La Sabiduría del Génesis Cap. 3: “Nuevos Cielos y Nueva Tierra a partir de Cristo”
Junio 9, 2017“Con Él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de Él en todo tiempo”.
(Proverbios 8:30)
La Sabiduría estaba con Dios, ordenándolo y haciéndolo todo y eran y son las delicias de Dios de día en día, o sea de “día en día” de la creación, no dice de día, noche y día. Siempre para Dios es un día, sin embargo para nosotros (en este mundo) hay noches y días.
Lo escrito arriba está hablando de “un día” (el día de Dios) que el Señor tiene dominio y está Él en ese tiempo eternamente en ese día, en la construcción y transcurrir de todo el universo y de toda la creación. O sea, el tiempo del Señor no es el mismo nuestro. Él creó todas las cosas desde el inicio del universo. Allá en el Génesis inclusive antes del tiempo de Adán y Eva en el paraíso. También después que los colocó aquí en la tierra.
Conforme lo escrito en el versículo treinta, el Señor jugaba, se alegraba con su obra y estaba la sabiduría de Dios con Dios, y el Verbo de Dios es el que construía y hacía todas las cosas en el mundo espiritual y material.
“31 Me regocijo en la parte habitable de su tierra; Y mis delicias son con los hijos de los hombres”.
Es la alegría y perfección de Dios, la cual manifestándose convive junto a lo creado y Él se regocija en la parte habitable del mundo de hoy como lo conocemos (lugar seco o “la tierra”), en donde colocó Dios al hombre, que es su alegría sobre ella.
Porque dice lo siguiente “Y mis delicias son con los hijos de los hombres”. Por esto sabemos que la sabiduría de Dios nos anunció a través de todo el proyecto de Él y por medio de sus profetas que; vendría la consumación máxima y plena de su creación en la manifestación del Verbo, como un hombre, pero no como un hombre como el que pecó, sino que como el Hijo de Dios. La misma persona de Dios, para que en una nueva tierra, hecha en Su cuerpo, en un nuevo principio hecho por el polvo pero no el corrupto como el de Adán, si no que perfecto, sin pecado, el cual vino a rescatar lo que se había perdido.
Concluimos que lo material se había perdido y el alma del hombre espiritual se había extraviado porque ella había caído. Luego el Señor Dios se manifestó en el propio Cristo Jesús, Dios mismo en el medio de la creación, el cual rescató en sí mismo lo que se había perdido.
O sea, se había perdido todo el universo, toda la creación. Y el hombre juntamente con él, porque dice la palabra: “maldita será la tierra por tu causa”, refiriéndose a todo el universo, no tan solo a esta tierra que nosotros conocemos aquí, sino que también a lo espiritual (con excepción a los ángeles que no se corrompieron). Pero Dios hoy, no rescata este mundo caído, que ya fue hecho en esa condición y está para perdición, y que va para el Lago de Fuego descrito en el libro de las Revelaciones. Sino que Dios rescata en su Hijo, a los hombres escogidos en la nueva tierra y en los nuevos cielos así como a todos los que sujetó a Él.
Porque cuando venga el Señor con todo el poder y gloria, desde el oriente hasta el occidente, todos lo veremos y el Señor nos levantará, nos resucitará y en el aire seremos transformados, pero seremos transformados en ese nuevo cielo y en esa nueva tierra en el Cuerpo de Cristo, no en ese cuerpo que estamos dejando acá, el cuerpo de Adán.
La tierra que queda, lo palpable que queda, va todo para condenación, porque todo será lanzado para el lago de fuego, por eso es que Dios nos rescata de este mundo y nos llevará para los cielos. No hay un futuro cielo y una futura tierra en este mundo que pudiere ser transformada. ¡No!, el Señor ya transformó, como principio, nuestros corazones, ya rescató nuestra alma y nos dará un nuevo cuerpo, o sea en una nueva tierra, en un nuevo cielo, en la ciudad celeste, la cual no es de este mundo.
Dios dice que somos peregrinos en esta tierra. Nosotros esperamos la nueva ciudad que baja del cielo, la esposa de Dios con el Cordero, Su cuerpo, la iglesia divinizada de nuestro Señor Jesucristo, morada eterna para vivir con Él para siempre, en lo incorruptible.
Aquí en lo natural, en la tierra, somos corruptos (en cuanto a carne o cuerpo), pero viviremos para siempre, en lo que es incorruptible, la cual incorrupción es esa nueva tierra y ese nuevo cielo, hecho y creado por Dios en su Hijo, el que una vez generado y en la prueba en el mundo y en el proceso de su plena manifestación, nunca se corrompió.
Mientras manifestaba esa incorrupta creación del hombre y eterna creación en Él; fue aprobado por Dios para ser primicia en la venidera y perfecta creación en Él. En ella hoy somos rescatados, que es la misma creación, la cual es el cuerpo de los salvados, promesa de la eterna tierra prometida; Jesucristo.
Cuando el Señor subió a los cielos lo hizo en cuerpo y en Espíritu, el Señor también fue a los cielos en un nuevo estado de justificación, y la humanidad quedó en la promesa de un nuevo cuerpo, hecho en este Cristo resurrecto. Y lo que se había perdido, el hombre por el pecado de Adán, Dios lo recuperó en Cristo Jesús, que es el nuevo y eterno hombre.
Lo que Adán había perdido, el mundo y los cielos antes de la corrupción por el pecado, Dios lo rescató en Cristo y aún rescatará para un estado muy y más excelente que el anterior.
Por eso Dios colocó a Adán en este mundo palpable, para que él y su generación tuviese una nueva oportunidad para salvación.
Al vencer en la cruz; Cristo Jesús hizo y llevó todo lo nuevo y renovado consigo, o sea todo en Él y en la remisión, a todos nosotros; que somos los que lo hemos aceptado, y vivificados en Espíritu luego en recompensa alcanzaremos en un nuevo cuerpo esa nueva tierra; que es el propio; Cristo Jesús.
Así dice la palabra del Señor y decimos Amén.