LA VENIDA DEL SEÑOR JESÚS – ARREBATAMIENTO – 1a Pte.
Agosto 18, 2020
SALUDO Y PREÁMBULO
La Paz del Señor Jesús Cristo sea con toda su Iglesia, aquella que tiene como Señor Soberano el Hijo de Dios, Nuestro Salvador. Aquella que está vestida con las vestimentas del Espíritu Santo, paz y gracia hasta la consumación de los tiempos!
Estamos en una época de tinieblas donde el desconocimiento generado por la confusión de este mundo, tiene diluido y adormecido muchos de nuestros hermanos en Cristo.
Principalmente en lo que se dice respecto de la venida de nuestro Señor Jesús. Sí, su venida, según Él mismo prometió que volvería. Y los ángeles dieron testimonio juntamente con los apóstoles y otros hermanos.
Satanás en estos días, ha tratado de eliminar el enfoque del pueblo de Dios sobre el Reino de los Cielos, seduciéndolo para que venga a pedir a las piedras del desierto se conviertan en pan, como él tentó al propio Señor. Diciendo así, quiere que las cosas de este mundo árido sean hechas alimento para sus almas.
Por lo tanto, algo que ha desaparecido en medio de la iglesia, es el conocimiento sobre la venida de Jesús Cristo. Porque esa ciencia enfoca el Reino Correcto. De esperar el Reino de los Cielos.
Por eso, a continuación vamos a tratar de este asunto, ajustados a una alta lucidez en la persona de Jesús y apegados vehementemente a los Textos Sagrados. Pues se trata de una profecía y como profecía no hay otra fuente a beber, a no ser las Sagradas Escrituras.
Quien se regocija con la verdad, antes de preocuparse en tener la razón o estar errado anhela lo que es correcto.
DIRECTO AL TEMA
Lo que sigue ahora, es la aclaración de la Profecía de Dios a su pueblo, esencial en estos tiempos de dispersión.
La venida de Jesús! La importancia de este conocimiento en el Señor, no es como otro detalle en nuestra fe pero, principalmente, debido a la eminencia de los acontecimientos en estos días, es como una trompeta de atalaya, la cual avisa a su pueblo sobre un numeroso ejército enemigo que se está dirigiendo a los muros de nuestra ciudad.
Es verdad que la Biblia nos deja muy claro esa manifestación y que ahora la expondremos delante de la Iglesia, por medio del Espíritu Santo. Amén.
Nuestra certeza y esperanza:
“9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas,
11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Hechos 1:9-11
Partimos de esta verdad absoluta según lo que está escrito claramente, nuestra esperanza como siervos de Jesús Cristo: la venida de Jesús es cierta. Y de la misma forma como fue para los cielos en carne, así Él vendrá.
Con respecto a los acontecimientos que giran en torno a este hecho, tanto los que le anteceden como los que prosiguen después de él, hablaremos ahora.
Está escrito:
1 Tesalonicenses 4:14-18, 5:1-6
“14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.
15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.
16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.
18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
1 Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.
2 Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche;
3 que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.
4 Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.
5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios”.
El texto nos dice expresamente que Dios en el día de la venida de Jesús, “del arrebatamiento” tornará a traer a la vida primero a los que murieron en Cristo, o sea, los que se adormecieron en Jesús. Pues los que murieron en Cristo descansan en Cristo hasta la primera resurrección. No están despiertos, sino adormecidos en sus conciencias, en el sello de Dios, en el Espíritu Santo quienes con sus almas, aunque adormecidos, claman por la justicia de Dios en espíritu.
“9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían.
10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.
Apocalipsis 6:9-11
Ellos resucitarán primero y después nosotros, los que estuviéremos vivos y reunidos en Él, seremos arrebatados en el aire, ha encontrarnos allí con el Señor.
Ese día, el Día del Señor, el apóstol Pablo continúa diciendo en su carta, que vendrá como ladrón en la noche. Luego en seguida explica el porqué vendrá como ladrón en la noche:
“3 que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”.
O sea, como “ladrón en la noche” el propio texto explica que se dijo así porque vendrá cuando no esperan que venga. Y Él robará la paz y seguridad que el mundo cree tener. Entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina.
Note aquí el adjetivo usado: “repentina” destrucción. O sea, de repente, sin esperar, como alguien que es robado, en la noche, que quiere decir, cuando ya está obscuro y nadie lo espera.
“5 Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
6 Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.
7 Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.
8 Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios,…”
1 Tesalonicenses 5:5-8
Bueno, la carta a los Tesalonicenses está hablando con coherencia de un mismo asunto.
