:24-27.
Setenta semanas son el total del tiempo determinado por Dios, desde el inicio hasta el fin y conclusión de todas las cosas en la tierra, en lo que concierne a Israel y su iglesia.
Desde la salida de la orden para restaurar Jerusalén, hasta el Príncipe, el Mesías; es el transcurso del tiempo de las primeras siete semanas; tiempo exacto de lo revelado a Daniel, hasta la llegada de Jesús a Israel.
En su totalidad el tiempo de las siete semanas; es un tiempo de promesa y remisión, a los llamados y escogidos en el Mesías, tiempo de retribución al justo y obediente al Dios de Israel, con Jesús como Salvador; creyendo en Él vino la destrucción del pecado, con la salvación a todo a aquel, que cree en el que justifica, el Mesías prometido.
Tiempo de avalar y conmover; cielos y tierra:
“La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles. Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Hebreos 12:26-29.
La primera semana en la profecía de las setenta es: la orden al cumplimiento de la promesa de Dios a su pueblo, donde por el sacrificio de Jesús sería santificado el santuario; Cristo selló la visión y cumplió la profecía hecha a Daniel, fue Él que ungió el Lugar Santísimo con su sangre derramada en la cruz. Como lo dice Daniel “Desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas”.
Las primeras siete semanas reveladas a Daniel; es un tiempo entendido de espera para manifestación del Verbo de Dios a Israel.
Donde lo conmovible, sería dejado en el trascurso del tiempo natural en el hombre, y también en la creación universal; estando ella, a la espera de lo sellado por Dios, para que siendo así, pasase todo lo antiguo al nuevo tiempo, la nueva creación a ser, la inconmovible y futura, en la manifestación de la eterna instauración de Dios.
Lo duradero y eterno, es el Espíritu Santo de Dios en nosotros. Con el cual los redimidos vivimos por medio de Dios y en Dios.
Justificados en su misericordia y vivos en el poder de su Espíritu Santo, aun estando en este mundo; esperamos el viaje a lo Eterno, al paraíso celeste, llevados por Cristo: cuando en su gloriosa venida, seamos transformados a su semejanza en Él mismo, dicha transfiguración, será para la demostración de su gloria; como manifestación de su poder y perfección, en el rescate de su iglesia del mundo.
Al término de las primeras siete semanas, al fin de la espera del cumplimiento de la profecía, se consumó la promesa de Dios, en la venida del Príncipe y Señor de Israel a su pueblo; el Cristo prometido, el Salvador del mundo, como lo dice la escritura “Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Pero los dejará hasta el tiempo que dé a luz la que ha de dar a luz; y el resto de sus hermanos se volverá con los hijos de Israel”. Miqueas 5:2-3.
El Señor Salvador y Príncipe; edificó y restauró Jerusalén espiritual, en esta ocasión, completando su promesa edificó su iglesia, llamando también a todos los que estaban entre los gentiles, es así como vemos a Cristo en su iglesia reunida; todo ello descrito por las escrituras.
Porque la profecía de las setenta semanas, son profecías para el futuro de Israel y su iglesia. Diferente a los setenta años, revelados por Jeremías, que fue una profecía del tiempo en que Israel sería cautivo en Babilonia
“Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre”. Jeremías 25:11-12.
Y fue cumplida esta profecía porque también lo dice Jeremías (Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar). Jeremías 29:10
Ahora sobre Babilonia también dice Jeremías (Y todas las naciones le servirán a él, a su hijo, y al hijo de su hijo, hasta que venga también el tiempo de su misma tierra, y la reduzcan a servidumbre muchas naciones y grandes reyes). Jeremías 27:7
Esta Babilonia descrita en las escrituras, fue destruida, porque de ella dice Dios a través de Jeremías; “Por la ira de Jehová no será habitada, sino será asolada toda ella; todo hombre que pasare por Babilonia se asombrará, y se burlará de sus calamidades. Poneos en orden contra Babilonia alrededor, todos los que entesáis arco; tirad contra ella, no escatiméis las saetas, porque pecó contra Jehová. Gritad contra ella en derredor; se rindió; han caído sus cimientos, derribados son sus muros, porque es venganza de Jehová. Tomad venganza de ella; haced con ella como ella hizo. Destruid en Babilonia al que siembra, y al que mete hoz en tiempo de la siega; delante de la espada destructora cada uno volverá el rostro hacia su pueblo, cada uno huirá hacia su tierra”. Jeremías: 13-16. Como también lo expresa Jeremías contra Babilonia en: “Y será Babilonia montones de ruinas, morada de chacales, espanto y burla, sin morador. Todos a una rugirán como leones; como cachorros de leones gruñirán. En medio de su calor les pondré banquetes, y haré que se embriaguen, para que se alegren, y duerman eterno sueño y no despierten, dice Jehová. Los haré traer como corderos al matadero, como carneros y machos cabríos. ¡Cómo fue apresada Babilonia, y fue tomada la que era alabada por toda la tierra! ¡Cómo vino a ser Babilonia objeto de espanto entre las naciones! Subió el mar sobre Babilonia; de la multitud de sus olas fue cubierta. Sus ciudades fueron asoladas, la tierra seca y desierta, tierra en que no morará nadie, ni pasará por ella hijo de hombre. Y juzgaré a Bel en Babilonia, y sacaré de su boca lo que se ha tragado; y no vendrán más naciones a él, y el muro de Babilonia caerá. Salid de en medio de ella, pueblo mío, y salvad cada uno su vida del ardor de la ira de Jehová”. Jeremías 51: 37- 45.
Esta descripción de Babilonia es de aquella ciudad e imperio, que dominaba el mundo antiguo; como acontece en la actualidad, ciudad o sociedad de hoy, sistema que domina la naturaleza humana que impera en la tierra; poder controlador de lo establecido por el hombre en la faz de la tierra. Este se ha reunido en un cuerpo, en la sensualidad expresa en el comportamiento humano socialmente presente; creando una identidad socio inhumana, con secuelas en enfermedades psicosomáticas a nivel mundial, incluyendo todo el actual sistema del estado oscuro y profundo, imagen abismal en el hombre, que impera sobre toda la faz de la tierra.
Ahora retomando y hablando de la profecía del cumplimiento de las siete semanas, tenemos en este periodo un tiempo de jubileo, (50) años, que es la conclusión de un ciclo de cuarenta y nueve más uno, cincuenta años, en el tiempo de Dios, aviso en profecía entregado a los hombres, como ley perpetua; ocasión de la gracia en espera, de todo aquel que cree, espera en adoración para conclusión del tiempo de manifestación de la obra de Dios en su pueblo en Cristo, tiempo mesiánico, en el cuál es el camino de la gracia, al camino de la gloria de Dios por Jesús el Cristo redentor.
Siendo así, corremos con Dios a la meta fijada por Él en su obra y, así diciendo Dios en Levítico declara “Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años. Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia. El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos, porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis. En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”. Levítico 25:9-13.
Cincuenta, Jubileo, (07) semanas de años se pasaron, para ser cumplidas las primeras siete semanas, de las setenta (70) profetizadas por Daniel, para dar conclusión a la manifestación del Cristo prometido.
Ahora en el jubileo después de cuarenta y nueve años, incluyendo más un día, así cumpliéndose en los cincuenta; se ordenaba a Israel proclamar libertad y volver cada uno a sus posesiones, todo esto debería acontecer en la tierra prometida, siendo esta, la misma herencia dada por Dios a su pueblo, para que así ellos volviesen a su tierra santificada y pudiesen allí adorar al Señor en su santo templo, donde solo en Él, Dios se manifestaba a Israel.
En la carta a Hebreos, el profeta literalmente expresa del cumplimiento de la promesa, en la gloria de Dios: “Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”. Hebreos 12:22-23
Con estas revelaciones, a través de la palabra de Dios conocemos que: en el periodo de las primeras siete semanas de años, 49 años, siendo en el quincuagésimo Año, el tiempo del jubileo y santificación, (50) esto es, de las setenta, en su totalidad; fueron las primeras siete, del tiempo desde Daniel hasta el cumplimiento de la venida de Yhoshua, el Cristo a Israel.
Setenta semanas
Más con la multiplicación del tiempo del jubileo, hablando en tiempo de hombre: multiplicando la totalidad de las semanas de Daniel, setenta por siete, 70 x 7, tenemos el resultado en la suma, (490), así completándose el misterio en 500, agregados (10) como suma de Dios, esto para ser cumplidos el tiempo jubilar multiplicados por diez. Tiempo y espacio en el recorrido de todas las semanas reveladas por Daniel, como cumplimiento de los tiempos de Dios en su propósito.
Por ser los acontecimientos en el tiempo de jubileo y mesiánico en las siete semanas de Daniel: (49) semanas más (1); comprendemos un tiempo establecido de espera, al cumplimiento de todas las obras y sucesos en profecía, acontecimientos en el mundo que ocurrieron a partir de la entrega de las revelaciones a Daniel por el Espíritu Santo, hasta el Mesías. Periodo no exacto al hombre más, días en años contados en el tiempo de Dios.
Los tiempos y realizaciones de Dios en la multiplicación:
Así también el Señor nos enseña en la biblia en la multiplicación de los panes que: “Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de los pedazos recogisteis? Y ellos dijeron: Siete”. Marcos 8:19, 20.
Cinco mil (5000) fueron la multiplicación de cinco panes (5), (5×1000=5000), Cinco fue multiplicación en millares, significando la conversión de los gentiles entre el tiempo de la gracia hasta el fin; los cestos que sobraron, fueron doce, (12) como los doce apóstoles, o también las doce tribus de Israel, o las doce puertas de la gloriosa y futura ciudad de Israel, como el tiempo de un año lunar en sus meses, que son doce. Esto significa el legado de Dios en el apostolado del evangelio y herencia de Israel.
Cinco se multiplicaron en cinco mil, por el poder y misericordia de Jesús, para alimentar la multitud con hambre.
Los doce cestos que sobraron mostraron el milagro de la multiplicación del alimento, más allá de la necesidad fisiológica, mostrando así que estos mismos panes y cestos llenos, significan la multiplicación de la salvación de toda la humanidad por los siglos presentes y venideros, hasta la vuelta del Salvador y Todopoderoso Señor de la gloria.
Siete panes, entre cuatro mil; tiempo, altura, profundidad y extensión de la medida perfecta de Dios, son cuatro.
Así con estas revelaciones comprendemos las significaciones de las medidas de Dios, multiplicadas en números y exactas en su sabiduría. También representan los puntos cardinales o las cuatro esquinas de Dios.
Restauración del altar.
Con el Mesías en su templo, en el misterio de Cristo cuidando de los suyos, su pueblo, en ello todos como sacerdotes; así estamos sirviendo en el ministerio de los elegidos por Dios en la tierra dentro del santuario, como raza escogida, conocemos la restauración del tabernáculo en la tierra. Como también es testificado este grande misterio “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”. 1 Corintios 3:16.
En lo dicho, de lo escrito arriba, aprendemos confirmando, que desde el tiempo del derramar del Espíritu Santo de Dios en el mundo, hasta hoy, se han pasado más de veinte siglos: lapso que es, el de las sesenta y dos semanas, tiempo intermediario que habla Daniel del total de setenta semanas: han sido estas; sesenta y dos semanas en las cuales la gracia a estado sobre los arrepentidos y por consecuencia transformados en hijos de Dios, los cuales convirtiéndose han formado la iglesia del Señor, todos ellos siendo transfigurados como hijos de Dios; hoy son el cuerpo de Cristo en su iglesia en la tierra. Esto en misterio de Dios nos muestra que: el periodo del tiempo de las sesenta y dos semanas, son las que sellan los dos milenios de evangelización del mundo, por la iglesia.
Porque en el tiempo del rey Darío el Medo, el cual inició su reino en Babilonia, cuando tenía 62 años, como así lo afirma el evangelio “Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años”. Daniel 5:31 y esto en señal y alegoría: sesenta y dos, que era la edad del rey Darío; para marcar los tiempos en que fue el fin del dominio de Babilonia con su caída, como en nuestro tiempo fue y será la época final del dominio de Babilonia existente (sistema político, militar, social, como religioso y filosófico global) dentro del mundo contemporáneo. La edad de Darío nos muestra en señal; como fue tiempo del fin del exilio de Israel en Babilonia, y después de esto retornando a su tierra, para reconstruir el templo del Señor. (62) señal de culminación del exilio y comienzo de la restauración del templo en su tierra, levantando primero el altar de los sacrificios.
Así sabemos por lo dicho arriba, que sesenta y dos semanas representadas en la edad de Darío al término del imperio de Babilonia, fue culminación del sistema mundano que aprisionaba Israel.
Con la destrucción de Babilonia y también, entrada de Israel en la tierra prometida, fue lo que dio inicio en su tiempo, a la condenación de los impíos y glorificación del pueblo escogido, en un lapso conclusivo.
Así también lo ha sido en nuestros días, en los acontecimientos actuales, por haber sido los sucesos de liberación de Israel en su tiempo, en el segundo año del reinado de Darío, que tenía sesenta y dos años, esto representando ese segundo año de dominio de Darío sobre Babilonia, como los dos milenios pasados entre Cristo a los nuestros, eso diciendo de la época contemporánea al presente; también significando los dos milenios pasados desde Cristo hasta nosotros y los sesenta y dos años, el tiempo de las sesenta y dos semanas descritas en Daniel como periodo intermediario antes del comienzo de la última semana descrita por Daniel, en donde será la liberación de la iglesia del Señor del mundo, de la grande meretriz, Babilonia actual y presente, del cuerpo de la bestia y del falso profeta.
Concluimos que, esto nos trae una exactitud a lo sucedido, a contar desde la venida de Cristo, al día de hoy.
Ahora contados los tiempos y sucesos en nuestro calendario gregoriano, La edad de Darío, (62), también las sesenta y dos semanas de Daniel, dominio de Darío en Babilonia conquistada (02) años, dos milenios, profecía para nuestro tiempo en la gracia de Cristo, como la culminación del destierro de Israel en Babilonia, (70) años; es una alusión al tiempo de recorrido de los dos milenios pasados, hasta nuestros días, tiempos y épocas terminadas a un tiempo inmediato después del segundo milenio de evangelización del mundo; en donde la separación de la iglesia del poder del maligno, nos muestra, la fase final de todos los acontecimientos presentes, al llegar al tiempo del hombre que se cumplió el 6 de junio, de 2006= 666. Fecha en la cual, se cumple el tiempo en que el número de la bestia, se consuma en las épocas del mundo.
En esto Dios nos anuncia en la parábola del buen Samaritano, el tiempo del fin de los dos milenios: “y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él.
Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese”. Lucas 10:34,35. Los dos denarios significan dos tiempos, o dos milenios, desde Jesús hasta nuestros días, al decir al buen Samaritano; “Te lo pagare cuando regrese”, significa la vuelta de Jesús.
Discernimiento de tiempos, entre dos naturalezas
Así mismo Dios estableció, un tiempo nuevo para Israel cuando fue prisionero en Egipto, Dios abrió otro lapso, hendidura para el infinito en el día de Dios; que fue el inicio de la libertad de Israel y término del tiempo del esclavizador. En esto Dios hizo del año lunar natural del mundo, otro por sobre este, así dio comienzo a una nueva etapa antes de llevar Israel a la tierra prometida, y a un día, mes y año religioso como espiritual distinto al del mundo, así hubieron para los escogidos de Dios, dos tiempos en uno; marcando con esto dos tiempos de años, uno del mundo y otro de arriba, del mundo espiritual.
También en nuestro tiempo presente, tenemos el término de nuestros dos milenios pasados, por el conocimiento dado por el Espíritu Santo, entendemos que, el tiempo de evangelización en la tierra, a contar desde el año del advenimiento de Cristo hasta ahora, ha sido calculado en las 62 semanas de Daniel, o 2000 años. Milenios que representan el tiempo de encuentro del hombre natural con el tiempo de Dios, así como lo fue para los israelitas cuando Dios hizo un nuevo año aceptable para los suyos, a la salida de Egipto, en donde Israel fue adoptado como hijo y al mismo tiempo le hizo caminar hacia la tierra prometida, y hablando de hoy, de la misma manera es que Cristo trae la concretización de aquello que antes era solamente sombra en el mundo, a la realidad en otra naturaleza, la divinal fuera de este mundo.
Conocemos que el tiempo desde Jesús hasta su advenimiento o venida, puede discernirse en las fiestas solemnes según las escrituras, Levítico 23.
“Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación. Ningún trabajo de siervos haréis; y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. También habló Jehová a Moisés, diciendo: A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová. Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios. Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo. Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo. Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis. Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo. Y habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días. El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis. Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis. Estas son las fiestas solemnes de Jehová, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo, además de los días de reposo de Jehová, de vuestros dones, de todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que acostumbráis dar a Jehová. Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo. Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días. Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis. En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos, para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios. Así habló Moisés a los hijos de Israel sobre las fiestas solemnes de Jehová”.
Es mucho lo que podríamos hablar sobre lo que está escrito en el texto, pero recalcaremos en esta ocasión, el tiempo que duraron las fiestas solemnes en la ley de Moisés, desde el día de las trompetas hasta el día del Perdón, (10) diez días, al día de los Tabernáculos, quince días, (15) con siete en la conmemoración en la fiesta de Ramos, sumamos 21, sin olvidarnos del octavo como día de santa convocación.
