La revelación de Jesucristo, en sus siete iglesias pte 1
Febrero 17, 2021“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. Apocalipsis 1: 1, 2, 3
Toda la profecía de la palabra de Dios, debería ser entendida con claridad y sabiduría por el lector y por sobre todo el creyente.
Ahora las palabras leídas en la biblia, pueden ser reveladas al hombre o no, por el santo Espíritu de Dios.
Con la gramática podemos entender, lo verbalmente escrito, más por el poder del Espíritu de Dios: comunicarnos personalmente con el Altísimo, inaccesible a través de cualquier poder natural, ahora sí, por el mismo Dios.
Explicación del autor, siervo de Dios
Mi deseo no es escribir algo nuevo de lo que ya está escrito en la palabra de Dios, más sí, explicar mejor la revelación del Espíritu Santo; lo ya revelado, pero no entendido por muchos en profundidad.
“Toda buena dádiva y todo don perfecto descienden de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
Él, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas”. Santiago 1: 17, 18
El testimonio de Jesús es el espíritu de profecía (Apocalipsis 19:10 C) que es don de Dios, por medio del Espíritu Santo.
Juan el apóstol y siervo de Dios, declaró y testificó siendo fiel en la palabra de Dios, junto al propio testimonio de Jesús; acontecimientos presentes y futuros. Juan los testificó para la iglesia de Jesucristo, el mismo Señor que anunció por su vida y sacrificio, que Dios es verdadero. Testificó lo que había de venir, lo mismo estaba siendo escrito por medio de la divina gracia de Dios y como instrumento de la revelación de los hechos presentes y los que deberían venir; serían inalterables en los tiempos debido a que, aquel, que subsiste en la eternidad, Jesús, está en el principio y en el fin de toda realidad.
Fe y tiempo de Dios
El tiempo de Dios se revela, cuando, el propio hombre creyendo, entra en santidad. Es breve el fin para aquel, que muriendo en la carne, resucita con Cristo en espíritu.
La iglesia es el cuerpo de Jesucristo en la tierra y lo será para la eternidad. Le ha dado vida el Espíritu de Dios, siendo el mismo que mora en todos los escogidos, el cual alimenta nuestras almas y las vivifica para la eternidad. El alma habitada por Dios, ya abandonó su cuerpo transitorio, con este, dominándola e impulsándola al pecado, y ella (el alma) en espera hasta la resurrección; contempla la futura gloria, a la cual está destinada.
Dejada la morada terrestre, esperamos la celestial
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
Pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida”. 2 Corintios 5:1, 2, 3, 4
Cristo es el centro y Dios, de toda manifestación espiritual en el tiempo, en los cielos y en la tierra, en el presente y en el venidero.
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”. Apocalipsis 1: 4, 5, 6
El saludo dicho por medio de lo escrito en Apocalipsis capitulo uno, del verso cuatro al seis es; de parte del propio Espíritu de Dios, a las siete iglesias de Asia, siendo Juan el escriba.
El que es y era y ha de venir, es el presente mismo de todas las realidades que subsisten y prevalecerán por la eternidad. El propio que proyectó la creación verdadera en Él mismo, para la subsistencia de lo realmente eterno y vivo en su propósito inicial, proyectado en sí, para la gloria de la perfecta creación en su propio ser, con esto trayendo la alegría y la perfección en su santuario, que es su cuerpo, en sus hijos adoptivos, sus sacerdotes, ministradores en su templo, para gloria y honra de su santo nombre por siempre; en glorificación y adoración también por medio de los ángeles, los millares, adorando alrededor del monte Sion y de la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial.
“Sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,” Hebreos 12: 22
Los siete espíritus
El que es y era y ha de venir, es Jesús, el que ya vino y vendrá. Así mismo Él está en su Santo Espíritu, entre, y en su iglesia, las estrellas de Dios, los hombres en la eternidad en las manos de Dios; la misma iglesia es y será glorificada por Jesús, que pagó con su sangre, para que se encuentre para siempre delante de su trono.
“El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”. Apocalipsis 1:20
Los ángeles de Dios en su mano, son las siete estrellas. Somos nosotros los predestinados y escogidos en tiempo y fuera de tiempo; vivificados como nuevas criaturas por el Espíritu Santo, que damos y daremos testimonio hoy y en la eternidad para siempre, de Jesús el Todopoderoso y bendito Señor de la luz inaccesible; ahora alcanzable por su bendita misericordia.
