Creación del hombre por Dios en la faz de la tierra y su propagación por el mundo en el tiempo de las eras:

Junio 2, 2015 1 By Juan S. Gonzalez Jimenez

Primera Parte; Cristo el primogénito

Por Juan Sebastian Gonzalez Jimenez 

Revisada por Delfina Isabel Gonzalez Jimenez

 

En lo que respecta al hijo de Dios y su manifestación en el mundo, este misterio es conocido antes de la creación del universo, como está escrito:

“Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros”. 1 Pedro 1:20.

 

“A quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”. Romanos 3:25-26.

Y Dios constituyó al Verbo en carne, manifestación plena de Dios entre los hijos de los hombres: para que reinase sobre todo poder terrenal y espiritual por encima de toda potestad, principado y poder, y para con los hombres circundando y andando, por sobre toda la creación.

“2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; 

3 el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,

4 hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos”.

 Hebreos 1:2-4

Jesucristo es el poder en cuerpo de Dios (este es el Cristo) y por medio de su Espíritu, se manifestó en medio de la creación, para traer lo creado por ÉL; el hombre, para sí mismo. Ya que el hombre se había perdido.

No viniendo en el cuerpo formado de Adán, el cual se deshace, sino en la manifestación del cuerpo en gloria de Dios; Jesucristo.

Así también nos dice la Palabra en Hebreos capítulo uno, versículo diez: “Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos”. Hebreos 1:10

Nos dice la Palabra que; Dios es el creador y fundador de todo lo hecho, pero hay una creación eterna  y otra pasajera, la Eterna lo es en Cristo y es parte de Cristo, sin embargo  la pasajera como es el universo palpable por nosotros, la cual dejara de ser, es  hecha por Él pero no es parte de Él. Digo esto de lo fue creado por Dios, a través de Cristo en este sistema pasajero que conocemos ahora, pero Dios quiso que solamente en Jesús tuviésemos la creación Eterna. En el Eterno hecho en Él.

Universo Eterno hecho en el Hijo, perdurable, según la eternidad del Verbo, manifestado en medio de los hombres. Todo esto ordenado y hecho por el Padre; para reunir en sí mismo la creación perfecta, manifestada en Él. Dejando para atrás; para perdición, aquella hecha rebelde; la construcción hecha en la envoltura animal de los hombres.

Él rescata sus almas; la de los hombres, en la promesa de un nuevo cuerpo glorificado;  en la nueva humanidad celestial de Jesucristo. Nosotros seremos dados en definitiva a Jesús, en la resurrección de los muertos.

También así para castigar en este fin; en el día del juicio final, a los ángeles rebeldes, y reunir los poderes creados, los santos ángeles, para  su propia gloria y majestad. Siendo así,  Él; Jesucristo, estará sentado con los hombres en definitiva a la derecha de Dios Padre, para reinar como Señor de la Gloria que es.

Así Él, Jesús, es el Verbo creador. Son otorgadas a Él todas las honras y toda la gloria, como dice en el Salmo: “Ellos perecerán, mas tú permanecerás; Y todos ellos como una vestidura se envejecerán; Como un vestido los mudarás, y serán mudados; Pero tú eres el mismo, Y tus años no se acabarán. Los hijos de tus siervos habitarán seguros, y su descendencia será establecida delante de ti”. Salmo 102: 26-28.

Todas estas manifestaciones, del poder de Dios entre los hombres, son para dar glorias al Señor que vive y perdura para siempre, entre los hombres redimidos por sus misericordias. Al contrario; los que queden en el pecado, envejecerán y serán convertidos en polvo. Así también  es glorificado el Señor por la Palabra, en lo que dice:

“Alzad a los cielos vuestros ojos, y mirad abajo a la tierra; porque los cielos serán deshechos como humo, y la tierra se envejecerá como ropa de vestir, y de la misma manera perecerán sus moradores; pero mi salvación será para siempre, mi justicia no perecerá”. Isaías 51:6.

Comprobamos por las Santas Escrituras que el Señor Jesús es glorioso y lo es para siempre. La Palabra testifica, de como Él vino hasta nosotros, por medio de la promesa hecha a Abraham. Génesis 15: 17, 18, 19, 20, 21.