Por ser estos veintiún días la culminación de las fiestas solemnes, también eran el término de los tiempos de restauración anuales para Israel en la ley.
En todo esto, en las fiestas concluidas, en las conmemoraciones, a partir la pascua era el inicio del cumplimiento de la promesa de Dios a Israel.
En el día séptimo a los catorce del mes y año religioso, liberación de los hijos de Dios de Egipto. Se iniciaban las conmemoraciones de las fiestas solemnes hasta la fiesta de las tiendas y ramos. Así desde las fiesta de las trompetas hasta la de las cabañas habían veintiún días, (21) contados estos días en años como siglos, comprendemos que son al entendimiento de nuestros tiempo, dos milenios y entrados en el siglo veintiún.
La Pascua, en el misterio del cambio de los tiempos
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo:
Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año.
Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia”. Éxodo 12:1, 2, 3.
“Jehová habló a Moisés, diciendo:
Conságrame todo primogénito. Cualquiera que abre matriz entre los hijos de Israel, así de los hombres como de los animales, mío es.
Y Moisés dijo al pueblo: Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre, pues Jehová os ha sacado de aquí con mano fuerte; por tanto, no comeréis leudado.
Vosotros salís hoy en el mes de Abib”. Éxodo 13:1, 2, 3, 4.
Y fue en este tiempo, que conclusivo en Cristo, trajo Dios en el primogénito de los que resucitan, la vida y salvación al que cree que Jesús Cristo es el Señor salvador, Dios Todopoderoso
Habiendo en el sacrificio del Cordero un cambio de naturaleza en los que creen; el hombre se transformó en nueva criatura, a partir desde el tiempo en que el cuerpo de Cristo, pasó a ser el alimento vivo de los que fueron rescatados del mundo, siendo trasportados hacia la naturaleza divina, por medio de la fe.
Es claro que en sombra, el cordero escogido para sacrificio en la ley de Moisés, fue para nosotros verdad y realidad en Jesús Cristo, el cual se entregó por todos, para que en su sacrificio y sangre derramada, fuésemos todos salvados y juntos participantes como herederos de su salvación. Junto a Él y por Él somos consagrados para que en su testimonio y sacrificio, el cual fue, el que llevó a Cristo a ser el primogénito de los que resucitan, seamos entonces en Él, parte de su gloria.
Aparecimiento del número de la bestia, en la suma de los tiempos
Los numerales descritos en la biblia como tiempos y épocas; en el misterio de las sesenta y dos semanas multiplicados en número de Dios, 62×7=434+66 número de hombre en suma da, 500, el mismo número contado y multiplicado por (10), tomando en cuenta los 50 años de un jubileo, y multiplicado por este, da en suma 500: Tiempo de retribución al pueblo de Dios y juicio al mundo.
Hay un misterio en el transcurso de los años desde Adán hasta el término de la vida de Noé: Noé murió 2006 años después de Adán, esto como señal nos muestra, el 2006 de nuestra era, contados a partir de Cristo, nos indica el cumplimiento de los dos siclos milenarios, igual al tiempo del diluvio; teniendo en cuenta como fin de época, el 2006, año de la muerte de Noé, con edad de 950 años; así comprendemos que: como fue término en su tiempo de una era desde Adán hasta la muerte de Noé; así también, hay un término de era, desde Cristo a la fecha del 2006, observando en esto el término de los dos primeros milenios en cataclismo, así también será, en los días de hoy que después del 2006 del tiempo contemporáneo, iniciase el fin del tiempo transitorio hasta la vuelta de nuestro Señor Jesús.
Tiempo de años pasados desde la venida de Cristo a nuestros días: contamos los años pasados, como lo indica Daniel en las 62 semanas.
Para luego después, entrar en los tiempos de la última semana, (7) días, años o tiempos, de la última de las setenta de Daniel. Recordando que en Lucas 10:34,35, en la parábola del buen Samaritano, es respuesta al tiempo desde Cristo hasta el fin de la evangelización del mundo por la iglesia; como lo explicado en la edad de Darío el cual tenía sesenta y dos años(62); cuando reinaba en Babilonia hacía dos años, después de haber Ciro conquistado el imperio Babilónico, (2) años, así también significando dos milenios, marcando esto nuestro tiempo en la edad de Darío y los dos años, en los cuales había reinado a la época de la profecía; eran dos años que había reinado Darío al tiempo de relatar Daniel los hechos en las escrituras. Así entendemos, que el tiempo de Darío en Babilonia de dos años significa, dos milenios, y su edad de sesenta y dos años también en el cumplimiento de las sesenta y dos semanas de Daniel, los dos milenios finales antes de la última semana de las setenta.
Si comprendemos que el acrísimo de (66) en la suma 62×7=334+66= dando como resultado 500, este viniendo a ser, lapso y tiempo en la suma, como multiplicación de diez jubileos, que es; demostración del momento, como conclusión del término de los dos milenios pasados: comprendemos al final que: 66 acrecentado a la suma de 62×7, da 434+66=este último es el que completa las cifras milenarias, 66, es el un número de hombre. Contamos un jubileo multiplicado en diez, por causa de la concretización de un tiempo de cumplimiento de promesas, como juicio en el conteo entre las eras.
Esta cifra, con la cual se completa un número de jubileo, multiplicado x10 la cual da 500, número cifra y resultado, el cual muestra al final del año 2006 de nuestra era, que a través del número (66) sesenta y seis, cumpliendo un número de Dios, el 500, valor en tiempo, peso y número: de término de los últimos 20 siglos, contando los siglos, desde el inicio de la era cristiana, hasta el 2006.
El número calculado 62×7= 434 con el acrecido de 66, nos da como resultado, siendo la cifra que completa, 500 tiempo jubilar, ahora 66 número de hombre agregado el 6, por ser el 2006, el fin del segundo milenio, tomando en cuenta nuestro calendario como resultado tenemos, 666. Número y señal de la bestia, que es número de hombre, calculado; marca el tiempo del fin de la humanidad, señalando tiempo y fin del hombre natural, llamando al mismo tiempo, a los escogidos de Dios, para su reunión universal.
Con todo esto sabemos, que en el año 2006, hubo en el sexto mes de ese año, la cifra y número de la bestia, en el día, mes y año de: 06.06.2006=666, aquí concluimos que, solo en este día año y mes, son señal del término de los tiempos de las 62 semanas, 2006 años después del inicio de la era cristiana y fin de tiempos.
Así fue revelado por nuestro calendario, que el número de la bestia, llegó a nuestro tiempo, el día seis de junio de dos mil y seis, (06.06.2006) como fue en este mismo tiempo, el término de las 62 semanas y entrada al tiempo de la última semana de la era cristiana, comenzando a partir de ahí, se inició, los primeros tres tiempos y medio, o 42 meses finales, para la anunciación del Santo evangelio Eterno de Dios (Ap.14:6), guardado para el tiempo final; para ser anunciado en la primera mitad, de la última semana, antes de la vuelta del Salvador, nuestro Señor Jesucristo. Apocalipsis 10:1-7, como 14:6
Conocemos el inicio de la última semana de Daniel, por la palabra:
“De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce”. Mateos 1:17.
Con esta palabra conocemos, que hay 42 generaciones desde Abraham hasta Jesucristo; las mismas generaciones escogidas de Dios, en el Mesías. Como también sabemos que son 42, los tiempos que serán los primeros tres y medio de la última semana, según la palabra, en donde los dos testigos testimoniarán el anuncio del evangelio Eterno, que son los siete truenos, solamente revelados al fin de los tiempos.
El inicio de la última semana fue a partir del 2006, en que Dios dio comienzo a la revelación de los Siete Truenos, Apocalipsis, 10:1-7 “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego. Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como Él lo anunció a sus siervos los profetas”.
Es el evangelio Eterno, predicado por los dos testigos.
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio”. Apocalipsis 11: 1, 2, 3
Los (1.260) días son el mismo tiempo, en días, que los (42) meses descritos en Apocalipsis 11:2. Como también será perseguida la iglesia en este tiempo, como lo revelan las escrituras: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de un tiempo”. Apocalipsis 12:14
Medidas de hombre y señales del dominio de la bestia.
En el libro de Daniel está escrito, la definición de la medida del hombre natural morador de Babilonia, representación de medida, la cual es el hombre en el mundo: lo afirma la palabra, “El rey Nabucodonosor hizo una estatua de oro cuya altura era de sesenta codos, y su anchura de seis codos; la levantó en el campo de Dura, en la provincia de Babilonia”. Daniel 3:1.
La estatua con 60 de altura, medida de hombre, con 6 de anchura, sumados da 66, y como ya sabemos que el siclo milenario tuvo su fin en 2006; nos queda la conclusión de que la estatua de oro de Nabucodonosor: es la imagen del hombre bestializado en todos los tiempos, y hoy ella representa al mundo entero; así lo afirman las escrituras en el libro de las revelaciones en Apocalipsis, “Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis”. Y que es en número y medida: 666, o sea los números de las medidas de la estatua, su altura y anchura multiplicados da 360, que son los días de un año natural con numerales en final (6), cifra con final en el numeral seis, igual a la del término del último milenio de nuestra era, 2006; estas claras señales que marcan en sus medidas, los tiempos finales.
Y como 60×6=360 el tiempo de días en un año, de 12 meses judío; fue en (5.766) un año hebraico correspondiente al periodo del cuatro de octubre de nuestro (2005) al 22 de septiembre de (2006) del calendario gregoriano, en este caso esta cifra se refiere al año 2006 de nuestra era: notamos que el tiempo del año indicado, termina en 60, por ser en el calendario judío, que es número y tiempo de hombre, así vemos los números, de la altura de la imagen de 60, su anchura de 6 y multiplicados, 360: todo mostrándonos que, estos también son números de hombre. Sumando el 60 + 6=66. Como en el final del 2006, el cual es 06, tenemos también, 66 y 6= 666. Así el año judío también terminaba en ese tiempo en 66, porque fue (5.766).
Calendario Judío: 5.766, Tishrei primer mes, 4 de octubre de 2005 a 2 de noviembre de 2005, gregoriano. Terminó en el mes de Elul, décimo segundo mes calendario judío, y 25 de agosto de 2006 al 22 de septiembre de 2006 del nuestro.
En el tiempo de Noé.
“Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice”. Génesis 7:4
Así esos siete días, muestran y revelan el tiempo en que Dios dio de plazo a Noé para entrar en el arca junto a su familia con todos los animales, plazo conclusivo de fin de tiempo, antes del fin, previo al cataclismo.
Hablando ahora del tiempo en que Noé entró en el Arca, él tenía (600) años cuando esto sucedió. Así las escrituras lo dicen: “Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra”. Génesis 7:6
Y todavía dice:( El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas) Génesis 7:11.
Y cuando Noé bajo del Arca, ya el diluvio estaba terminado, esto nos confirma la palabra:
“Y sucedió que en el año seiscientos uno de Noé, en el mes primero, el día primero del mes, las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró, y he aquí que la faz de la tierra estaba seca. Y en el mes segundo, a los veintisiete días del mes, se secó la tierra”. Génesis 8:13,14
Noé tenía 600 años en el tiempo que entró en el arca: 600, que son tiempos de tiempos de hombre. Esto aconteció, a los 17 días del segundo mes del año 600, según conteo de años por la edad de Noé; comprendemos también que por su edad ser de 600, el año fue contabilizado por las escrituras, como el 600, también esta ocasión fue comienzo del diluvio. El término del seiscientos, fue al bajar Noé del Arca, en el 601 junto a su familia y los animales. Contabilizamos los tiempos del fin en estas cifras, también como el comienzo del nuevo tiempo por venir de la era pos diluviana, seiscientos, que es cifra de hombre (6) seis.
Era el año 600, conteo hecho por Dios, a partir de la edad de Noé, esto por el tiempo del hombre en su estado natural cuando comenzó el diluvio; fue así como también Noé tenía 600 años de edad, si sumados estos en edad y tiempos de Noé, 600+600=1.200+ 60 de la altura de la estatua de Nabucodonosor, medida de hombre = 1260.
Ahora 1.260, es la cifra que muestra a la iglesia, el tiempo que en el mundo será predicado el evangelio Eterno por los dos testigos, ver en Apocalipsis “Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio” Ap. (11:3) estos son la suma de los tiempos recorridos antes del fin, tiempos finales de las cosas pasajeras, anticipo en su tiempo de transformación de lo natural a lo espiritual en Cristo; es también mitad de la última semana de Daniel, con lo que aprendemos, que son tres tiempos y medio; días en años, si sumados estos como tres años y medio, los mismos que algunos creen serán la primera mitad del tiempo de la última semana de Daniel, en años, en tiempos de sucesos y acontecimientos dentro de este periodo; estos tres tiempos y medio o la mitad de días de la última semana de Daniel, son en realidad un tiempo de Dios, para el anuncio de la llegada del Salvador Jesús, antes del aparecimiento del hombre de la perdición.
Fue también periodo intermediario en días de años, desde el diluvio hasta Cristo, siendo tiempos y épocas, no hablando literalmente de los días de una semana, o de la mitad de ellos.
En el transcurso de estos siglos, fue en los cuales el hombre tuvo oportunidad en la tierra, en los siclos desde el diluvio y después de la torre de Babel, de clamar e invocar a Dios; tiempo de décadas y siglos, que significaron, espera entre los cataclismos, hasta la venida de Cristo; en esperanza de un arrepentimiento de la humanidad; no habiendo ningún arrepentimiento o busca por Dios por parte del hombre, Él escogió a Abram, el cual si invocó al Señor y fue escogido, fue para que por medio de su fe, naciese el pueblo elegido propuesto, Israel, y así todos los que de él fuesen descendencia, pudiesen tener salvación en la misericordia divina.
Podemos llamar a todo lo que se ha dicho sobre la última semana de Daniel, como tiempos de Dios, describiendo acontecimientos humanos entre tiempos y épocas, de los grandes hechos acaecidos en la tierra después del diluvio. Una semana en su mitad, la llamaremos de tres tiempos y medio. Fue también marcador de los últimos días y comienzo de uno nuevo para el hombre en la tierra antes y después del diluvio, fin de un orden establecido; ahora la suma de los días o siglos, contados a partir del diluvio hasta Jesús, nos indica el preámbulo en tiempos y sucesos de la manifestación de la gloria de Dios, para uno nuevo.
Es un hecho en los eventos globales la gloria de Dios, mostrada en su pueblo Israel, el propósito de Dios en el transcurso y sucesos en los siglos que llevaron a Cristo, fue contado no como día o años del hombre, más culminación del designio de Dios.
Todo da testimonio para la concretización del plano de Dios en Cristo Jesús. Es de saber que todo es en el tiempo de Dios y no como conteo humano.
Los tiempos de Dios contados entre la mitad de la última semana de Daniel, muestran, los primeros tres primeros tiempos y medio de la última semana de las setenta, (1.260), sumatoria arriba descrita, que contabiliza la primera mitad de la última semana de nuestra era a partir del 2006, y sabiendo nosotros que Noé vivió hasta 2006 después de Adán, según las escrituras, confirmamos el periodo y era adámica pre diluviana; de dos milenios y seis años, esta fue la misma, a la era en tiempo contado desde el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, hasta el fin del segundo milenio en el 2006. Por ser esta fecha un transcurso ya explicado y todavía lo será, de dos periodos cataclísmicos, antes de sus términos, en un llamado a la humanidad en la paciencia de Dios, para una transformación en una conversión de los escogidos de Dios los cuales de criaturas, serán transformados en hijos por la adopción de Cristo.
Más los dos milenios y seis años antes del diluvio, fueron tiempo y época antecesoras, a uno nuevo después del diluvio, con oportunidad para la humanidad de existir a partir en los siglos de la paciencia de Dios, esperando el día del Cristo salvador.
Noé y sus días como preludio a un nuevo tiempo.
En la época de Noé; se inició el conteo del diluvio a los 17 días del segundo mes del año 600, según número dado al tiempo por el cataclismo, con la edad de Noé de 600 años, y todos bajaron del arca a los 27 días del segundo mes del año 601, porque si hubiese sido el diluvio del primer día y mes del año 600 al último día y mes del mismo año, todo habría sido en un año sin cambio de tiempos en un tiempo de hombre, todo habría sucedido en el año 600; sin embargo fueron en dos años el tiempo del diluvio, parte del 600 y otra del 601, así todo fue en los propósitos de Dios.
Por este motivo Dios hizo que Noé con los suyos, subiese al arca en el segundo mes en el día 17, para que después de un año y diez días, bajasen, así vemos en suma, 360+10= 370, los cuales se completaron el 27, al segundo mes del año 601.
El conteo del tiempo en el segundo año en que las aguas habían cubierto la tierra y secado a partir del primer día del mes 601, fue cursando el segundo mes, después del arca haber estado a flote, fueron de: 57 días de ese mismo primer año, los cuales fueron en dos meses en que se dio inicio al nuevo mundo, a partir del 601.
La cifra total en que el arca estuvo a flote fue de 370 días lo cual es un año más 10 días, los diez días son un tiempo de Dios, para que Él pudiese operar fuera del tiempo del mundo natural, en el hombre.
Si contamos los días, que faltaban al segundo mes del año 600, a partir del 17, que fue el comienzo del diluvio, eran 13 a contar desde el día 17, 13 días tiempo de término del segundo mes en curso, al comienzo del diluvio, el cual fue a partir del 17.