No existe entre líneas o texto oculto. Es una carta coherente única del apóstol Pablo para la Iglesia. Dice que la venida del Señor (4:13), o sea, el día del Señor, día en que Jesús viene (5:2) Él arrebatará su Iglesia (4:17). Día que será de destrucción “repentina” para aquellos que anden diciendo paz y seguridad en este mundo (5:3). Y de este modo ninguno escapará.
Por lo tanto, en su venida, aquellos que fueron dejados, no quedarán en este mundo conocido, porque este será destruido. Destrucción repentina.
Pues la Palabra habla de los que fueron dejados (Mateo 24:40) y habla de la destrucción de los elementos en la venida de Cristo.
Sobre esta venida de Jesús, que muchos la juzgaron por tardanza y aunque hoy también la juzgan, el apóstol Pedro dice en su segunda carta:
2 Pedro 3:4-13:
“4 y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación.
5 Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos, y también la tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste,
6 por lo cual el mundo de entonces pereció anegado en agua;
7 pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos.
8 Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”. 2 Pedro 3:4-13.
O sea,
Desde el tiempo del Apóstol Pedro muchos juzgaron por tardanza la vuelta de Jesús. Se trata de la venida esperada del Señor a la Iglesia y no otra cosa. Cuando él escribió esta carta, Jesús ya había venido al mundo, había sido muerto, resucitado y subido a los cielos, con la promesa de volver.
Y ya en aquel tiempo muchos tenían por tardanza su venida, por la falta de fe, a lo que Pedro responde:
“9 El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento…”
Y continúa:
“10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.
Dejando claro que su venida no se tardará más que, por la paciencia de Dios es que Jesús todavía no ha vuelto, pues Él no quiere que ninguno perezca, se pierda.
Y por qué? Porque cuando Él venga los que no estuvieren con Él perecerán, se perderán.
Necesariamente se perderán, perecerán. No tendrán otra chance. O no es eso lo que el texto dice literalmente? Que no retarda su venida, pero el tiempo juzgado por tardanza es por ser paciente “no queriendo que ninguno perezca”.
Claramente dice que cuando vuelva, necesariamente perecerán, se perderán los que no fuesen con Él. Por eso es que dice “no queriendo que ninguno perezca”.
Perecer significa no tener otra chance u oportunidad, así es: perecer, perderse
Y la Palabra no para ahí. Dice también que cuando llegue ese día que muchos lo juzgan por tardanza, día que vendrá como ladrón en la noche, los cielos y la tierra no continuarán como hoy conocemos, pues eso es lo que dice:
“10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.
(De nuevo la explicación de “como ladrón en la noche” en consonancia al texto 1 Tesalonicenses 4:14 y 5:6)
“En el cual” de qué?
En el día en que el Señor Jesús venga como ladrón en la noche.
Y a continuación de la Palabra reafirma:
“11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”
2 Pedro 3:11-2
Dejando claro el efecto sobre los elementos de este mundo conocido, con la venida del Señor. Y al mismo tiempo, frente a esta realidad, amonestando a los cristianos a vivir en santidad.
Bueno, aquí tenemos también la descripción de la apariencia del lago de fuego, compuesto de elementos fundidos que en el fuego serán desechos. Esta es la materia del Lago de Condenación final.
Por eso, un lago de fuego.
El universo material estará allí desecho en fuego. Donde la bestia y el falso profeta serán lanzados vivos después de la venida de Cristo, y antes del milenio. Esta revelación para otro momento.
“20 Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre”. Apocalipsis 19:20.
Pero con honestidad y temor de Dios leyendo el texto integral, en su contexto vemos:
“10 Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
11 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
12 esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!
13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”.
2 Pedro 3:4-13
Aquí tenemos, sin cortes, el trecho del texto que tratamos y en todo su contexto, donde acontece la equiparación del día del Señor con el día de Dios. Cosa que algunos estudiosos de nuestro medio intentaron separar, distinguir y torcer al decir que son dos días diferentes. Para encajar sus teorías. Pero el Apóstol Pedro habla de uno con la misma característica del otro: “Día del Señor” (como ladrón en la noche”) en que los elementos (la materia) ardiendo serán desechos. Y “Día de Dios” en que los elementos siendo quemados se fundirán. Sin entre líneas entre uno y otro. No cambiando el asunto.
Por lo tanto, querer separar estos dos versículos, colocar añadiduras entre ellos y cambiar el contexto para decir que son dos ocasiones distintas el “día de la venida del Señor” y el “día de Dios”, para cualquier hombre que no esté loco, se trata de una clara tentativa de falta de temor y honestidad en la presencia de Dios. De farsa ante la Verdad de Dios. Por lo tanto concluimos que el Día del Señor es el mismo que el Día de Dios.