“17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.

18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; 

19 la tierra de los ceneos, los cenezeos, los admoneos, 

20 los heteos, los ferezeos, los refaítas,

21 los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos”. Génesis 15:16-21.

La promesa se fue cumpliendo; en el legado de la tierra prometida, con todo y todas las naciones en las manos de Israel. Una tierra dada por Dios a su pueblo, como herencia a su hijo Israel. Una vez  liberado él de los opresores y esclavizadores de Egipto. Significando Egipto, el mundo; la tierra prometida, la promesa de los cielos. Esto prefigura la promesa celestial, después de la muerte y resurrección de Israel, quiero decir, la liberación en la pascua, en el pasaje de la muerte para la vida, en la propiciación en la sangre del cordero pascual.

Así, la salida de Egipto hacia la tierra prometida, es prefigura del paso de la muerte a la vida. El hecho de atravesar el mar rojo dividido, y el caminar por el desierto solo con el poder de Dios, significa caminar por lo seco, sin hundirse por sobre los abismos y salir de este mundo a través de los cielos. Como nos es dicho por el Señor en Isaías.

 “9 Despiértate, despiértate, vístete de poder, oh brazo de Jehová; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió al dragón? (Rahab significa monstruos marinos o demonios)

10 ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?

11 Ciertamente volverán los redimidos de Jehová; volverán a Sion cantando, y gozo perpetuo habrá sobre sus cabezas; tendrán gozo y alegría, y el dolor y el gemido huirán”.

Isaías 51: 9-11

La salida de Israel del mundo y su ascensión a la tierra prometida por Dios; fue cuando dejó el mundo de pecado y salió en una caminata por el desierto. O sea, Egipto, el mundo es lo dejado para atrás, atravesando el lecho del mar rojo que prefigura los abismos, pero pisando por tierra seca, significando el poder de Jesús, el camino seco limpio y puro que: conduce a la Vida, a la Tierra Prometida. Como el propio Dios nos dice:

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6.

También, la separación de las aguas del océano significa: la abertura de los cielos para dar paso al tiempo de resurrección y arrebatamiento al pueblo escogido, por sobre de los tres cielos junto al Señor Jesús. Ver 2 Corintios 12: 2-4. Como también dice en Reyes 8:27 y el Salmo 148:4-5.

 

“22 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe),

4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”.

2 Corintios 12:2-4

 

“Pero ¿es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?”.

1 Reyes 8:27

 

“4 Alabadle, cielos de los cielos, Y las aguas que están sobre los cielos.

5 Alaben el nombre de Jehová; Porque él mandó, y fueron creados”. Salmos 148:4-5.

Y así Dios promete para la Eternidad con Él: “Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados”. Isaías 57:15.

El Señor nos revela que con Él moraremos después de la liberación del mundo en los más altos cielos.

Con Moisés y el pueblo, Dios también hizo la promesa.

Como dice:

“7 Y tomó el libro del pacto y lo leyó a oídos del pueblo, el cual dijo: Haremos todas las cosas que Jehová ha dicho, y obedeceremos. 

8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas”. Éxodo 24:7-8.

Al conocer los Israelitas la voluntad de Dios, y habiendo sido leída la ley para ellos por la cual se regirían de ahí en adelante, habiendo sido dada la disposición de Dios al pueblo, adentrándose en sus corazones por medio de la lectura, leída por el intermediario entre Dios y el hombre; Moisés, y llegando este poder en palabras y en Espíritu al entendimiento de Israel, ellos; los hombres de Israel, recibieron el mandamiento de Dios como pacto eterno. Concordando con Dios.

La sangre de sacrificio del pacto; entre Dios y los hombres fue esparcida sobre ellos, mitad sobre los hombres mitad sobre el altar. Considerando el altar; el lugar santo, el lugar de Dios, donde eran santificadas las ofrendas, este era el punto de partida de los hombres en dirección de Dios; en un sacrificio de holocausto, o sea; una vez pasado el hombre por el fuego, en la purificación de Dios y quemado el pecado o la culpa, por el sacrificio del inocente pagador, el hombre ya limpio y puro, podría adentrarse en este hecho, en la sangre del pacto. Dicho de otra manera; el alma del inocente; que era la sangre, adentrándose junto al perdonado. En este caso, en Éxodo 24:6,10,  hablando del pueblo de Israel; en este sacrificio lo vemos adentrándose en la presencia de Dios.