Ahora como sabemos por las escrituras, fue en el segundo mes del año 600, a los 17 días del mes en ese mismo tiempo, Dios cerró la puerta del arca por fuera y empezaron a caer las aguas.
El significado del segundo mes de acontecimientos en el diluvio, es un segundo tiempo o era, un siclo que terminó en el año 600, número de tiempo, calculado en la edad de Noé, donde terminaba una era y comenzaba otra; seiscientos, 600, es número de hombre.
Fueron (13), los días que le restaban para su término a ese mismo mes del comienzo del diluvio, a partir del 17 en curso, el segundo del 600 en la edad de Noé, en que él entró al arca con su familia y todos los animales.
Sucedió también que para el término del diluvio a contar del primer día del año 601, contabilizando los días desde el primer mes del 601 hasta el segundo mes, al día 27 del mismo año, en el cual ese mismo día, 27, Noé bajó del Arca: entendemos así, sumando el restante de los días del segundo mes en que la puerta del arca se cerró y comenzó el diluvio, que fueron 13 y como fue este día el 17 del segundo mes del año 600.
Contabilizando la entrada de Noé en el Arca a partir del 17, contando los días hasta el al final de ese mismo segundo mes, hay 13.
Después del comienzo del día y mes del 601, hasta el término del diluvio, el 27 del segundo mes del 601, tenemos el tiempo de 70. Días, contando los 13 días del comienzo anteriormente explicados. 13+57del primer y parte del segundo mes, todo esto en, Tiempo de Dios, dado al hombre en su misericordia, para la prolongación de su existencia, a Noé junto a su familia, la cual generaría la nueva humanidad, junto a todos los animales, que poblarían toda la faz de la tierra.
A partir del tiempo en que Noé entro en el Arca; fue este un tiempo como fuera de tiempo en las manos de Dios, de días, así como meses, en donde completándose un año, de 360 días en el recorrido de dos años, 600 y 601, 360 días, fueron dos años en el misterio del diluvio y completárnosle todo en otro tiempo, en 370 días, jornada y año en tiempo de Dios.
Hemos visto, misterios en el juicio y renovación de Dios con la humanidad a través de Noé, y esto con toda la creación dentro del Arca, realidad en la época en que estuvo a flote sobre las aguas del diluvio: con todo lo sucedido, también sabemos que al primer día del primer mes del 601 ya habían desaparecido las aguas, o sea secado la tierra, estos fueron tiempos, en curso antes, como durante las aguas llenar el mundo, hasta su término al secarse la tierra. El Arca; flotó sobre las aguas del diluvio, 313 días en el año 600 y 57 ya habiendo desaparecido las aguas del mundo, esto fue; en el año del comienzo de la nueva era por venir. También sabemos que si sumamos 30 días del primer mes del 601 a los 27 del segundo mes tenemos (57) y si sumamos estas dos cifras por separado encontramos 5+7=12 el tiempo de los meses de un nuevo año, así como el número de las doce (12) tribus de Israel, como los fundamentos de los (12) doce apóstoles.
En los mismos misterios encontramos que el (5) es número de revelación en el libro del Apocalipsis “Y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. Apocalipsis 17:10. Esta misma cifra es conteo del tiempo de los reinos caídos con la llegada del Cristo.
Cinco por el conteo de los cinco dedos de un pie de la estatua de Nabucodonosor, “Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro”. Daniel 2:41, al 43
Sumando los diez dedos, son diez reinos o poderes en el dominio del mundo en la realidad global; y en lo que dice la palabra “uno es” este es el sexto, que es el estado natural, presente del hombre en cuanto vive en la carne dentro del mundo en su estadía en la tierra en el sexto día de la creación, son reinos descritos en el libro de Daniel en el capítulo 2:42,43, 44. Veamos que, (10) diez dedos en la estatua representan el quinto reino; equivale también, a los poderes dominantes después que satanás, intenta unir todas las potencias de la tierra en un solo cuerpo: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”. Apocalipsis 13:1
Así podemos ver, como observar como dice en la palabra en Daniel. “ Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro. Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre”. Daniel 2:42, 43, 44.
Los pies de la estatua de Nabucodonosor representan la humanidad y satanás en un cuerpo, con los diez (10) dedos indicando los poderes levantados entre los hombres por satanás y sus huestes, siendo los cinco dedos de un pie, los mismos reinos que fueron y cayeron, descritos en Daniel 7, y los otros cinco del otro pie los reinos con la bestia que fue herida en la cabeza descrita en Apocalipsis 13, con esta división mostrada en la dualidad en las dos piernas de la estatua, poderes con toda influencia de dominio en el mundo, reinarán como por una hora en la tierra (una hora determinada) recordemos que una hora tiene (60) minutos con tiempo de hombre “Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia”. Apocalipsis 17:12
El barro cocido es el hombre, pasado por el fuego de la perdición, y el hierro, su alianza con el maligno.
Tiempos entre dos años:
El tiempo del transcurso del diluvio, fue desde el año 600, (todo esto en el tiempo de la voluntad de Dios,) a partir del 17 del segundo mes del 600 y con término, en el segundo mes a los 27 días del año 601; en la duración se completaron los días de un año y más diez días, dentro del arca, en dos años en curso, con valor en tiempos, en cambios de época apocalíptica con cataclismo, a los del interior del Arca con salvación para formar un nuevo mundo: ya que el mundo en su tiempo estaba en juicio, y si contamos dos años en cambios de eras, tenemos 24 meses, el mismo tiempo que fue el inicio de un nuevo pacto de Dios y los hombres, a través de Noé; como un nuevo tiempo para la humanidad
Al tiempo de Noé, su gente y los animales bajaren del Arca: concluimos y aprendemos del Señor que: (24), son la suma de los meses de dos años 12+12=24, o sea contabilizando en todo, parte de los dos años, tiempo de los años, 600 y 601, porque el tiempo del arca enfrentando el diluvio, fue tomado en dos años en curso (2) en sus días y meses, época en tiempos no contados desde Adán, más sí de la edad y tiempo de Noé, el cual tenía a la fecha de entrar en el Arca, de 600 años.
Contando los años en las descendencias desde Adán hasta el diluvio, hay (1656) y al final del diluvio debería haber sido el (1657); ahora todo fue que terminado el cataclismo después de (57 días) en curso del (1657) contando luego después de 17 días del segundo mes del 600, con término el 27 del segundo mes del (601). Fue un espacio en días y años entre dos eras, (12) meses el Arca flotó para salvación de Noé y su familia, para así dar inicio a una nueva raza, como también para coexistir en una naturaleza renovada con los animales escogidos por Dios, y ocupó los tiempos de dos años que son (24) meses, fue una tarde y una mañana, que pasaba, una que terminaba y otra que comenzaba. Podemos apreciar y entender que: los 1657, fueron contados así al término del diluvio; los 657 del segundo milenio pre diluviano fueron así divididos, 600, en el tiempo y edad de Noé y los 57 como los días a contar del primer mes del año en el término del diluvio, segundo mes que marcó el nuevo tiempo para Noé y su familia.
También en este tiempo, el Arca quedó al servicio del Señor, concluyendo su tiempo como propósito; así fue que después de un año y diez días, 370, número de término del diluvio, cifra de un nuevo tiempo en una alianza entre Dios y los hombres. 370, días del 600, de edad de Noé al 600 año de Noé, fueron 1657 años desde Adán hasta el término del diluvio, 57, días contando desde el primer mes del 1657 hasta el segundo del mismo año, y en el año 601, de tiempo de Noé, todo esto con tiempos de Dios.
Como 24, también es el número de la suma, contando el año lunar y el año religioso que fue su inicio en el séptimo mes, abib, dos alianzas a través de la ley, partiendo el tiempo después de siete meses lunares e iniciando uno nuevo en el pacto con Moisés: porque son 12 tribus de Israel, las de la alianza con Israel y 12 son los apóstoles del nuevo pacto en la gracia por medio de Jesucristo. En suma, si contados los meses de estos dos nuevos tiempos, a partir del comienzo y término entre años, sumamos dos tiempos o años en uno mismo. Así mismo Noé murió al final de dos milenios marcando una nueva era dando preámbulo al final de un ciclo, como lo ha sido para nosotros, al término de dos milenios, entrando en la última semana de Daniel.
Revelando Dios que 12×12=144 x 1000= 144.000, suma También de los elegidos en la iglesia del Señor, como está escrito en Apocalipsis:
“Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados. De la tribu de Aser, doce mil sellados. De la tribu de Neftalí, doce mil sellados. De la tribu de Manasés, doce mil sellados. De la tribu de Simeón, doce mil sellados. De la tribu de Leví, doce mil sellados. De la tribu de Isacar, doce mil sellados. De la tribu de Zabulón, doce mil sellados. De la tribu de José, doce mil sellados. De la tribu de Benjamín, doce mil sellados”. Apocalipsis 7:4-8.
Aquí también es revelado el número de los escogidos: 12.000×12=144.000, que son los Sellados por el Espíritu Santo de Dios.
Anunciando aún más este misterio vemos que: la cifra 17, marca el tiempo de inicio del diluvio y entrada a la salvación para Noé y los suyos, librándonos Dios de las aguas que inundaron el mundo en la época; este mismo tiempo es mostrado, como el principio ministerial de la vida de José en su edad; como instrumento para la protección de todo Israel estando Abraham todavía vivo en la esperanza del cumplimiento de la promesa de Dios, todo esto en el tiempo de la escasez por la que pasó el mundo en su época.
José tenía (17) años, edad en que fue vendido como esclavo por sus hermanos, aconteció en el tiempo que José quedó recluso del Faraón en Egipto.
José fue vendido como esclavo por sus hermanos, cuando tenía 17 años, esto al mismo tiempo, dio inicio a su grande caminata dentro de su ministerio, el cual fue de ser parte de los cumplimientos de las promesas de Dios para Israel, donde la descendencia de Abraham recibiría por medio de José, protección durante su estadía en Egipto por más de 400 años. Promesa que seguiría su cumplimiento después de la salida de los israelitas de Egipto: para tomar posesión de la tierra prometida, herencia de Dios.
El mismo (17) como fecha del inicio del diluvio significa: un tiempo de Dios, en la media de la proporción por Él permitida, para la manifestación, de presentes y futuros acontecimientos globales con Él en el control de los tiempos, como sucesos por venir.
La bestia y sus cabezas.
Si contamos las cabezas de la bestia en las revelaciones del fin de los tiempos, eso escrito por los profetas, claro que revelado como escrito por la mano de Dios; en la descripción observamos que la bestia tiene siete (7) cabezas y diez cuernos (10), sumando (17) grandes poderes cósmicos en la tierra operando a través de los poderes en los imperios del mundo, según las escrituras, de esto dice al respecto “Esto, para la mente que tenga sabiduría: Las siete cabezas son siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer, y son siete reyes. Cinco de ellos han caído; uno es, y el otro aún no ha venido; y cuando venga, es necesario que dure breve tiempo”. Apocalipsis 17:9, 10.
Este número (17) nos muestra también en el inicio del diluvio, el momento en que las puertas del arca se cerraron al mundo, no habiendo para ningún otro ser vivo, la oportunidad de salvación (hombres) o sobrevivencia (criaturas) a no ser solo dentro de ella; con ello observamos el momento crucial en que Dios permite que así como en el mundo o para los escogidos por Dios, sea este un tiempo de separación entre la vida y la muerte, la vida acogida por Dios con los suyos dentro de su protección y la muerte a la intemperie en la tinieblas, guardados para la condenación en prisiones y en cadenas para destrucción eterna.
El diluvio se inició el día (17), del segundo mes del año (600), el mismo es un día en reflejo en nuestro tiempo, anunciándonos acaecimientos en el presente, por ser este tiempo de redención, así como probación en purificación; en el cual los escogidos de Dios, como fue para Noé; de recibir la protección y salvación, en un lugar fuera del mundo de las representaciones de la naturaleza, en su tiempo fue anuncio del cataclismo que vino en el diluvio; Día del Señor, de renovación y juicio a los hombres junto a las criaturas de la época. Todo sucedió en un segundo mes antes del diluvio y en un segundo mes después del diluvio y ese segundo, como preludio de la dualidad en término e inicio de una nueva existencia en las manos de Dios. Esto como anuncio, de los dos ciclos milenarios antes y después del diluvio, terminando en los 2006 años a la muerte de Noé; como lo ha sido en nuestro tiempo al fin del 2006, cumpliendo en este año el 666, el seis de junio de 2006, tiempo conclusivo del número del hombre.
El Arca estuvo 370 días por sobre o en ausencia de cualquier elemento del mundo, fuera de su influencia y naturaleza en lo creado; dentro del ecosistema todo fue sacado de las aguas, más el Arca en una renovación de la creación, estuvo por sobre las aguas: a todos estos elementos primordiales, sustancia en modelación como variación según la voluntad de Dios, fueron para condenación o elemento de resguardo en propósitos, en las manos de Dios.
También es necesario revelar que: Noé vivió 350 años después del diluvio, siendo esto un medio tiempo, de un tiempo de (700), si tomamos en ciencia el tiempo de Dios; transcurso en días, hasta ser cumplida la promesa en las generaciones que llegaron hasta Cristo. Porque fue a Abraham a quien Dios le hizo la promesa, con todos esperando hasta el Cristo. Sin embargo no son literales los (700) años, más si un tiempo de Dios, en el cumplimiento de lo prometido por Él. Por eso podemos decir que el tiempo de vida de Noé después del diluvio fue un medio tiempo, de tres y medio, después otros tres tiempos y medio, hasta el cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Abraham.
A partir de Abraham contamos las generaciones, para el cumplimiento de las promesas de Dios, esto marcando un nuevo tiempo: cuarenta y dos (42) generaciones hasta Cristo, Mateos 1:17 “De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce”. (42) son así mismo tres tiempos y medio, son generaciones que se cumplieron con promesa a Abraham; Antes solo a Noé Dios había hecho promesa. Pero a partir del tiempo en que la torre de Babel fue erguida por los hombres y destruida por Dios, Él llamó a Abraham, para el cumplimiento de los últimos 42 meses, o tres tiempos y medio hasta Jesús. “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”. Gálatas 3:16
Digamos que: en los días de la última semana de las setenta de Daniel, la promesa en Cristo es cumplida en todos sus propósitos, esto al término de la misión de los dos testigos, que es a la mitad de los siete días o primeros tres tiempos y medio, como sabemos cuarenta y dos meses.
Números de hombre:
En la suma de números, de la medida de la estatua de oro de Nabucodonosor, tenemos en cuenta que: los números del hombre, en su ser natural; son como los de la medida de esta imagen, los cuales en su altura medía, (60), en su anchura (06) multiplicado este por seis veces, conocemos misterios del hombre; en estas numerologías sabemos que si se multiplica (60×6= 360) que es el tiempo en días de un año lunar en la tierra. En esto interpretamos el cálculo, de Tiempo de días, meses y año de hombre en su marca. (666). La altura de la estatua 60, su anchura, 6, en años, 360, las tres medidas son en números de hombre, el hombre dentro de su propia naturaleza, la cual es contraria a la de Dios, la palabra nos dice, sobre la soberbia humana:
“Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas”. Daniel 5:22-28.
Como fue dado el reino de Belsasar a los medos y persas; así el reino del mundo corrompido del ser humano actual también; será entregado al dios de este mundo. El evangelio nos dice al respecto:
“En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás”. Efesios 2:2, 3.
Es evidente también concluyendo al afirmar, que el número de la bestia también se encuentra revelado en: El calendario gregoriano de nuestra época, el mismo apunta el año 2000, como un año bisiesto, en donde es acrecentado más un día, de 365+1= 366, esto sucede cada cuatro años. Con esto entendemos que el fin del año 2000, el último del segundo milenio, fue de 366 días, su término en los números 66+ el número del hombre natural que fue creado en el sexto día, que es seis, (6), en todo entendemos la cifra de, 366 como año, con su final 66+6 del número del hombre = da (666).
Como así mismo, al inicio de la era cristiana el año Judaico fue el: (3760), contando con exactitud 2000 años atrás hacia el pasado, partiendo desde nuestro tiempo tomando la base del 2000 en el calendario, el mismo calendario judío terminó en el 2000 en las siglas (60) porque fue el (5760)
Estas coincidencias marcan un tiempo de hombre, este tiempo en el fin del segundo milenio; fue en el calendario hebreo, un año correspondiente al periodo del 11 de septiembre de 1999 al 29 de septiembre del 2000, del calendario gregoriano.
Bueno considerado (5760), del calendario judío, fecha al final del segundo milenio de nuestro tiempo, el 2000, retrocediendo (2000) años, en el tiempo en el calendario gregoriano, hasta el 0l, 01, 01, de nuestra era, obtenemos el resultado, como principio de la era cristiana en el calendario judío en el (3760); esto hablando en cálculos de hombre.