A LA ORDEN DE LOS ACONTECIMIENTOS FINALES:
El día y la hora de su venida nadie lo sabe, a no ser el Padre, pero sobre el orden de los acontecimientos finales y sobre las estaciones nos es dado saber. Incluso la Palabra alerta vehementemente al pueblo de Dios al respecto. Debemos saber el orden de los acontecimientos que Jesús nos dejó. Como el mismo dice, de reconocer el tiempo de florecer de la higuera. No desear saber es ignorar sus Palabras.
Para entender el orden de los acontecimientos finales, vamos a 2ª Carta de los Tesalonicenses en el capítulo 2, donde el Apóstol Pablo nos relata tal secuencia de acontecimientos y el hecho de cada fase con detalles:
2 Tesalonicenses 2:1-2
“Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca”.
El Apóstol Pablo pide aquí a los hermanos en Cristo de Tesalónica, que no se agiten en sus pensamientos, ya sea por palabras oídas, cartas escritas o por cualquier otra fuente de información, respecto de la espera de la Reunión de la Iglesia con Cristo. O sea, respecto de su venida para la iglesia.
Situando así el tema tratado, la reunión de la Iglesia con Cristo, en un período después de la resurrección de Jesús, cuando entonces Pablo escribió esta carta, y de Su venida y reunión con Su Iglesia.
Por qué decir eso?
Porque así podremos percibir, que hoy en día, estamos en ese mismo período espiritual entre la resurrección y la promesa de su venida y, por lo tanto, que la misma carta es actual para nosotros con las mismas expectativas y esperanza de nuestros hermanos en el pasado.
Siendo así, sabiendo que la misma amonestación sirve para nosotros aún hoy, nosotros que aguardamos nuestra reunión con Cristo en su venida, continuemos:
“3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
Qué dice, que no acontecerá? Sin que primero aparezca el tiempo de la apostasía y, luego después, el anticristo, el hijo del pecado? Qué dice?
La respuesta es: “…la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él”.
Veamos el texto entero:
“1 Pero con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, 2 que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca.
3 Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición,
4 el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios”.
Así, la Palabra aquí también nos deja claro, de forma simple, que la venida del Señor Jesús es precedida por la apostasía y por el anticristo.
Por lo tanto, la Iglesia estará aquí durante la apostasía y la manifestación del anticristo.
El texto continúa:
5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? 6 Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.
7 Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.
8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;
9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos.
11 Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira,
12 a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia”.
Ese inicuo, hijo de la perdición, el hombre de pecado, está para ser revelado y existe solamente “quien” es el que lo detiene todavía. Y este “quien” será quitado del medio del mundo (vers. 6 y 7). Y cuando fuese quitado, el hijo de la perdición se manifestará plenamente.
Quién es este “quien”, o sea, único, que está en medio del mundo y será quitado?
Y tiene poder de detener a la bestia, de tomar el hombre, ahora, ya?
Será algún hombre? O algún sistema del presente siglo?
Claro que no.
Mas la respuesta es: El Espíritu Santo.
Sobre el derramamiento y retirada del Espíritu Santo
Porque desde el día del Pentecostés después de la resurrección de Cristo, el Espíritu fue derramado sobre toda carne, después Jesús subió al Padre.
Veamos:
“1 Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos.
2 Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados;
3 y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos.
4 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
“14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.
16 Más esto es lo dicho por el profeta Joel:
17 Y en los postreros días, dice Dios, Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
Hechos 2:14-18
Cuidando aquí hermanos con discernimiento que, el Espíritu Santo estar derramado sobre toda carne, no significa que Él habite en toda carne.
Estar sobre, no es lo mismo que habitar o ser parte de.
Pero significa que sobre todo hombre, el Espíritu Santo está presente para que él escoja delante del evangelio de Cristo. Y en los que tuvieren fe en Cristo, Él entra y hace morada.
“23 Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”. Juan 14:23.
Y sobre su retirada un día, retirada del Espíritu Santo de Dios en los tiempos finales, del Oleo derramado, profetizó también el profeta Daniel diciendo:
“26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones”. Daniel 9:26.
“27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” Daniel 9:27.
Ese príncipe que ha de venir después de quitar la vida al Mesías, es el hijo de la perdición. Su pueblo son los demonios y sus seguidores en la carne.
La ciudad y el santuario es el hombre, creado para ser templo de Dios, pero que rechazó a Dios.
De esta manera se cumple lo que el Apóstol Pablo está diciendo:
5 ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? 6 Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste.
7 Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio.
8 Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida;
9 inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos,
10 y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos”.
Y también nos alertó Jesús:
“20 Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia,
21 ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.
22 Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis”.
Lucas 17:20-22
Porque el Reino de los cielos es donde está el Espíritu Santo. Por eso no viene con apariencia exterior. Porque el Espíritu estaba en Cristo y estaría en los discípulos después de su sacrificio.