Estamos en su mano derecha, aquellos, que logramos la salvación y lo estaremos para siempre. Ya predestinados y fuera del tiempo, fuimos presentes con Cristo como revelación e instrumento para la glorificación de la iglesia y nombre de Jesús, por medio del Verbo, del Dios Padre Todopoderoso.
Los siete espíritus de Dios
El Espíritu Santo, es aquel que en el tiempo de la gracia, ha vivificado la iglesia del Señor en todos los ministerios en la tierra, en los hombres en santidad; los cuales han sido los ángeles mensajeros de la palabra, a todos los que hemos alcanzado la salvación. Los siete Espíritus de Dios, es el propio Dios en su Espíritu Santo, en las iglesias, en los siglos que se pasaron y en el tiempo que resta, esperando su gloriosa venida.
“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”. Apocalipsis 4:5
Los siete espíritus de Dios y las siete lámparas, estos son el Espíritu Santo de las mismas siete iglesias, que son los siete candeleros, la esposa del cordero, su iglesia; la cual arde con el Poder del Espíritu Santo de Dios delante del trono, para gloria del Eterno y glorioso Señor Jesucristo.
Los ángeles de las siete iglesias son, en la iglesia, los mensajeros de Dios en su Evangelio, en el brillo del Espíritu de Dios; en el tiempo a través de los siglos. Si están en la mano de Jesús es porque son los santos que guiados por el Señor, actuaron conforme a la voluntad de Jesús y también serán parte en la eternidad, del propio cuerpo de Dios que es su iglesia y su templo.
Las lámparas delante del trono de Dios son la luz en las siete iglesias, que la iluminan en la llama del poder del Espíritu Santo, también los siete espíritus de Dios, es El Espíritu Santo omnipresente en los glorificados en la salvación, iluminados por el sol de la justicia, el Verbo de Dios.
Son siete espíritus de Dios, por ser ellos en la iglesia, un solo Espíritu, el del Señor. Siete espíritus son; por su presencia en las mismas almas de los sacerdotes escogidos de Dios; muchas almas habitadas, pero por un solo Espíritu, para servirlo y adorarlo para toda la eternidad.
El principio y el fin
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”. Apocalipsis 1: 7, 8
Ho! Altísimo; tú que tienes la supremacía sobre todos y todas las cosas, a ti, todo honor y toda gloria; tú que estás allende de todos los cielos y que observas desde allí, desde tu trono, toda tu creación; la tierra y su universo, el cielo de los cielos y cielos que están arriba de los cielos.
“Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos”.
“Alaben el nombre de Jehová; Porque Él mandó, y fueron creados”. Salmo 148: 4, 5
Tu poder está sobre toda comprensión y entendimiento, todas las criaturas que creasteis son tuyas. Los cielos y la tierra te pertenecen, en ellos colocasteis las primicias de tu creación; los hombres, que vieron la luz cuando ella vino al mundo, los que no eran del mundo más sí, tuyos Señor Jesucristo.
Todos los santos marcados por tu Santísimo Espíritu, esperamos, en la esperanza misma de la salvación, somos los que veremos tu venida gloriosa, en poder. Poder de Dios, de Jesucristo, nuestro Señor. El Señor viene con las nubes, que son sus ángeles, para hacer justicia y rescatar su iglesia del mundo.
Un ángel
¡El ángel, como una nube!; instrumento de la voz de Dios, baja a la tierra desde el cielo, trayendo el librito abierto, con los siete truenos, que son las siete voces, el mismo Espíritu de Dios hablando a sus profetas, los dos Testigos, de los misterios, para ser revelados en los tiempos finales, a la iglesia.
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”. Apocalipsis 10:1
El Ángel con sus ropajes espirituales, semejante a lo que son las nubes para ocultar el poder del sol, en su mayor fuerza para así disminuir su brillo y su poder, como su fuerza, para no consumir la existencia en la faz de la tierra; Así mismo los mensajeros de Dios, ocultan en parte con su cuerpo la plena gloria de Dios, para no destruir las cosas movibles y pasajeras.
El arco iris sobre la cabeza del mensajero, es la alianza de Dios con su iglesia, su rostro, la cual ilumina en reflejo la gloria del Verbo, es como la expresión de la voz de Dios. Sus pies como columnas de fuego: significan la dirección de Dios, a seguir en su mensaje.