Con esto sabemos entonces, que en el principio de la era cristiana, también fue iniciada en números de hombres en el calendario judío, como ya lo vimos en la fecha de (3760), acompañando esta fecha la era cristiana a través de los dos mil años. Hasta el 2000 del tiempo gregoriano el año hebreo fue de (5760)
En la cuenta del tiempo del calendario Judío, hay terminaciones en (60) tanto al principio de la era cristiana como al final en el (2000); así vemos que al principio fue de (3760) como al final de (5760), en los dos tiempos tanto como de inicio y fin, tenemos (60) como ya lo vimos el 2000 gregoriano fue un año bisiesto que terminó en (66), porque fue de (366) días
Ahora apuntando algunos cálculos humanos los cuales dicen: que el primer milenio se inicia el (6) seis o siete años en diferencia al tiempo del nacimiento de Cristo. Porque la palabra nos dice que:
“Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño. Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado nazareno”. Mateos 2:19-23
En resumen era, Arquelao hijo de Herodes el grande, y según la historia reinó de 4 a 6 años antes o después de la era cristiana, o sea nuestro calendario actual gregoriano tiene una diferencia de seis años, concluyendo que en el 2000, fue un año bisiesto de 366 días, así siendo el segundo milenio, terminó con número de hombre, 66, y en el tiempo del calendario judío de; 5760. Como inicio en el tiempo de la era cristiana, si ella fuese 2000 años atrás a partir del fin del milenio considerando el año 2000 gregoriano, sería su inicio a partir del año israelita de: 3760. Ahora el fin del segundo milenio siendo contado a partir del 2006 es tiempo en el calendario judío de 5766.
Afirmando este siervo de Dios guiándose por las escrituras, que fue el término de los dos milenios, en tiempo real al fin de nuestra era en (2006), es en esta fecha que el año judío, acompañando el tiempo en su propia cuenta es de; (5766), este fue un año hebraico correspondiente al periodo de 04, de octubre de 2005 al 22 de septiembre de 2006 del calendario gregoriano. Fin del segundo milenio gregoriano fue el 2006, con la fecha en el mismo tiempo del año judío de (5766), y con fecha real que tuvimos al cumplirse el (06, 06, 2006) año dentro de nuestro calendario cumpliéndose, al sexto mes de ese año, el número de la bestia, con esto nos damos por enterados, que este tiempo fue presagio y afirmación en revelación por Dios, de un tiempo en que la era del hombre llegó a su fin, término y comienzo de la última semana de las setenta, la misma se iniciaba a partir de ahí.
Es un hecho entonces que la fecha de inicio y fin de los años y épocas de nuestra era, explicado en lo referido arriba, en los tiempos del calendario judío o gregoriano, en los años dos mil o dos mil y seis, (2000 o 2006), son con inicio y término de tiempos finales en números de hombre (666)
Babilonia su tiempo y fin:
En el tiempo de Daniel, el imperio Babilónico marcó su propia destrucción en la época del reinado de Darío; como también el comienzo de la restauración de Israel retornando a su tierra, Canaán. Daniel en su época fue el instrumento de Dios, para dar a conocer el término y cumplimiento del exilio de los israelitas expatriados en Babilonia, los setenta años. “Yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años”. Daniel 9:2
Así también en el primer año del reinado de Darío, del mismo modo fue entregada por Dios a Daniel, la revelación de las setenta semanas, periodo que marcó el tiempo de duración, como épocas antes del fin de los siglos.
“En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos”. Daniel 9:1.
Los números de las semanas, definiendo los tiempos finales.
Ahora hablando de este tiempo: De las setenta semanas de Daniel, transcurrieron las siete primeras semanas hasta Cristo, como después las sesenta y dos, esto correspondiente y señalando, el periodo de los veinte siglos pasados, ahora, la última semana en la cual estamos, que son los días actuales, los de hoy, lapso el cual es el último tiempo antes del juicio final y la gloriosa venida del eterno, para su gloria y la redención de la iglesia de Jesús, así como para juicio del mundo, estos para perdición.
¿Para qué son las semanas?
Las semanas son los tiempos en que se cumplieron como se concretizaron todos los misterios de Dios en Cristo, así como todo en la creación será culminado en demostración de poder y dominio, en la santidad de nuestro Señor Jesús, junto a su iglesia, expresión está en los tiempos: pasado, presente y recorrido hasta el fin, en donde todo es para manifestación de la gloria que vimos de Dios en Jesús; así también se concretizará en la evangelización de la tierra, la obra propuesta por Dios en sí mismo; fue en este transcurso que Dios destruye y nos revela, el término del reino opresor dominado por el mal, que estuvo en persecución de la iglesia, como del mundo, este mismo cayendo en transgresión se transformó en perdición.
Hoy nuestro Señor con su promesa restaurada después de la ley; hizo de los gentiles, su cuerpo y pueblo elegido. Con lo cual los electos tuvimos, salvación, convirtiéndonos en nación escogida.
Setenta años de exilio
Al final de los (70) años, Israel como exiliado en Babilonia, se consumó el tiempo fuera de su tierra como expatriados, esperando ellos el momento de la redención; marcando este tiempo, la culminación de los años de exilio, e inicio del periodo de las setenta semanas; profecía entregada por Dios a Daniel, para marcar y dividir los tiempos finales, como para mostrar la salvación para su pueblo Israel, y en el tiempo de la gracia edificar la iglesia, dándole oportunidad a todo hombre en la tierra, de conocer al Cristo Salvador del mundo.
Tiempos antes del fin
En la época de Darío de Media, que reinó el reino de los Medos dominando los Caldeos, cuando tenía 62 años de edad: Fue este el punto de partida, para la manifestación de los misterios encerrados en los designios de Dios, en el tiempo de las setenta semanas. Sesenta y dos por la edad de Darío, sesenta y dos, en su primera cifra el seis que significa, número de hombre, y dos, por los dos milenios a nuestra época; fueron en su tiempo al retorno de Israel a la tierra prometida, un periodo aproximándose al final del cumplimiento de la promesa hecha por Dios a Israel donde este volvería a la tierra prometida, para levantar el altar, como también así reconstruir los muros de Jerusalén, reedificar la segunda casa y esperar el Mesías.
“Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años”. Daniel 5:31.
En su tiempo Darío ocupó Babilonia gobernando y dominando el reino de los Medos: en la época fue entregada una revelación a Daniel. “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos”. Daniel 9:24
Profecía que mostró, el tiempo de restauración de Israel y Jerusalén, así también en los días de hoy; ungir el Santo de los Santos, edificando Dios su iglesia; como para expiar a los escogidos y exterminar la iniquidad, poniendo fin al pecado; esto refiriéndose a Israel al tiempo del fin del cautiverio y al nuestro en la gracia. La profecía revela desde la restauración de Israel hasta el cumplimiento de las promesas, al llegar al fin de los tiempos; todo transborda a nuestro entendimiento: Del primer tiempo de las primeras siete semanas, el cual fue a partir desde la profecía hasta la venida del príncipe y Salvador de Israel el Señor Jesús, como después en la evangelización del mundo, por el periodo de las siguientes sesenta y dos (62) semanas; que fueron los veinte siglos que se pasaron en la era cristiana, es ahí donde tomamos la edad del Rey Darío, al tiempo del inicio de su reinado sobre Babilonia, significando al compás la liberación de Israel como la evangelización en el tiempo en que se testificó la palabra de Cristo en el mundo; significando también su advenimiento después de las primeras siete semanas.
A través de los dos milenios de evangelización de la tierra: hubo tiempos a los cuales llamamos de (62) sesenta y dos semanas, como tiempos y transcursos en los siglos, ellos mismos contados desde el primer año cristiano a la fecha del (2006), como después de este plazo, fue principio de la última semana actual y presente, esta semana final en la que nos encontramos, la cual es la etapa conclusiva de todos los tiempos, donde tendremos todos los acontecimientos finales del Apocalipsis.
Los setenta años
Fue tiempo de restauración para Israel con el fin del exilio, los setenta años y paralelamente también, inicio del periodo de las setenta semanas reveladas a Daniel; donde al final de las primeras siete semanas, fue la época del Mesías y llamado de los gentiles de en medio del mundo, para la reunión de la iglesia por el poder del Espíritu Santo, en la predicación de la palabra, todo esto en el tiempo de la gracia, para ser escogido y reunido el pueblo de Dios en el cenáculo de la santa iglesia, por medio del poder de Dios en el Espíritu Santo; todo fue y será para gloria del Altísimo y de nuestro Señor Jesús, amén.
Fin del milenio
Ahora del discernimiento del fin de los dos últimos milenios entendemos, al final del recién dejado para atrás, como antes de, al tiempo de su término, que fue época conclusiva en los dos siclos milenarios, años pasados, para la concretización de la promesa de la vuelta de Jesús; inicio que tuvo desde el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, hasta el último año del segundo milenio, el cual fue tiempo así como época para el comienzo de la última semana de las setenta; periodo que comenzó al terminar el último siglo, en la era contemporánea: en donde fue término de los evangelizados en los pueblos de la tierra y comienzo para el testimonio del Evangelio Eterno por los dos testigos y la iglesia: Fueron las sesenta y dos semanas, los dos milenios pasados, período de glorias y también de persecución del cristianismo.
Fueron tiempos difíciles para la evangelización de los hombres, en los siglos que se pasaron, hubo un llamado a la salvación de todos los hombres que habitaron la faz de la tierra entre las décadas en el transcurso de los dos milenios, muchos fueron llamados y pocos los escogidos, esto por la dureza de los corazones de los que escucharon el llamado Divino, no respondiendo a la palabra de salvación. Reuniendo Dios su iglesia de entre todos los pueblos de la tierra, ha venido a concretizarse su proyecto de redención de los escogidos a través de Cristo, fueron tiempos, para la instauración del Santuario de Dios una vez destruido el templo descrito en la ley, por la falta de fe, como por la frialdad en el corazón de los hombres. Hubo en Cristo la construcción del verdadero Santuario, hecho en Cristo, el tabernáculo, esperamos con esperanza en aquel que entregó su vida por todos los pecadores.
En los siglos de calamidades, hubo una espera, en medio de atrocidades, para que Jesús Cristo se manifestase en su iglesia, males cometidos por el hombre en el mundo, fueron acontecimientos ocurridos en los veinte siglos pasados, fue en estos siglos donde la iglesia fue perseguida como también atribulada, martirizada, atacada por falsas doctrinas, filosofías y religiones, en la política predominó el ateísmo colocando todo tipo de obstáculos contra el cristianismo, en todo dogma apareció doctrinas de demonios, hechos sucedidos hasta dentro mismo de las propias instituciones eclesiásticas, que representaron en el transcurso de los siglos, la novia de Cristo.
Los enemigos de la iglesia, fueron los que se transformaron en falsos profetas, creando imaginarias ideologías religiosas y políticas, solamente visionando la justicia social, usando teologías inventadas por hombres y ellos predicando estas doctrinas, colocaron ídolos ideológicos representando demonios, queriendo cambiar la naturaleza humana para entorpecer el conocimiento de la verdad, que es Cristo.
Fueron también enemigos de la verdad, los que usaron la biblia interpretada a sus propios intereses, desviando la palabra según su perverso propósito; se transformaron en ancianos y doctores de la teología, creando falsas doctrinas extraviando a muchos de la verdad.
Aparecieron también falsos maestros dentro de la iglesia que: transformaron la verdad de Cristo en sus propios intereses, practicando la mentira y el engaño iludieron a muchos con sus disfraces de maestros piadosos, conocedores e intérpretes de la palabra; destorcieron la verdad convirtiéndola en mentira, lo cual desvió a muchos de la salvación, conduciéndoles a las tinieblas y no dejaron que ellos fuesen llevados a la luz de Cristo, el cual es el Señor de la vida.
Las sesenta y dos semanas
En los lapsos de las sesenta y dos semanas, donde la creación natural, como la propia iglesia pasó por guerras, pestes, hambres, terremotos, como por la muerte ideológica, provocada por el ateísmo, filosofías y doctrinas de demonios: fueron estos tiempos sufrimientos para el mundo y para el pueblo que habita en el santuario de Dios por la fe, aún mismo en los que estando la gloria de Jesucristo en su gracia, como en su propio Espíritu; esta, presencia divina en el interior de cada uno de los hijos de Dios.
La iglesia tuvo que enfrentar en los siglos pasados: Adversidades, a modo de enemigos a los millares; no solamente en hechos circunstanciales opositores o de persecución, mas también; el enfrentamiento y el acoso del mundo de los gentiles, como los ataques de poderes caídos, los cuales actuaron en los acontecimientos físicos y espirituales en la tierra, para deformar y destruir el propósito inicial de Dios sobre el hombre en la tierra.
Los poderes de las tinieblas, actúan en los hombres por las influencias que sobre ellos, los demonios ejercen y generan corrupción, para tornarlos enemigos de la iglesia y de la presencia divina, pretenden con esto desequilibrarlos y destruir su estado natural, seres los cuales personifican: todo poder en reflejo perverso y maligno en el individuo, el cual deformando los pensamientos por el poder de Satanás, se tornan esclavos del mal.
Los que andan en otra carne son sensuales, dispersos del propósito de Dios, no pueden discernir ni tampoco escapar del poder de las tinieblas; por no estar en el espíritu de Dios, no pueden aproximarse ni llegar a ser parte de la obra del Señor.
Tornándose hombres desobedientes a Dios, que en el pasado también interfirieron contra la voluntad de Dios, en el tiempo del profeta Jeremías, en plena desobediencia y corrupción, algunos no obedeciendo y no convirtiéndose, optaron por no ir al exilio de Babilonia más volver a Egipto; obediencia que los habría salvado, más en inobediencia amaron y culturaron a la reina de los cielos: ayuntamiento de demonios habitada por demonios en las regiones celestes; todos estos hombres, que deberían ser parte de los expatriados a
Babilonia, para tener la recompensa en el éxodo a la tierra prometida, más contradiciendo las ordenanzas de Dios, negaron el mensaje Divino que les llevó el profeta.
“Entonces todos los que sabían que sus mujeres habían ofrecido incienso a dioses ajenos, y todas las mujeres que estaban presentes, una gran concurrencia, y todo el pueblo que habitaba en tierra de Egipto, en Patros, respondieron a Jeremías, diciendo: La palabra que nos has hablado en nombre de Jehová, no la oiremos de ti; sino que ciertamente pondremos por obra toda palabra que ha salido de nuestra boca, para ofrecer incienso a la reina del cielo, derramándole libaciones, como hemos hecho nosotros y nuestros padres, nuestros reyes y nuestros príncipes, en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, y tuvimos abundancia de pan, y estuvimos alegres, y no vimos mal alguno. Más desde que dejamos de ofrecer incienso a la reina del cielo y de derramarle libaciones, nos falta todo, y a espada y de hambre somos consumidos. Y cuando ofrecimos incienso a la reina del cielo, y le derramamos libaciones, ¿acaso le hicimos nosotras tortas para tributarle culto, y le derramamos libaciones, sin consentimiento de nuestros maridos?”. Jeremías 44:15-19.
“Como también dice la palabra sobre los enemigos de la iglesia: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”. Efesios 6:12”.
Y así Pablo aconseja a los creyentes: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos;”. Efesios 6:13-18.
En el tiempo de la edificación y restauración del santuario en la gracia; todos en la iglesia, han contado como prueba de vida o muerte; el estar como Daniel lo estuvo, en la cueva de los leones, diciendo esto como alegoría, de los elegidos de Dios, que por los siglos lucharon contra las bestias invisibles del mundo, demonios que, influenciaron a los hombres faranduleros para destruir las obras de Dios en su iglesia, siendo así a muchos les vino engaño y corrupción, más los santos supieron preservar la firmeza en la fe, como lo fue para Daniel en su tiempo, que estuvo cercado por las bestias feroces y hambrientas, de donde Dios lo libró. Ahora mientras la iglesia pasó, por el espacio de estos veinte siglos, fue atribulada , perseguida, torturada, quemados vivos y presos, como millares de otras torturas que el mundo dominado por el maligno les infringió. Más aun así no fueron devorados, porque se mantuvieron en la firmeza de la fe y la gloria de Dios que estando en ellos, los sustentó para bien de los que se salvan, protegiéndoles de la muerte y perdición, como de todo asombro y calamidad.
Tiempo de Dios
Así como lo dijimos anteriormente, que el tiempo de la primera semana era un tiempo en años, ahora contaremos de forma de entender un jubileo, 7X 7= 49 con la celebración del jubileo en el año 50 y este mismo multiplicándolo por diez, teníamos un periodo en años de 500 años desde Daniel hasta el Ungido.
En las sesenta y dos semanas, (62), del periodo después del ungido, el príncipe de la salvación, hasta el término de esta época al (2006). Habiendo que considerar para saber el porqué de estas fechas: Que desde el tiempo antiguo antes del diluvio, desde Adán hasta el término de esa era fueron: 1656 años, mas después Noé vivió más 350, sumando así (2006) años desde Adán hasta la muerte de Noé. Así sabemos el término de los patriarcas, antes del diluvio hasta la muerte de Noé. (2006) años hubo en el primer tiempo del mundo, como lo fue en los últimos tiempos del periodo de los dos milenios pasados, (2006) años.
Siendo este número y este tiempo de hombre, así concluimos que el 2006 de nuestra era, es el tiempo del término de las 62 semanas, de los veinte últimos siglos que se pasaron, en la evangelización del mundo.
Multiplicando por siete estas sesenta y dos semanas, vemos que los resultados nos indican el tiempo del fin de esa era y el comienzo de la última semana de Daniel. 62×7= 434 más 66 tiempos de hombre, completamos en los 500, del tiempo del jubileo de 49+1= 50 como el de las primeras 7 semanas hasta el ungido; ahora en las 62x 7= 344 + 66= 500. Esta cifra nos entrega el misterio que el resultado de 500, es el tiempo en el que se completan los misterios de Dios, cifra de diez jubileos, anunciando el periodo de evangelización sobre la faz de la tierra en tiempo de Dios.