No exteriormente, dentro, como templos del Espíritu Santo. Es por eso que ha continuación, sobre ese asunto Jesús dice:
“Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis”.
Porque habrán días que el mundo no tendrá más la luz.
“4 Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar.
5 Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo”.
Juan 9:4-5
Y la descendencia de hombres (las mujeres y sus hijos) lamentarían:
“27 Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.
28 Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
29 Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.
30 Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.
31 Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?”
Lucas 23:27-31
Porque ya no serán árbol verde, sino árbol seco. Árbol verde significa con vida. Y árbol seco significa, sin vida, para ser quemado. O sea, sin presencia del Espíritu santo.
Ablando del hombre natural y no de la Iglesia. Porque ella, la novia del Cordero conservará el óleo en el corazón. Pues en ella, en cada hijo suyo, habita con el sello del Espíritu. Más quien quedó fuera no entra más. Como fue en los días de Noé.
Por eso serán días como nunca hubo. Porque Dios rechaza el hombre natural definitivamente.
También al respecto dice Isaías:
“5 Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.
6 Por esta causa la maldición consumió la tierra, y sus moradores fueron asolados; por esta causa fueron consumidos los habitantes de la tierra, y disminuyeron los hombres.
7 Se perdió el vino, enfermó la vid, gimieron todos los que eran alegres de corazón.
8 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa.
9 No beberán vino con cantar; la sidra les será amarga a los que la bebieren.
10 Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.
11 Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
12 La ciudad quedó desolada, y con ruina fue derribada la puerta”.
Isaías 24:5-12
La puerta es Cristo y ya no estará aquí. Digo, en su Espíritu, como entrada para el Reino de los Cielos. Por eso, “…desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis”.
Las casas cerradas son los creyentes en Cristo aquí sellados, por eso recogidos en sus casas, o sea, en el Espíritu, donde Él está, en el corazón, en el monte que Dios habita.
“16 entonces los que estén en Judea, huyan a los montes. 17 El que esté en la azotea, no descienda para tomar algo de su casa;”. Mateo 24:16,17.
Secuencia de los acontecimientos
Por lo tanto, esto es lo que sigue:
- Primeramente viene la Apostasía, que muchos se vuelven tibios, llenos de cuidados por este mundo y posteriormente abandonarán la fe y cuando obscurezcan, blasfemarán contra Dios. En esta fase entramos hoy.
- Después la manifestación de la Bestia en plenitud.
- Después de esto el Espíritu Santo es retirado. Después que venga la operación de la Apostasía con el Anticristo, hasta el punto de que el hombre natural rechaza a Dios y rompe la Alianza Eterna, el Espíritu Santo será retirado del medio del mundo.
Porque por libre albedrío, toda carne rechaza el Evangelio. Y los que están sellados en el Espíritu están ya separados. El quedará, a partir de entonces, solamente en los corazones sellados de aquellos que están en Cristo.
Muchos aquí se perderán.
Ahora, una vez que el Espíritu Santo es retirado sobre toda carne, ya no hay arrepentimiento y conversión de los pecados. Porque quien convence al hombre de pecado, de Juicio y de Justicia, es justamente Aquel que está siendo retirado. (Juan 16:8 y Romanos 6:26).
La retirada acontece en el medio de este tiempo final, la llamada última semana, en el medio, en el fin de los tres tiempos y medio. Profecía para otro momento. Aquí estará la Gran Tribulación.
– Y Finalmente de estos, siguen otros acontecimientos aún, de los cuales hablaremos en otro momento a saber:
- En seguida, destrucción del Hijo de la perdición, la Bestia en la venida del Señor. Y también del falso profeta. Ambos lanzados al lago de fuego. (Ap. 19:20).
- Prisión de Satanás por mil años. La Iglesia con Cristo reinarán en las regiones celestiales por mil años. (Ap. 20:2, 20:4).
- El resto de la humanidad dejada para atrás en una condición de juicio, traspasada por la espada reluciente que salió de la boca del Cordero ( El Verbo), habitando durante mil años en una tierra extraña, junto con demonios caídos, los cuales los devorarán cuando y ahora estarán juntos. Aquí formación en plenitud de Gog y Magog. (Ap. 19:21; 19:18).
- Después de mil años, Satanás es soltado, convence y reúne todos estos para venir contra el reino de los Santos en que está Cristo con su Iglesia. Que participarán de la primera resurrección en el arrebatamiento. No aquí en la tierra. Porque ya no habrá esta tierra y este universo como lo conocemos. (Ap. 20:6; 20:8).
- Jesús destruye a todos ellos definitivamente, lanzándolos también en el lago de fuego donde ya estaban la bestia y el falso profeta. (Ap. 20:9-10) Juicio Final. Segunda resurrección. Y plenitud De Dios y de su ciudad Eterna sobre toda existencia justificada en Cristo.