Veinticuatro tiempos antes del reinado del mal y manifestación plena del poder de Jesús en la tierra como en los cielos.
Nota importante:
Los tiempos y las eras transcurridas desde la creación sobre la faz de la tierra, así como en todo el universo: son resultado de la voluntad de Dios, desde su inicio así como en su transcurso hasta el final: Todo lo que fue como lo que sucede, camina a un propósito; porque si así no fuese, no tendría motivo de existir la realidad que no se sostiene; todo lo palpable se transformaría en polvo, como la piedra que se deshace y se transforma en arena y esta con muchas, forman un desierto.
No podemos atribuirle a lo inestable y a la realidad insostenible, la creación del universo, porque tendríamos que pensar que lo imperfecto creó lo que puede ser llevado a lo perenne y sublime, como es el alma del hombre. Porque el alma es el cuerpo espiritual, no hecho para ser infinito en el mundo que desaparece; más a través de los ojos e inteligencia divina, observamos que el espíritu en el hombre no es de este medio de cosas. En todo lo que transita siempre hay al final del camino un propósito, un propósito de algo que no puede dejar de existir; En este caso como el espíritu en el hombre, que no puede morir. El cuerpo natural representa todo lo que hay en el universo palpable, este dejará de existir siendo él de la misma forma y substancia temporal. El universo no puede ser para siempre, esto por su finalidad ser la de expresar, no por él, más en el propósito creado por Dios, para la manifestación de vida y existencia racional, para así después el fruto del cosmos sea, su trascendencia en el hombre y este rescatado por Dios del mundo de las formas aparentes.
Hageo; profeta de Dios, como Zacarías y otros, escribieron en letras lo que fue revelado en misterios en su presente tiempo, como para el futuro, el fin de la creación.
A este humilde siervo de Dios, le fueron revelados los misterios que a continuación relato de las escrituras. Testimoniando como correcto y verdadero todo lo escrito aquí, que son explicaciones y revelaciones de los textos sagrados.
“En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, diciendo”. Hageo 1:1
El segundo año del rey Darío, en su gobierno sobre Babilonia dominada por los Persas y Medos; revela el tiempo después de Cristo, del lapso de los dos milenios de evangelización sobre la tierra, poder en la palabra de Jesucristo escrita en el nuevo testamento, confirmada y dando testimonio de ella por los profetas.
El sexto mes contiene el misterio del inicio del tiempo, en la preparación para la reconstrucción de Jerusalén, así también levantar el altar de los sacrificios en la casa de Dios; Para hacer despertar la conciencia del pueblo de Dios en su época, después del exilio en Babilonia, y para que ellos pudiesen recordar, que estaban en moradas del mundo, en medio de la ciudad y reino de Babilonia y no en su propia tierra, la misma prometida por Dios como herencia definitiva y eterna.
Este primer día del sexto mes, en el segundo año de reinado de Darío sobre Babilonia, indica el inicio, en la cual la voz de Dios a través de Hageo, exhorta al pueblo de Israel sobre su voluntad; de que Israel viese que hasta ese momento, cada uno se había preocupado solamente de construir sus propias moradas, como reafirmar su vida sosegada dentro del mundo opresor de Babilonia, la cual ya había sido sometida en castigo, por haber tenido cautivos a todo Israel; en la apariencia del falso bienestar momentáneo, ellos estuvieron alejados de su tierra por setenta años (70), tiempo como castigo en número de hombre (sexto mes) y como oportunidad a Israel, (setenta años) de volver a su tierra convertido de corazón hacia su Dios, para que al concluirse este tiempo, todo Israel nuevamente formase una sola nación en integridad, en su tierra natal prometida por Dios.
Cuando Israel volvió a la tierra de la promesa y esto en poder de Dios, fue para concluir una sola nación, como cuerpo del Altísimo en la heredad, en donde solo allí según la palabra, podría ver y contemplar, vivir en una intimidad junto a su Dios; el cual bajaría de los altos cielos a su templo, solo si este fuere reconstruido en Israel en medio de la ciudad santa de Jerusalén; para solo así el pueblo escogido ser guiado como nación santa en toda conducta y obediencia, nación escogida, en la condición de si el santuario fuese reconstruido por las manos de su pueblo en el poder de la fe, junto a la manifestación del propio Dios en la obra.
El día del llamado, debería ser un mismo tiempo para todos en la conclusión de las promesas, tiempo como día del Señor en los suyos, presencia divina en los redimidos; más allá de esta realidad mundana y pasajera, para que por medio del poder del Altísimo, se reconstruyese en Israel la ciudad santa de Jerusalén, levantar sus muros como reconstruir el templo, comenzando por el altar, más todo convendría ser hecho, por las manos de aquellos que deberían edificar su alma primero, por intermedio de la obediencia, fe, y adoración al Señor; porque en la tierra el hombre aun en estado de corrupción, debe ser modelo de devoción con fe y obediencia, para que en el cielo Dios construya para los hombres de buena voluntad en perfección, la ciudad eterna y perfecta con su templo, morada de Dios con los hombres, residencia Indestructible del Altísimo junto a la esposa del cordero.
Las profecías reveladas por Hageo a Israel son: direccionadas a dos hombres escogidos por Dios, Zorobabel que sería gobernador de Judá y a Josué, sumo sacerdote, como preludio y tipología de los dos testigos de Apocalipsis capítulo once (11:1-14). Porque así como los dos testigos ayudarán en este último tiempo a levantar el altar, reconstruir los muros de Jerusalén con la cuidad decaída, hablando de la ciudad espiritual, también reconstruirla, o sea fortaleciendo por medio de la palabra, a todo aquel que cree en el poder del Espíritu Santo, y su cuerpo, la iglesia, unidad de Cristo con los redimidos en nuestro tiempo en la tierra.
Proceso de restauración, por causa del deplorable estado de las bases del templo de Dios en la tierra en los tiempos finales; han sido desviados los designios de Dios, por la vanidad, hablando de la poca firmeza de algunos y su confianza en sus propios designios y pensamientos; hombres de poca fe, la cual es quebrada por la idolatría dentro de la casa del Señor, y con todo esto acompañada a la ganancia desmedida de los liderazgos que rigen una iglesia en medio a la mundanería operante en la actualidad, liderazgo habituado al comercio y vanidad del mundo presente, corrupción que hoya más y más las claras palabras de las santas escrituras.
El propio Zorobabel y Josué, representaban también en símbolo, en el tiempo de la reconstrucción del templo de Israel, al propio Dios, y hoy, a Cristo como al Espíritu Santo en el restablecimiento de su iglesia en la tierra.
El despertar del espíritu del hombre por el Espíritu de Dios.
Y oyó Zorobabel hijo de Salatiel, y Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Hageo, como le había enviado Jehová su Dios; y temió el pueblo delante de Jehová. Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová. Y despertó Jehová el espíritu de Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo; y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová de los ejércitos, su Dios, en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío. Hageo 1:12-15
Así como Zorobabel y Josué escucharon la voz de Dios y las palabras de Hageo, lo hizo también todo el pueblo de Israel. Temieron todos la voz y presencia del Todopoderoso y en un mismo espíritu, despertado por el Espíritu del Señor, Él colocó a Zorobabel como príncipe de Israel y a Josué como sumo sacerdote, para trabajar en la casa del Señor, todos ellos guiados por Dios y Él los guio en la tierra por su Espíritu, en las voces y acciones de Zorobabel y Josué, testimonios vivos de obediencia al Señor.
Todo esto lo hicieron los israelitas en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año de Darío:
Fecha tiempo e inicio de la reconstrucción de la casa del Señor, en la época de Hageo; como hoy en la última semana de Daniel, que contados en años estos días hacia el tiempo por venir, en el que luego después del último recién pasado milenio, hablando de nuestra época, esto contando después del fin del último día del vigésimo siglo, tomando en consideración desde ahí, veinticuatro días en años, (24) a partir del dos mil y seis, fecha término y fin de milenio así como comienzo de la actualidad en curso. Observamos el comienzo del siglo 21, a contar del(2006), refiriendo estos 24 años, como profecía desde esta fecha al inicio del siglo, si contados nos encontraremos en el tiempo del 2030, por periodo no exacto de años en tiempo de hombre, más sí como, espacio entre los mismos años principio y término del mensaje del Evangelio Eterno por los dos testigos, siendo más menos días en años para el hombre, como época y tiempo solamente en conocimiento de Dios, para su exactitud.
El segundo año de Darío: dos (2) preanuncia el tiempo de los dos milenios de cristianismo hasta el 2006. Veamos en la palabra sobre la anunciación de este tiempo: Jesús anuncia en la negación de Pedro
“Entonces Jesús les dijo: Todos os escandalizaréis de mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y las ovejas serán dispersadas. Pero después que haya resucitado, iré delante de vosotros a Galilea. Entonces Pedro le dijo: Aunque todos se escandalicen, yo no. Y le dijo Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces. Más él con mayor insistencia decía: Si me fuere necesario morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo”. Marcos 14:27-31
Cuando Jesús le responde a Pedro que él lo negaría antes que el gallo cantase dos veces, y el gallo como sabemos anuncia el tiempo del pasar de las horas, normalmente marca su canto la tercera vigilia, tres de la mañana, la última y cuarta vigilia romana terminaba a las seis (06) de la mañana, que también era el término de la noche; es por ese motivo que el Señor lo coloca aquí, como presagio, refiriéndose no solo a la negación de Pedro, más a la negación de toda la humanidad al tiempo del final de los dos milenios, dos veces después de negarlo, revela el fin de la era cristiana, al culminar el dos mil y seis; como también manifestación y suceso después de la primera mitad de la última semana de Daniel, al concluirse los tres tiempos y medio, (1260 días o 42 meses,) antes de la era del anticristo, esto será al fin del ministerio de los dos testigos; época en la cual muchos negarán a Cristo, todo será al final de su testimonio.
La negación de tres veces significa, que muchos negarán a Cristo a la entrada del tercer milenio; la cuarta vigilia terminaba como ya hemos dicho anteriormente a las seis de la mañana, seis (6) como número de hombre en su creación al final del sexto día, fin también del propósito de Dios, para buscar lo que se había perdido, el hombre.
Cada tiempo, marcado en la negación de Pedro, anuncia el fin del estado de cosas presentes: el canto del gallo al fin de la tercera negación, son los dos milenios de evangelización que se pasaron en el mundo, tres negaciones que son, la dificultad y contrariedad con rebeldía, así como muerte en el pecado del mundo gentilicio, estos mismos serán los hombres de perdición, seres sensuales cuya manifestación será, con la retirada del Espíritu de Dios, con la entrada de la humanidad al tercer y último milenio.
El sexto mes en Hageo:
El sexto mes. Hageo 1:15, rebota o espeja, como profecía a nuestros tiempos actuales, en época de predicción de Dios, esto en la tierra, contados en días de hombre.
Los veinticuatros días, enumeran el recorrido de los sucesos finales como un tiempo de Dios y no de días en el mundo, aun así nos revelan una medida circunstancial, como señal al pueblo de Dios, de la aproximación de la conclusión de las obras en la tierra, terminadas en tiempo de Dios, más menos en 2030, estirándose o encogiéndose esta fecha según la voluntad del Todopoderoso.
Los escogidos de Dios como Zorobabel y Josué, o los dos testigos del Apocalipsis; preanuncian el testimonio del evangelio Eterno a todo el mundo en los tiempos finales; así lo confirma la palabra en Zacarías:
“Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Que ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda. Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Zacarías 4:1-6.
Las dos oliveras son el Todopoderoso y su Espírito en la obra de la construcción del templo, obra en la tierra prometida en los tiempos de Zacarías, hoy en el cuerpo del Señor, la iglesia; también el testimonio del evangelio Eterno por los dos testigos a toda la humanidad.
Habla la palabra del sumo sacerdote Josué (Yhoshua, Jesús), Como testigo a todo Israel en su época, la misma siendo hoy (la iglesia) Israel espiritual, cuerpo de Cristo, así hijo en adopción; el cuerpo de Cristo es renacido, conducido por el poder del Espíritu del Señor en la tierra, por medio de toda obra de la palabra de Dios, ella es concluida en sus manos: cuando dice la palabra “no con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu” muestra que es con el poder del Espíritu Santo, que Dios anunciará por medio de los dos testigos, la vuelta del Señor Jesús en los tiempos del Apocalipsis.
Reunión de Israel:
“Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías. Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac. Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. El edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos”. Zacarías 5:10-13.
Los tomados del cautiverio indicados aquí en esta escritura, representan a Israel, después de librados del cautiverio del mundo, Babilonia, ahora en nuestro tiempo, día de la liberación en la cosecha, de sus escogidos sacados y rescatados de en medio de la gran meretriz; “Jezreel, que significa, Dios siembra” momento y día del Señor en su glorioso retorno buscando su iglesia. Todo esto expresando que; entrando el sumo sacerdote en sus moradas, esclareciendo, en sus almas, lo hará coronándolos con el Espíritu Santo; diciendo esto señalándolo hoy, del tiempo de la gracia en la soberanía de nuestro Señor Jesucristo.
El renuevo es Josué, es el que representa en la profecía a Cristo, y a los dos testigos que también dan testimonio de Cristo, en el final de los tiempos, como profetas anunciando la vuelta del Señor Jesús; así del testimonio dice el evangelio: “Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”. Apocalipsis 19:10.
En nuestro tiempo el cual ya es al final; serán edificadas las bases del templo en el testimonio, porque en la plenitud del día del Señor solo Él será exaltado, y el Todopoderoso se sentará en su trono, y reinará en medio de su iglesia para siempre. Los testigos testificarán de Cristo en el Espíritu Santo, así lo confirma el evangelio:
“Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses. Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”. Apocalipsis 11:1-4
La vara de medir es la palabra, que mide el templo como el altar, o sea Cristo aplomado junto a los hombres con el Espíritu de Dios, perfecta comunión en los que adoran en espíritu y en verdad, purificados, redimidos y vivificados en el sacrificio de Jesucristo en la cruz.
El patio fuera del templo, es la sinagoga o iglesia en la carne, en donde están los hombres que no escucharán la palabra y también este lugar será hoyado por el mundo, así será destruida la iglesia aparente y sensual, solo quedarán los ungidos con la marca de la promesa.
Los cuarenta y dos meses son tiempos de Dios, que significan tiempo, tiempos y medio tiempo; los primeros tres tiempos y medio de siete, en donde predicarán los dos testigos. Son años que (24 desde el término del segundo milenio) (O sea tiempo de Dios, no exacto en fecha para el hombre) se pasarán a los ojos de Dios, como preludio de los sucesos finales antes del fin, en donde se consumarán las testificaciones de la obra del Señor en la tierra. Así los dos testigos también darán a conocer los misterios ocultos en la palabra, encubiertos hasta entonces a todos. Los 42 meses, tres y medio tiempos, es un tiempo mitad de (7, siete) indicando la última semana de las setenta, son también las generaciones que llegan hasta la salvación en Jesucristo. “De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce”. Mateos 1:17. O sea catorce generaciones veces tres desde Abrahán hasta Cristo, sumando 42, las mismas que muestran el tiempo y espacio entre la promesa hasta su cumplimiento en Cristo. Tiempos que miden la predicación del evangelio Eterno a la tierra, por los dos testigos.
También los mil doscientos y sesenta días, comunican el tiempo del testimonio final de Dios a su iglesia. Porque si la mitad del tiempo de siete, es tres y medio, el testimonio de los dos testigos es de 1260 días, (tres años y medio) contando en días la otra mitad, hasta culminar los siete, que serían en días, 2520, este conteo llegaría hasta, siete años en días, siendo contados así, son también los siete días de la última semana de Daniel, sí ese tiempo en días fuere dividido por (7 años) es de 360, que es el tiempo de semanas con sus meses de, un año, el cual indica cómo año indicativo de Dios en las profecías, del fin de los tiempos. Ahora de 1260 días de testimonio y la otra mitad es el de la gran tribulación. La revelación nos muestra un año de juicio, en los tiempos finales; con la separación entre chivos y ovejas, para los escogidos de Dios la vida eterna, y para los hombres de perdición condenación eterna.
Visión de la Menorá.
El lampadario o candelero, que se encontraba en el templo de Dios en Israel. Demostraba por medio de la profecía vista anteriormente en Zacarías 4:1-6, que hoy ellas representan las siete iglesias del Señor, con su santo Espíritu, como así lo describe la palabra; “y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro”. Apocalipsis 1:13.
Es por esto, que Cristo en su iglesia, es el Todopoderoso andando con ella y entre ella:
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”. Apocalipsis 1:16
La espada aguda de dos filos es su palabra, así los siete candeleros son la iglesia del Señor y las siete estrellas son su Espíritu Santo en los redimidos, y como siervos, los dos olivos indicados en la profecía; los dos olivos, como lo dice Zacarías, son los ungidos del Señor, los dos testigos separados, para traer a la iglesia en los tiempos finales los misterios de los siete truenos: “Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas”. Apocalipsis 10:4
Es así que Dios nos revela en:
“El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Apocalipsis 1:20
La gloria del futuro templo:
“En el mes séptimo, a los veintiún días del mes, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo: Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo:” Hageo 2:1,2
Dios en exactitud muestra la fecha en el séptimo mes, como ocasión de revelación en la época de Hageo, en el cual los dos profetas, uno como gobernador de Judá y el otro como sumo sacerdote, comunicaron en su tiempo, la voluntad de Dios a Israel.
En su entonces al momento antes de la culminación del destierro, Israel acomodado en el modelo lujurioso del mundo, adormecida su voluntad por las delicias y riquezas de las naciones alejadas de Dios, vivía en medio a sus vivencias, dentro de la gran ciudad de Babilonia. Sin reflexionar que, la promesa de Dios sobre el futuro de Israel, era fuera de la gran meretriz, que en la época gobernaba la faz de la tierra.
La orden de Dios a través de sus profetas, era de levantar el altar y reconstruir el templo junto a la ciudad santa de Jerusalén. Todo esto, en la tierra prometida por Dios a su pueblo; único lugar según las promesas, donde Dios habitaría con Israel para siempre.
Cuando Dios creó el mundo, en su propósito también hizo nacer su pueblo de entre las naciones, así también les dio un lugar exclusivo y santo para habitar, la tierra de la promesa, tierra que les sería por herencia para siempre.
Según las santas escrituras, Israel no tendría el cumplimiento de las promesas, a no ser en la tierra natal, legado de Dios, en donde el mundo no tiene parte, mas todo sería consumado si Israel en obediencia, cumpliese los mandamientos de Dios.
Setenta años se habían pasado en el exilio para Israel, porque ellos en desobediencia no habían observado ni tampoco escuchado a los profetas enviados por Dios; más al tiempo del término del exilio, una vez más el Señor compadeciéndose de su pueblo y cumpliendo sus promesas, enviaba a Hageo con otros, para librarlos del cautiverio y hacerlos volver, para que ellos levantasen el altar, reconstruyesen el templo y la ciudad, así también la protegiesen con los muros reconstruidos.
Ahora comprendiendo en nuestro propio tiempo, la enumeración en años del reinado del rey Darío, como el tiempo de los meses, así como los días en los cuales el Señor habló a Hageo: aprendemos que el segundo año de Darío, es mostrado por motivo del cumplimiento de revelaciones y profecías para Israel. Son dos tiempos (dados a conocer al apuntar el segundo año de su reinado) entre el inicio del cautiverio, como hasta su fin, después de los setenta años; también fue el comienzo de una nueva era de gracia; restablecida para reconstrucción como modelo exacto de Jerusalén y futuro de Israel celeste; todo para que fuese tipología del ulterior Israel construido en el Cristo prometido y venidero, al tiempo de nuestros días.
En nuestros días, época de la gracia, dos tiempos o dos milenios se pasaron en la anunciación del reino de los cielos al mundo, y esto como ocasión en tiempos; de finalizar las épocas en momentos de gloria para la iglesia del Señor; así como lo fue para Israel al término del exilio, cuando sus hijos volvieron y reconstruyeron el templo y la ciudad santa.
Anunciado todo esto por Hageo y los profetas en su época, fue para el cumplimiento de las profecías, las propias que se cumplieron para Israel: así en los días de hoy ya al final de todos los tiempos; tenemos el cumplimiento de las mismas en las épocas, así como en los días, donde se aproxima la gloriosa vuelta de nuestro señor Jesucristo, en donde previamente se construye la Jerusalén futura, en la tierra prometida y está hecha para la eternidad en Jesús; tierra prometida la cual es hecha, también reunida, en el poder del Espíritu Santo con Cristo, misterio que se cumple en todos y con todos aquellos que tenemos la marca de la promesa.
En referencia a lo escrito en la palabra llave de esta exhortación, Hageo (2:1,2). Los veintiún días, dentro del séptimo mes, acompañan las revelaciones del Señor, diciéndonos; que a los veintiún días según lo escrito en la palabra, son el cumplimiento de dos milenios, el vigésimo con ese un en destaque, es figura de entrada en el primer siglo del tercer milenio, todo esto después del dos mil seis, 2006. Veinte en siglos es confirmación del tiempo del segundo milenio, y uno de veintiún, la entrada al primer nuevo siglo del tercer milenio.
La palabra anuncia que en nuestro tiempo, con tiempos en la restauración del templo del Señor; se concluye la obra de Dios en la tierra, con el término temporal de la iglesia en su estadía pasajera por el mundo; lapso y conclusión del reino del Señor en la creación, como término de la construcción de su templo, en la comunión con los suyos, para consumación del cuerpo de Cristo junto a su iglesia, por ahora peregrina en nuestra época en el globo terrestre.
En la época de Hageo y Zacarías, estos mismos profetas anunciaron el fin del exilio y de la restauración de Israel en su tierra, como el levantar el altar de los sacrificios y la reconstrucción del templo con la ciudad santa de Dios, Jerusalén, la que con sus muros restablecidos sería un castillo fuerte a los hijos de Israel, todo esto comunicado por sus profetas y operadores escogidos y ungidos, que al anunciar la gloria de Dios, Él, Dios usaría sus testigos, los dos olivos Josué y Zorobabel, para entregar las medidas perfectas para le reconstrucción de la obra del Señor, siendo estas medidas, testimonio del Altísimo; herramientas, medios, acción y palabra con el poder del Espíritu Santo, en la edificación de la casa del Señor.
Hora Final
En la hora final, al término de las épocas; la iglesia a través del testimonio de los dos testigos, profetas usados por el Señor como instrumentos para la reunión universal de la iglesia; se reconstruye el templo de Dios en la reunión global de la iglesia; reunión hecha por medio de la palabra y del poder del Espíritu Santo, dejando fuera todo poder mundano de sofismas o doctrinas de hombres y demonios, apartando toda sensualidad en la doctrina de la palabra, construyendo y reuniendo a la iglesia en el poder del hijo de Dios a través de su Espíritu.
Transfiguración y misterio de los seis días:
El Señor en la transfiguración, la cual es descrita y revelada en: “Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con El”. Mateos 17: 1, 2, 3. Esta palabra nos muestra que seis días antes de ser manifestado este hecho, sus discípulos confesaron que Jesús era el hijo de Dios y el Cristo prometido, siendo así se cumplió el testimonio de sus discípulos en la confesión de Pedro movido por el Espíritu Santo: “Viniendo Jesús a la región de Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Mateos 16: 14-18
Jesús al preguntar a sus discípulos de quien era el Hijo del Hombre, según lo que decían; todos ellos respondieron, que unos decían, Juan el Bautista, otros, Jeremías, otros dijeron Elías o algunos de los profetas. Al obtener esta respuesta el Señor preguntó y ¿ustedes quien decís que yo soy? y Simón Pedro respondió: “Tu eres el Cristo, el hijo del Dios viviente, Jesús declaró entonces; Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Con esta revelación comprendemos que fue el Padre a través de su Espíritu Santo, que declaró la divinidad del Cristo redentor y por lo mismo Jesús le dijo a Pedro: Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Jesús quiso decir sobre mi Espíritu Santo edificaré mi iglesia y las puertas del hades o infierno, no prevalecerán contra ella.
Así confirmado por el Espíritu Santo, nos es revelado que antes de la transfiguración de Jesús, Mateos 17, hubo el testimonio del Padre; de que Jesús es en su Espíritu, roca angular de la iglesia y modelo exacto del Santuario del Señor.
En los tiempos presentes ya al fin de los días, los escogidos de Dios habremos de confirmar por su poder, la Santidad y gobernabilidad del Todopoderoso en Jesucristo, así como Dios mismo se lo confirmó en el monte a los apóstoles; ahora en el presente vivenciamos la trasfiguración de los hijos de Dios en Jesucristo, entre y en su iglesia; asimismo como en todo el mundo, el cual expectante de los acontecimientos habidos y por venir, observa los sucesos testimoniados en la iglesia del Señor, también la realidad en los acaecimientos manifiestos por todo el universo y los cielos. Los sucesos cósmicos que se aproximan, demuestran todo el poder y la gloria del Todopoderoso, gloria que reside en su hijo y Salvador, único Señor de la gloria.
Luego después de Seis días:
Seis días después de esto, de lo sucedido, significó refiriéndonos a lo descrito arriba; son seis días de tiempo en el acontecimiento de la declaración de Dios en el monte desde la nube; así como en el misterio de la glorificación de Cristo, un hecho de Dios; esta misma maravilla fue manifiesta por la propia voz del Todopoderoso a los suyos, esto como revelación por medio del Espíritu Santo a los apóstoles; el Espíritu nos relata, que: el tiempo presente de hoy es el del sexto día, época universal contemporánea; la de los hombres en su naturaleza humana, donde se encuentra la creación, en el atardecer del último día natural. Así vemos que seis días (6) corresponden a la revelación del tiempo de hombre, existencia y actualidad presente, junto a los hechos naturales y espirituales del fin de los días en la tierra, todo esto sucederá como acontece después del segundo milenio presente, en el cual Jesús en tiempo y fuera del tiempo es transfigurado, como lo fue en el monte; hoy también lo es en la iglesia en el poder del Espíritu Santo, para ser ella revestida con las vestimentas nupciales; a la espera del Salvador y Todopoderoso Jesús.
Describiendo:
Cuando aparecieron en el monte a Jesús, Moisés y Elías; demuestra este acontecimiento en misterio, el poder de Dios, que hay en Jesucristo sobre los escogidos y resurrectos; también ellos dos de una y otra forma representando los dos testigos en el tiempo de la transfiguración, ya que Moisés es el instrumento por el cual la ley fue escrita y Elías es el espíritu de profecía, no así de la misma manera en nuestro tiempo; en donde Jesucristo enviará dos profetas para dar testimonio del evangelio Eterno a su iglesia, con el Espíritu de Elías.
Misterio de la tumba de Moisés:
Moisés fue sepultado por Dios, así la palabra dice al tiempo de su muerte:
“Y murió allí Moisés siervo de Jehová, en la tierra de Moab, conforme al dicho de Jehová. Y lo enterró en el valle, en la tierra de Moab, enfrente de Bet-peor; y ninguno conoce el lugar de su sepultura hasta hoy. Era Moisés de edad de ciento veinte años cuando murió; sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor”. Deuteronomio 34:5, 6, 7.
Como vemos el Propio Dios sepultó a Moisés en el valle, o sea sobre un terreno sin alturas o terrenos escabrosos ni abruptos, más si en el lugar que no se podría encontrar ni identificar, lo escondió en su lugar, esfera o término de Dios; espacio, antes del cielo prometido, junto a Elías que apareció en el monte en la misma condición a la de Moisés, el cual fue arrebatado en un carro de fuego y vivo:
“Y aconteció que, yendo ellos hablando, he aquí, un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos: y Elías subió al cielo en un torbellino”. 2 Reyes 2:11
Estos acontecimientos: dan testimonio del evangelio Eterno, también muestran la glorificación de la iglesia por el poder del Espíritu Santo; todo será al sexto y último día de la creación, único suceso junto a los sucesos actuales que acompañan a los tiempos presentes, como ejemplo de la realidad final de los días vigentes, estos días en los cuales estamos; son al final de los seis días de la creación, como tiempo sexto y último en el atardecer de los siglos, en donde hechos finales ocurridos a los días concluyentes de nuestra era serán; en el sexto y último día de la creación, son y serán períodos antes de la venida del Señor y durante la transfiguración de la iglesia en el poder del Espíritu Santo, al final de los siglos en el universo aparente y palpable.
El siervo vigilante:
“Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos”. Lucas 12:35-38
Debemos saber que todos los que estamos vigilantes a la espera de la hora en que ha de venir nuestro Señor en su gloriosa vuelta, estamos despiertos sabiendo que Él no vino ni en la primera vigilia ni en la segunda, refiriéndonos a los dos primeros milenios pasados, más hemos llegado a la tercera vigilia, que es en nuestro tiempo actual, el tercer milenio al cual ya dimos entrada. El primer milenio se pasó, así también el segundo, y ahora acabamos de entrar al tercero, que es en nuestro tiempo actual, mitad de un tiempo de siete, como la media hora final según el evangelio. “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora”. Apocalipsis 8:1. Una hora cuenta con sesenta minutos, (60) la mitad son (30), una hora aquí significa una hora determinada antes del fin, como son los últimos siete tiempos de Daniel, o última semana de las setenta, media hora es un marcador que indica la mitad de esa hora, o sea treinta minutos, (30) así como en Daniel, lo son los primeros tres tiempos y medio de la última semana, antes del fin.
Las diez vírgenes
En la parábola de las diez vírgenes, la cual representa a la iglesia al final de los tiempos, observamos que de las diez, cinco vírgenes, o la iglesia en el Espíritu Santo de Dios, estaban munidas de aceite o llenas del Espíritu, ahora las otras cinco fueron insensatas al no guardar el aceite, o sea apagaron el Espíritu en sus almas, no se mantuvieron firmes en la fe; se habían enfriado y perdido la unción.
“Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron”. Mateos 25:5. Todas estaban adormecidas pero no todas estaban llenas del Espíritu, y cuando llegó la hora final de su tiempo en el mundo, a la hora de la venida del Señor despertaron, justo al término de la hora final, a la media noche, o segunda vigilia.
Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Apocalipsis 1:6
“Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas”. Mateos 25: 7
Toda la iglesia presenciará la venida de Jesús a su vuelta:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo lo verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén”. Apocalipsis 1:7
A la media noche significa en la escritura, en la segunda vigilia al final de ella, entrando en la tercera, y para comprender nosotros; digo al entrar al tercer milenio, considerando las vigilias en mil años cada una, y la última a partir del 2006 de nuestra era.
La iglesia con el sello de la promesa será guardada con su Señor dentro de su casa, en su templo; ahora la iglesia insensata, sensual y en la carne sin el Espíritu de Dios, el cual lo tuvo, pero al perderlo, será dejada para atrás y en tinieblas, apiladas para ser arrojadas al lago de fuego.
“Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan:
Más las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas El, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”. Mateos 25: 8-13. Observad también en: “Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos; más los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes”. Mateos 8:11, 12
La misma iglesia obediente de la parábola de las diez vírgenes es la que en tipología hoy está como adormecida, pero esperando al Señor en la gracia; algunas llenas del Espíritu Santo y otras no; aguardando la gloriosa vuelta del Señor Jesús.
El fin del tiempo a su tiempo, de glorificación de Dios:
Dios habló en su tiempo por medio de Hageo y este a Zorobabel y a Josué, y por intermedio de estos a todo el pueblo; los dos como instrumentos de Dios, para la edificación del templo del Señor al fin de los setenta años, para mostrar la medida exacta de la estructura del templo a ser reedificado en el cumplimiento de la ley en obediencia, como en la voluntad del Creador, testimoniando Josué y Zorobabel la gloria de Dios a Israel en su santuario, estando ellos en su presencia como testigos de su voluntad.
“Me llevó luego a la puerta, a la puerta que mira hacia el oriente; y he aquí la gloria del Dios de Israel, que venía del oriente; y su sonido era como el sonido de muchas aguas, y la tierra resplandecía a causa de su gloria. Y el aspecto de lo que vi era como una visión, como aquella visión que vi cuando vine para destruir la ciudad; y las visiones eran como la visión que vi junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Y la gloria de Jehová entró en la casa por la vía de la puerta que daba al oriente. Y me alzó el Espíritu y me llevó al atrio interior; y he aquí que la gloria de Jehová llenó la casa”. Ezequiel 43; 1-5
La gloria del Altísimo en su venida, con su presencia llegando desde el oriente
“Habla ahora a Zorobabel hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, diciendo ¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su gloria primera, y cómo la veis ahora? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?”. Hageo 2: 2, 3
En nuestro tiempo algunos creemos, que la fe de la iglesia es, como lo fue, al principio del cristianismo, donde la pureza en fe era más fuerte de lo que hoy; los primeros convertidos en su mayoría conocieron a los apóstoles, los cuales vivieron y presenciaron a Cristo el Salvador del mundo, así mismo nosotros hoy, a pesar de no ser testigos presenciales testificamos la manifestación de Cristo por medio de la fe, poder usado por la iglesia para adorar e invocar el santo nombre del Señor Jesús; sin embargo en el presente tiempo, la somnolencia en muchos, los cuales duermen a pesar de la certidumbre que han obtenido por el poder de Cristo, se han dejado llevar por los deleites del mundo actual y presente, los mismos que encantan sus impulsos sensuales.
En los primeros siglos del cristianismo, la iglesia estaba repleta de hombres y mujeres llenos de gracia, abnegación y entrega al Señor, llegando muchos hasta el propio martirio; todos ellos manteniendo la convicción de la salvación y vida eterna, por medio de Cristo.
En los tiempos de los primeros escritos en el libro de Hechos, testimonio apostólico relator de los primores y maestrías, como la abnegación y entrega de la iglesia al Señor Jesús, muchos fueron santos en la perseverancia y entrega sobre la faz de la tierra; fue una época donde se constata y testifica la poderosa presencia de Dios sobre apóstoles, profetas, obispos, diáconos, evangelistas, pastores y obreros así de todo miembro del cuerpo de Cristo nuestro Dios.
Así en esta gloria de Dios, descrita en la manifestación de Cristo en los suyos, es sobre los cuales; constatamos la habitación de Dios en los hombres renovados a través del poder Espíritu Santo, la misma es raza elegida siguiendo la luz inaccesible en el mundo, manifiesta en el Verbo desde el principio; así mismo desde los altos cielos antes como hoy es conducida por Dios al amparo de Jesús, también a los que estaban y están en el renacimiento con Él; en el principio como en nuestros días son ellos los mismos que han pasado a ser transformación de tienda terrena, en su Santuario; templo de Dios peregrinando en la tierra, antes de su poderosa manifestación en la iglesia.
Al comienzo la gloria de Dios era testificada como lo es divinamente en el presente; por todos los que somos edificación en el templo de nuestro Señor Jesucristo: todo este misterio ha sido desde siempre manifiesto en la iglesia, y así lo será hasta el fin.
¿Quién entre nosotros puede ver la gloria de Dios, como era al principio en Jesús? Somos nosotros a los que el Señor ha hecho nacer de nuevo; Que es la manifestación real de Dios por medio de su Espíritu en los hijos de la promesa, santuario edificado como nacido por medio del Espíritu Santo.
Edificando la casa de Dios en el templo de la gracia; nos acercamos hermanos en los tiempos finales al atardecer del sexto y último día de la creación; ya es tarde y muchos duermen, aun sabiendo la aproximación de los hechos finales, y es que el Señor viene en la oscuridad de la noche como llega el ladrón; en esa vigilia, los que no estén llenos del Espíritu Santo, no podrán resistir la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo; serán dejados en las tinieblas exteriores y lanzados al lago de fuego posteriormente. Veamos lo que el Señor nos advierte en: “Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba. Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:1-9
Como en las diez vírgenes el Señor vendrá en la noche, a la medianoche, completándose el misterio en la tercera vigilia, como en la parábola del siervo vigilante ya revelado aquí.
Así es expuesta la explicación del mensaje, de Hageo de 2: 2, 3, detallados al principio del sermón, escrito en las explicaciones que se siguieron, las cuales nos hablan sobre la gloria de Dios en su primera casa, como lo fue en el tiempo de Hageo, así como también los es ahora, en el tiempo de nuestro Señor Jesús, junto a su iglesia en su Santuario en la gracia.
El Llamado a través del testimonio del evangelio Eterno
Pues ahora, Zorobabel, esfuérzate, dice Jehová; esfuérzate también, Josué hijo de Josadac, sumo sacerdote; y cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad; porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos. Hageo 2: 4
El Espíritu Santo es aquel que nos llama, también nos da a conocer el pecado para arrepentimiento; así como nos muestra la gloria de nuestro Salvador para remisión, con la cual seremos sellados con el Espirito de la promesa; Dios misericordioso nos entrega la esperanza de la redención, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
En el libro de Hageo nos muestra como Dios a través de Josué y Zorobabel, testigos de la palabra, como cumplidores de su voluntad, fueron ellos los que como instrumentos, Él usó para guiar Israel de vuelta a la tierra prometida.
Ahora en el tiempo de la gracia, Dios por medio de Jesús nos instaurará en el reino de los cielos y nos conducirá en su promesa a los cielos, gracias a su misericordia y sacrificio en la cruz, en donde en el suplicio de su muerte, nos llevó a nosotros en el mismo misterio, que muriendo para este mundo, resucitásemos con Él incorruptos en el alma, sacrificando la forma natural; con la promesa de un cuerpo incorruptible, en la conclusión de las obras en el nuevo mundo venidero, proyectado por Él.
Y es claro que hoy, nosotros los que recibimos la salvación, somos conducidos por el Espíritu Santo a la patria celestial.
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.
Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. Hebreos 12:2.
“Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir”. Hebreos 13:14
“Según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto, así mi Espíritu estará en medio de vosotros, no temáis. Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos”. Hageo 2: 5-7
El pacto de Dios con Israel es para la perennidad, el nuevo pacto es aquel que completa la promesa de Dios a su pueblo en su iglesia.
“Y tan terrible era lo que se veía, que Moisés dijo: Estoy espantado y temblando; sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”. Hebreos 12: 21-24
Y Dios promete como ya lo hizo; de hacer temblar cielos y tierra, conmover el mundo palpable, traer cataclismos sobre la tierra así como sobre todos los hombres, hasta que venga el deseado, el Hijo del hombre, el Todopoderoso Señor de los ejércitos; Jesús nuestro Dios Salvador. La presencia de la perfección de Dios manifiesta en su iglesia, produce: conmoción, alteración en las cosas movibles e imperfectas, la misma remoción de estas para dar cabida y acceso a la nueva y eterna.
Así en el presente con Dios y Él en medio de su pueblo, es el Cristo, Jesús restaurando el altar y la casa de Dios; la conclusión será en la culminación de su obra en la tierra, con el rescate de los redimidos, para su gloria Eterna junto a su iglesia.
“¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”. 1 Corintios 6: 19
Todas las riquezas son de Dios; la de los cielos como las de la tierra:
“Mía es la plata, y mío es el oro, dice Jehová de los ejércitos. La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2: 8, 9
Tenemos en nosotros el poder de la vida, el Espíritu Santo, por el Cristo Salvador; con ello todas las riquezas, las de este mundo como las del porvenir en la gloria futura, de la vida presente y ulterior; porque la vida eterna en Cristo, es toda magnificencia en Él, vida existente y real en nosotros por su Espíritu Santo, presente en este tiempo, como para la eternidad.
La sola presencia de Dios en nosotros, opaca con su destello y el refulgente de su fuego consumidor, toda materia pasajera e inestable. Para que podamos dar en una nueva forma hecha por Dios, glorias al Altísimo, según su magnificencia y majestad.
La casa de Dios, es la morada del Espíritu Santo, de Cristo, del Padre incluyéndonos a nosotros en la adherencia como hijos en adopción; es esta una mayor gloria en el presente, que la prometida antaño en el tiempo de la ley, que fue la sombra de la actual y contemporánea anunciada antes del Cristo restaurador, para ser cumplida en el Creador Verbo de Dios.
Gloria que recibimos de Dios en Cristo Jesús, por medio de su Espíritu Santo. Porque Padre, Espíritu y el Verbo son tres en uno, y nosotros con su presencia como alma renacida, seremos una cuarta manifestación por la gloria del Dios Padre en su Hijo, que es el Verbo manifiesto en todo su poder por medio del Espíritu Santo.
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”. Juan 14: 1, 2, 3
“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Juan 14: 23
Los tiempos en tiempos de restauración y culminación de lo inestable y movible:
“A los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino palabra de Jehová por medio del profeta Hageo, diciendo:” Hageo 2: 10
Quisleu (kislev) es el tercer mes del año civil, y el noveno mes del calendario judaico.
El tercer mes Kislev, del año civil porque: es en el mes de Tisri, primer mes del año civil y séptimo del año del calendario judaico, que comienza en el mes de Nisán, año religioso de Israel establecido en la ley de Moisés, se inició con la salida de ellos de Egipto en el transcurso de la primera pascua.
Porque cuando Dios le habló a Moisés, antes de salir de Egipto le dijo:
“Habló Jehová a Moisés y a Aarón en la tierra de Egipto, diciendo: Este mes os será principio de los meses; para vosotros será este el primero en los meses del año. Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres, un cordero por familia”. Éxodo 12:1, 2, 3
A los diez días de ese mes, Nisán, Dios mandó separar un cordero sin defecto, prefigurando al cordero pascual en Cristo, como un diezmo y primicia a su pueblo, Dios lo entregó como sacrificio; pues así dice la palabra sobre este misterio “Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois; porque nuestra pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros”. 1 Corintios 5:7; testifica la palabra, que nuestra pascua ya fue sacrificada por nosotros y esto refiriéndose al sacrificio de Cristo por su iglesia, en el tiempo presente.
Misterio acaecido en prefigura del real y actual en Cristo; luego al salir Israel de la ley escrita en tablas de piedra por medio de la pascua, al ser sacrificada en Cristo, para con esto ellos entrar en la ley de la gracia, por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Ahora en el tiempo de Moisés, el cordero separado a los diez días del mes de Nisán, era prefigura de Cristo que fue sacrificio definitivo en el tiempo del albor de la salvación por medio de la gracia, acontecimiento transbordando desde lo alto en el sacrificio del Mesías prometido. Ahora recordando lo antes escrito en la ley; Dios ordenó a su pueblo:
El animal será sin defecto, macho de un año; lo tomaréis de las ovejas o de las cabras. Y lo guardaréis hasta el día catorce de este mes, y lo inmolará toda la congregación del pueblo de Israel entre las dos tardes. Éxodo 12:5, 6
Esta ocasión, fue para que Dios pudiese manifestar su obra en su pueblo y revelar a Israel, que con este sacrificio vendría a ser uno en toda la nación, como si fuese para un solo hombre, dádiva de Dios, entregando en sombra su primogénito para remisión de los pecados en la humanidad, en tiempos en los siglos hasta el fin; en el misterio del sacrificio, el cordero sería una misma carne con todos los redimidos, carne que prefiguraba a Cristo, o sea el cordero pascual, que inocente, pagaría los pecados de los primogénitos de Israel, “y endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al primogénito de mis hijos sacrifico para Jehová”. Éxodo 13:15
Dios sacrificó en el altar el cordero pascual, (el santo Cristo) para redimir, justificar los primogénitos (pecadores) de Israel.
Por este mismo sacrificio también, serían perdonados los pecados de los primogénitos de Israel; a partir de la sangre derramada, así también con la carne del cordero asada en el fuego en(holocausto, todo quemado); todo hecho en las ordenanzas de Dios, como santa convocación ilusoria de la verdadera y real, que vendría a su tiempo con Cristo, mostrándonos el Espíritu Santo con el fuego encendido en el altar para asar la carne, que significaba el poder de la presencia de Dios en el cuerpo y alma de sus redimidos, ungidos en las llamas y brasas de su poder.
La sangre del sacrificio en la ley mosaica, pre anunciaba el propio espíritu de vida del cordero expiatorio, prefigura del verdadero, que vendría en Cristo.
Hablando sobre el nuevo pacto, con esto del Cristo prometido a Israel; donde trayendo Él la salvación en su Espíritu a las almas de los alcanzados y escogidos, obtuvo la primicia de entre los vivos y los muertos; así también la resurrección a su pueblo en un cuerpo renovado, en la naturaleza del hijo de Dios.
La palabra nos revela con esto, el privilegio que Israel obtuvo, al alcanzar las primicias de las riquezas de este mundo y del venidero; en el sacrificio del cordero pascual, primero en la expiación en la ley modelo de lo verdadero, el cual fue en el Cristo auténtico sacrificio eterno, como cordero pascual expiatorio, recibiendo todos de Dios en Él, libertad y perdón al hombre natural renovado por el Verbo; en donde a los redimidos les fueron entregadas de una sola vez, las promesas hechas a Abraham y a los profetas, los cuales recibieron de Dios toda palabra verbalizada, espiritualizada y materializada en el Salvador, que mostró a Cristo como principio y fin de toda la gloria de Dios.
Dios dijo con respecto a Israel: “Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito”. Jeremías 31:9
Anunciado en misterio el sacrificio de la pascua, Dios nos trae la lucidez, que en el mes de Nisán (Primer día del nuevo mes y año) separado a los diez días el cordero y sacrificado a los catorce; Dios nos muestra que este es un ciclo, en su hora mes y año, un acceso abierto a través del velo en dirección a Dios; este mismo siendo el cuerpo de Cristo penetrando desde el mundo natural hasta las puertas del cielo; camino abierto desde la tierra hacia la morada celeste; siendo esto, acontecimiento en el poder y sangre del cordero; en todo lo dicho vemos concluido en el pacto de Dios con su pueblo: también en misterio comprendemos que este nuevo tiempo fue concedido al pueblo de Israel, por este tener que ser en Dios primogénito, en el primogénito, que es Cristo.
Como misterio revelado y manifiesto en el día de la pascua, Dios dio en Él libertad a Israel de su cautiverio de Egipto: por medio del sacrificio de la pascua realizado en la época de su esclavitud; después de eso Dios escondería su pueblo en la protección de su Espíritu Santo, manteniéndolo en su sombra protectora, hasta la consumación de las promesas ofrecidas en la tierra prometida, así los guio a la culminación en misterios concluidos en la tierra modelo de la futura; en donde solo allí Dios estaría con ellos, fuera del resto del mundo antes de la redención de su naturaleza, la cual verdaderamente vino en el Cristo anunciado y prometido.
“Y tomó su parábola, y dijo: Dijo Balaam hijo de Beor, Dijo el varón de ojos abiertos; Dijo el que oyó los dichos de Jehová, Y el que sabe la ciencia del Altísimo, El que vio la visión del Omnipotente; Caído, pero abiertos los ojos: Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set. Será tomada Edom, Será también tomada Seir por sus enemigos, e Israel se portará varonilmente. De Jacob saldrá el dominador, y destruirá lo que quedare de la ciudad”. Números 24: 15-19
Kisleu el noveno mes, en el mismo en que Hageo a los veinticuatro días, nueve meses después de la pascua, o tres a contar de Tisri, profetiza sobre la infidelidad de los israelitas de sus sacerdotes y de todo el pueblo, como la restauración del altar, reconstrucción del muro, restablecimiento de Jerusalén y su templo. Es en este mismo mes, donde Nehemías ora a Dios intercediendo, recordando a Dios sus promesas hechas a Israel. “Palabras de Nehemías hijo de Hacalías. Aconteció en el mes de Quisleu, en el año veinte, estando yo en Susa, capital del reino”. Nehemías 1:1
“Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos; esté ahora atento tu oído y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo”. Nehemías 1:4-7
Es en este mes, o noveno, en el cual Dios acusa su pueblo de serle infiel y de no tener sobre ellos sus bendiciones por causa de sus infidelidades y desobediencia.
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Pregunta ahora a los sacerdotes acerca de la ley, diciendo: Si alguno llevare carne santificada en la falda de su ropa, y con el vuelo de ella tocare pan, o vianda, o vino, o aceite, o cualquier otra comida, ¿será santificada? Y respondieron los sacerdotes y dijeron: No. Y dijo Hageo: Si un inmundo a causa de cuerpo muerto tocare alguna cosa de estas, ¿será inmunda? Y respondieron los sacerdotes, y dijeron: Inmunda será. Y respondió Hageo y dijo: Así es este pueblo y esta gente delante de mí, dice Jehová; y asimismo toda obra de sus manos; y todo lo que aquí ofrecen es inmundo”. Hageo 2:11-14
La impureza de Israel trajo el juicio de Dios sobre ellos, de unos para redención y a otros la desgracia y tribulación; sufrimiento a aquellos que eran moradores de la gran ciudad reina del mundo, Babilonia, para la cual solo le restaba condenación por escoger la inmoralidad e idolatría; la meretriz de todos los pueblos, Babilonia, quedaba despojada con el cumplimiento de la promesa de Dios a Israel, sacándolo y llevándolo de vuelta a su ciudad natal, Jerusalén, ciudad de Dios, Israel.
Ahora Israel al volver para reconstruir lo que estaba a la espera como promesa, fue restablecido en la tierra del juramento, junto a su ciudad natal Jerusalén, con el Señor en su templo y su gloria, iluminando a todos los que llamados, fueron también redimidos y alumbrados en sabiduría. Todo esto, en este mismo noveno mes.
Los sacerdotes de Israel en el tiempo de la reprensión de Dios sobre ellos, en el curso de los setenta años en que estuvieron en Babilonia, fue este un lapso de probación, para que pudieran retornar a la tierra santa en santificación al Señor; ellos en sus pecados estaban sucios y contaminados por la rebeldía y transgresión de la ley y aunque ofrecían a Dios, sacrificios según lo establecido en la ley, les era imposible consagrarse; por ellos estar manchados por el delito y desobediencia, como de la inmundicia moral.
“Ahora, pues, meditad en vuestro corazón desde este día en adelante, antes que pongan piedra sobre piedra en el templo de Jehová”. Hageo 2: 15
Antes que los israelitas estuvieran en el exilio, tenían, sucesos maravillosos en todo Israel. Las promesas de Dios les llovían desde el cielo, abundantes cosechas, aumentaban a los millares sus rebaños, y los primogénitos de Israel eran todos bendecidos, a no ser en los momentos que ellos pecaban y Dios les castigaba por un tiempo y luego después, la misericordia de Dios les era restablecida. Por sus pecados Israel fue llevado al cautiverio con la promesa de Dios de restablecerlos después de setenta años en el exilio en Babilonia. Así dice la palabra que: “Os herí con viento solano, con tizoncillo y con granizo en toda obra de vuestras manos; mas no os convertisteis a mí, dice Jehová. Meditad, pues, en vuestro corazón, desde este día en adelante, desde el día veinticuatro del noveno mes, desde el día que se echó el cimiento del templo de Jehová; meditad, pues, en vuestro corazón. ¿No está aún la simiente en el granero? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el árbol de olivo ha florecido todavía; mas desde este día os bendeciré”. Hageo 2: 17, 18, 19
Las bendiciones para el pueblo de Dios vinieron después del exilio y desde ese día, a partir del Veinticuatro del noveno mes, tiempo en que se echaron los cimientos del templo de Jehová, desde allí en reparo de sus pecados, Dios los bendijo nuevamente, así como en los días actuales, Jesús bendecirá su iglesia una vez ella haya salido del mundo y todos sean adoradores en Espíritu; hoy es la iglesia que convive en medio de la gran meretriz, ciudad grande del mundo, la misma que domina los pueblos por causa de su prostitución y corrupción. Veinticuatro días en años es el tiempo que a partir de ese día, veinticuatro, desde el principio hasta su término, la iglesia del Señor tendrá cumplimiento de la promesa.
Los 24 días del noveno mes que son revelados en Hageo 2:10-18, -19,20 son los acontecimientos que anuncian la restauración de Israel, estos reiterados en el libro cuatro veces, indican los tiempos, tiempo y mitades de fases, antes de la gran tribulación.
Así hoy, ubicándonos en nuestros días, en referencia a nuestro tiempo real; los que salgan dejando la gran ciudad de Babilonia, tendrán las riquezas de la redención y el cumplimiento de la vida futura; Babilonia es, el estado predominante que domina al mundo en la actualidad, así como la propia naturaleza del hombre; esta es, la meretriz que prevalece sobre todos los pueblos sobre la faz de la tierra. Esta ciudad es la que quedará en ruinas para condenación eterna.
En nuestro tiempo, justo al final de la revelación de los siete truenos, según el libro del Apocalipsis, en la última etapa de la gracia derramada sobre todos al fin de los milenios, al tiempo del final de los 24 últimos días: los hombres de Dios en obediencia tendrán restablecidas sus promesas, al ser puestos en el verdadero santuario por el poder del Altísimo, que es el de Cristo, reconstruido por medio de la fe de su iglesia, unidos en el poder del Espíritu Santo.
“Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como Él lo anunció a sus siervos los profetas”. Apocalipsis 10:4-7
La muerte de los dos testigos, Apocalipsis 11, es el comienzo del toque de la séptima trompeta y el final del mensaje del evangelio Eterno de Jesucristo, así como también toda obra de Dios ya concluida en la tierra; con la cosecha del Señor resguardada y separada de la maleza. Los siete truenos son el mensaje revelado en misterio, en porción doble a la iglesia en los tiempos finales. Al final del toque de la última y séptima trompeta, todo será en la resurrección de los muertos como en la gloriosa venida del Salvador y Dios nuestro, el Señor Jesucristo. Es aquí también en Apocalipsis (10:7) “sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas”. Escritura donde se nos revelará que el tiempo no será más y se acabará el tiempo de la gracia en el mundo; concluyéndose así los eventos finales en la hora dispuesta por el Todopoderoso.
“Y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces. Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas. Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más”. Apocalipsis 10: 3-6
Babilonia:
“Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos”. Apocalipsis 17: 3
Babilonia es el hombre mundanizado, social y espiritualmente en su naturaleza servil al pecado y a toda prostitución, es una humanidad en sensualidad, así también es toda manifestación de poder político y religioso, como filosófico y orientaciones doctrinarias que apostatan, al contradecir la fe cristiana.
Los nombres de blasfemia que Babilonia posee, son aquellos títulos, en que los hombres se honran a sí mismos en el mundo, dominando la potestad socio política económica, militar, espiritual y religiosa entre las diferentes costumbres y creencias globales; además está en el control de los diez principales poderes de la tierra, antes de transformarse en la bestia, esto en el dominio, junto a todas las organizaciones que lideran el mundo en la actualidad, anticipo de la demostración de poder de satanás, antes de la conclusión del fin de los tiempos.
Las siete cabezas son las potencias caídas, que predominan controlando el poder en las diez fuentes principales, centro del poder global, dominando con sus tentáculos, los principales líderes individuales y liderazgos en agrupaciones globales en la tierra. La bestia es escarlata, porque tiene el color del fuego que arde, o sea la condenación futura.
Los tiempos del fin:
Los 24 tiempos del noveno mes de Hageo, establecen una época en la cual si contados estos días del mes judío, acabados de ser citados, como años; hablando en nuestra época en esta medida de tiempo: Si consideramos los 24 días como años a partir del final de 2006, época conclusiva del tiempo del calendario gregoriano, término del segundo milenio; nos encontraremos en 2030, ocasión aproximada en el tiempo en esta dicha profecía: Era del calendario usado por el mundo actual, esto justo en el tiempo en que Babilonia, el mundo sensual de nuestra época, será dejada al despojo al ser destruida; e Israel, con la iglesia llevados en la gracia por el camino de la santidad eterna, que es Cristo en el cumplimiento de su palabra, la cual será recompensa dada por Dios a la iglesia. La misma recompensa que solo existe en la tierra natal del pueblo escogido, la cual es hoy, el Señor Jesús junto a los hijos de la promesa, todos en plena comunión con el Espíritu Santo.
Babilonia su reino y su fin.
“Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios. Y la mujer que has visto es la gran ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”. Apocalipsis 17: 15-18
El mundo; es el lugar donde se sienta la meretriz, mujer que representa Babilonia actual, la cual es la ciudad que está sobre el mundo presente, es decir la humanidad, que sentada sobre las iniquidades producidas a partir de la sensualidad del hombre, se transformará en la bestia del Apocalipsis, que también es la criatura humana, en estado deshumanizado bestial.
La bestia: son todos los pueblos de la tierra (excepto la iglesia), los mismos que cayeron por sus pecados, siendo antes Babilonia, para que después de desnaturalizada, caer en las manos de Satanás.
Los diez cuernos, son los poderes en la tierra, que rigen la naturaleza humana espiritual y biológica, descompuesta y en estado de putrefacción; naturaleza en otra carne, conducida por los hombres manipulados por Satanás, ella misma es la nueva torre de Babel, que en confusión espiritual en un poder centralizado, controla al ser humano, en una nueva Orden sociedad política religiosa, llamada inclusiva, progresista, nueva era, estado profundo, NOM, nueva orden mundial, que profesan paz y seguridad y otros nombres blasfemos; proponiendo y manipulando al hombre a partir del mal, dando opción a la humanidad de hacer todo, en todo tipo de torpezas en la carne, conviviendo entre la ley que rige al hombre en su estado natural y sensual, maniobrando su forma de pensar, como actuando en su esencia, naturaleza en estado espiritual deshumanizado; así este poder manipulando el hombre, controla en la realidad del mismo, el comportamiento y el querer en el campo sensual, confundiendo al cuerpo grupal de los hombres, que se relacionan conviviendo en medio de la gran ciudad, en donde el poder de la bestia obtiene su fuerza a partir de la corrupción de todos los pueblos; creando influencia y poder manipulador, en su inmoralidad.
Este poder infiltrado en medio a los valores ya dispuestos en sus tradiciones y fe cristiana, existente en la actual sociedad mundial; es la doctrina diabólica, que infiltrada intenta controlar el campo mental del hombre, a través de sistemas de demonios; es una nueva religión operante en la naturaleza carnal: herramienta maligna manipuladora, la que es usada por el grupo de los diez, liderados por la fraternidad Blanca, doctrina de Satanás.
La rebeldía a Dios, tiene como salario la perdición: la fuerza del grupo de los diez es usada por la bestia de cuatro faces en un cuerpo, bestia que para llevar los hombres de perdición a la esclavitud y sumisión total, debe usar esta manipulación fisiológica como espiritual, para el control absoluto del sistema universal bilógico y material. A estos los rebeldes, los que operan en obediencia al mal, les está destinado la perdición y condenación, donde ellos mismos pagarán suplicio eterno.
Junto con ellos sufrirán el fuego, los demonios que les engañaron, les serán por compañeros en el suplicio eterno, todos estos son los mismos que ya saben que están condenados, y todos al final, serán arrojados al lago de fuego, el cual está reservado a los que sufrirán castigo eterno, que es el sufrimiento sin fin de los que se pierden, por los siglos de los siglos.
Los poderes que en la actualidad dominan el mundo con las garras de Satanás, aborrecen a Babilonia, porque ellos mismos al corromperla, quieren su destrucción y dominio sobre el estado natural del ser humano, para así una vez ella destruida en su corrupción, entregarla, o sea entregar el mundo al Dragón, la serpiente antigua; creyendo ellos mismos que en el milenio existirán para siempre, en el dominio y control de la materia universal.
Es por eso, que es en este tiempo, al final del testimonio del evangelio Eterno, es un mismo período de separación y remisión de la iglesia del Señor, así también de Israel. Condenación al mismo tiempo del mundo gentilicio que, transformado de Babilonia al cuerpo de la bestia; será enjuiciado y destinado al suplicio eterno.
Después de los 24 años, tiempo aproximado del hombre, de 2006 del calendario gregoriano, (por ser en el seis del seis del dos mil y seis, cumplimiento milenario en números de hombre,) hasta 2030, más o menos tiempo en los días finales: sucederá todo acontecimiento antes del reinado del anticristo. Ahora sí exacto en el tiempo de Dios, no es conocido por hombres ni ciencias en el mundo, ni fuera de Él.
Esclarecimiento, de babilonia y la bestia:
De Babilonia Dios nos habla y conferimos en la palabra: “Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. Apocalipsis 17:3-5
Las siete cabezas son las siete colinas de Roma actual, el presente y grande imperio Romano que domina el mundo entero, sistema social y político, junto a sus falsos dioses y sus ejércitos con todas sus riquezas, es esta la misma bestia o bestialidad en el ser humano, que guía al hombre en las sombras del poder del abismo comandado por Satanás. La bestia: son los pueblos, naciones, lenguas, religiones, costumbres, políticas determinadas por el estado profundo del grupo de los diez cuernos en el Dragón; el nuevo orden mundial o el gran imperio romano del presente: estas son las naciones dominadas por el dragón, dominio facilitado por los pecados de Babilonia, que permite los liderazgos en la cabeza de la bestia, la que tiene siete cabezas y sus diez cuernos.
Señal en el mundo espiritual conforme la realidad en los pueblos en la tierra:
También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas. Apocalipsis 12:3
Esta señal anunciada en el capítulo 12:3 de Apocalipsis; es la misma realidad que es descrita y anunciada en la palabra en Apocalipsis 17: 3
La realidad de la imagen de la bestia son los hombres que se corrompieron. “Me dijo también: Las aguas que has visto donde la ramera se sienta, son muchedumbres, naciones y lenguas”. Apocalipsis 17: 15. La imagen fue creada espiritualmente y terrenalmente, traída desde los abismos, y desde el submundo hasta la tierra por el diablo, incrustada en el hombre como señal de dominio y control.
En la palabra del libro de Apocalipsis 12: 3 y de Apocalipsis 17: 15 nos es mostrado que: por la maldad del hombre y por haber estos entregado sus reinos a la bestia; hicieron realidad en la tierra de la imagen bestial en sí mismos, porque esta es realidad primero, en la naturaleza decadente consumándose espiritualmente, para después transformarse realidad en el hombre servil al mal, y perdido del proyecto inicial de Dios (Apocalipsis 12:3) y después terrenalmente, Apocalipsis 17: 3, 15
Esta realidad también es revelada en: “Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo”. Apocalipsis 13: 1
“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas”. Apocalipsis 17: 1
El mar, son los pueblos como aguas del mundo, el propio universo natural y atómico, así también dice en Apocalipsis 17:1, que la ramera o Babilonia, en realidad es el ser humano en la tierra; el cual está sentado sobre muchas aguas, pueblos del mundo.
El falso profeta, una vez haya conseguido su propósito de engañar al mundo; después de haber bestializado al ser natural, conseguirá sus objetivos, los cuales son: entregar todo poder a la bestia, conjunto humano gentilicio esclavizado por el mal, los hombres de perdición, los que estando en manos del dragón, objetivarán sus propósitos para el dominio del mundo material elemental, ideológico, este ser inhumano el cual está guiado en los caballos, bermejo, negro y amarillo; control o fuerza dominadora del ser de perdición; el mismo estando desde el punto sin retorno, pasa a tener la personalidad y carácter de la bestia, dominada por el dragón.
Todo esto es manifiesto al término del testimonio de la palabra del evangelio Eterno, luego antes de la aparición del hijo de la perdición, en su carácter diabólico, globalizado en su estructura, poder y en un cuerpo, intentará destruir la iglesia de nuestro Señor, pero será derrotado por el Señor Jesús.
“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”. Apocalipsis 19: 19, 20
Es el falso profeta, con sus engaños y mentiras, como falsas religiones, ideologías políticas, la propia idolatría y falsos dogmas dentro también de algunas instituciones cristianas, que en sus interpretaciones mentirosas falsificaron la verdad desviando la realidad de la palabra de Dios.
Las doctrinas engañadoras que usan como herramienta en la política, religión, filosofías, o leyes internacionales globalizando el poder, en el intuito de dominar y controlar todos los pueblos de la tierra; son las armas favoritas del falso profeta, poder oculto que el dragón usa en el dominio de la conciencia humana, creando enfermedades psicosomáticas en el espectro de la imagen del abismo en la tierra, usando el caballo de Troya, que es el ser inhumano introducido en el tiempo final, formando el cuerpo de la bestia del Apocalipsis.
Cuarta vez reiterado y anunciado el tiempo de la gracia, restableciendo Israel y la iglesia.
“Vino por segunda vez palabra de Jehová a Hageo, a los veinticuatro días del mismo mes, diciendo: Habla a Zorobabel gobernador de Judá, diciendo: Yo haré temblar los cielos y la tierra; y trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones; trastornaré los carros y los que en ellos suben, y vendrán abajo los caballos y sus jinetes, cada cual por la espada de su hermano. En aquel día, dice Jehová de los ejércitos, te tomaré, oh Zorobabel hijo de Salatiel, siervo mío, dice Jehová, y te pondré como anillo de sellar; porque yo te escogí, dice Jehová de los ejércitos”. Hageo 2: 20-23
Es esta es la segunda vez que, en el mismo día mes y año, a los veinticuatro días del noveno mes, en el segundo año de Darío, vino la palabra de Dios a Hageo.
Zorobabel representa aquí, en el tiempo de Dios, el que gobernaría Israel; siendo esto realidad en nuestros días, su poder sobre su iglesia, con Cristo en ella santificándola junto al poder de su Espíritu Santo.
El noveno mes del calendario judío (mes quisleu, contando a partir de nisan en el calendario cívico religioso judío, o el 18 de diciembre de 520 a. C. en el cálculo del calendario humano, tiempo aproximado según los hombres) en que fue fecha según el conteo histórico; en cual el Señor habló al profeta Hageo.
En este día veinticuatro, fecha reiteradamente apuntada como profética, Dios promete a su pueblo, su redención definitiva, como también su libertad del cautiverio de Babilonia; así Dios en este noveno mes en el día veinticuatro: se muestra a Israel a través de la palabra anunciada por sus profetas, recordándoles sus antiguos pecados como también libertad de ellos, lavados en el exilio de Babilonia los israelitas, una vez purificados en la limpieza de sus arrepentimientos como de todas las rebeldías; logros que los harían conseguir su libertad del cautiverio, si ellos en arrepentimiento consagrados una vez limpios, podrían volver a Israel para reconstruir el templo, los muros de la ciudad y, levantar el altar; altar que iniciaría la presencia del Señor en la tierra prometida, reanudando la promesa. Así Dios dijo por medio de Jeremías: “Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar”. Jeremías 20:10 y también lo reitero. “Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; Y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar”. Jeremías 29:13, 14.
Ahora, en el tiempo del fin de los siglos, al final del testimonio de Jesús a la iglesia; representa esta fecha, el veinticuatro: tiempo y momento en el cual la iglesia restaurada, estará en purificación y santidad, para que el Señor preparándola antes de la gran tribulación, espere santa y redimida hasta la vuelta gloriosa del Salvador.
Se contemplan en este día los 24 días en años, desde 2006 en el calendario gregoriano de nuestra época, el término aproximado, más o menos en tiempo del hombre; inicio y fin de los primeros tres tiempos y medios de los siete últimos, descritos en el libro de Daniel.
Siendo tiempo exacto en el tiempo de Dios y a saber solo por Él, esto en la primera parte de diciembre como referencia a nuestros meses, el cual comparado a las fechas judaicas, ya que quisleu es entre noviembre y diciembre; es para nosotros en nuestro acontecer, lapso como acaecimiento que será entre dos meses de nuestro calendario, es decir en la última mitad de noviembre e inicio de diciembre, que son días antes del fin de la medida de uno de nuestros años, ocasión en la misma fecha del tiempo judío al período nuestro, como punto temporal, considerando la mitad de la última semana de Daniel.
El mes de diciembre, que será actualidad final de los últimos tres tiempos y medio, en época de esta cuenta, presente a su momento en el designio del calendario georgiano, el cual mostrará en la última mitad de diciembre a su tiempo, presagios alternativos, del término de los acontecimientos descritos por Dios, de la primera mitad de los siete tiempos de Daniel, 9:27, conociendo nosotros con ello que el tiempo de resplandor del día del Señor, será conclusión entre los señalados con la marca de la promesa; los redimidos dentro con la iglesia ya separada y fortalecida en la purificación y santidad, esperará gloriosa la vuelta del Todopoderoso Señor de los Señores, Jesús el Salvador.
Ahora este tiempo entre dos meses no es exacto al hombre, más si una real conclusión del tiempo de la gracia en horario de Dios, puesto en su verdadero tiempo, como que alejándose o retrayéndose a la visión de los hombres.
El noveno mes en la profecía del libro de Hageo es: el tiempo del fin de Babilonia, Apocalipsis 18.
Proximidad del tiempo final:
“Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan”. Lucas: 24
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles”. Romanos 11:25; volverá la gracia a Israel al cumplirse la plenitud de los gentiles, y entonces vendrá el fin, amén.