“Y Moisés tomó la mitad de la sangre, y la puso en tazones, y esparció la otra mitad de la sangre sobre el altar”. Éxodo 24:6.

“Y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno”. Éxodo 24:10.  

Aquel que pasa por el altar en sacrificio, para el perdón de Dios; ve a Dios, y con Él se encuentra en su montaña de poder; en su trono, y vive para siempre.

“17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. 

18 En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates;”. Génesis 15:17-18.

Las mitades del animal en sacrificio significan; la abertura del cuerpo natural para ser portal  y camino al cuerpo espiritual; el paso del alma en rescate, una vez, habiendo sido abierto el camino, entre la carne o el cuerpo (mundo), es liberada el alma.

Significa la subida del alma; desde el mundo y entre los cielos, en dirección al paraíso.

El cuerpo del pecado, es la prisión del hombre en este mundo. Las dos mitades representan los primeros cielos; el tercer cielo lo representa el llegar al Sinaí donde Dios se manifiesta a su pueblo y le entrega la ley, la que en su cumplimiento estos llegarían a Dios, el fuego que pasa entre ellas, es El Espíritu Santo con el alma del hombre redimido, hasta que esta pueda, en el Espíritu del inocente, subir sobre el tercer cielo hasta la morada de Dios.

Este camino de apertura para el hombre, entre el mundo hasta arriba de todos los cielos: no puede ser abierto por poder humano, ya que el hombre se encuentra en la condición de prisionero, en su propio cuerpo de pecado natural.

El vehículo; es el propio cuerpo del santo en sacrificio, no pudiendo ser santo, el animal sacrificado en sombra del verdadero santo, sino el cuerpo del hijo de Dios y su Espíritu; el cuerpo de Cristo.

La palabra dice: “Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá”. Juan 11:25.

Conocemos por Cristo la resurrección,  y si hay resurrección hay vida, una nueva en Él: dejada para atrás la vieja en la carne y mortal. También aquí el Señor Jesús nos dice; que los muertos viviremos nuevamente para la eternidad por el único camino que hay; Él. Así también en otro lugar se nos revela.

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. Juan 14:6

Siendo así, Jesucristo es el único medio de salvación, y de llegar a Dios Todopoderoso. También, Él era el camino seco que llevaba a los israelitas por entre las dos mitades del mar rojo, para la tierra prometida.

Cristo, era la llama de fuego que abrió ese camino, entre las mitades del holocausto, de Abraham en el pacto, para llegar hasta Dios. Como el gran y absoluto poder de Dios nos revela en Juan:

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos” Juan 10:9

Cuando Jesús dice “por mí”, Él dice; que el poder, el medio, el cuerpo, la forma; es Dios: como entrada, y puerta a los cielos y a la Nueva Tierra prometida; de gloria y salvación. Y dentro de su gloria e imperio divino hallaremos pastos, o sea; gozo de glorias en vida eterna.

Para entender, como Dios le colocó en todo y sobre todo a Cristo, le vemos como hijo de la promesa; cuando Él esperó el tiempo aceptable para presentarse a los hombres, como se mostró a Abraham. Abraham esperaba una tierra, en una promesa de Dios, y también un hijo primogénito. Como dice en algún lugar: “Ahora bien, a Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como si hablase de muchos, sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo”. Gálatas 3:16.

Así vemos en la genealogía de Abraham, escrito en el evangelio de Mateo. Y aquí refiriéndose a Jesucristo en el libro; “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá y a sus hermanos”. Mateo 1:1-2.

Y así, por consiguiente en su descendencia hasta que llegamos al final que dice; “y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, llamado el Cristo”. Mateo 1:16.

Como conocemos por esta escritura que: es de Cristo que se cuentan las generaciones; primero a partir de David, en lo que dice  “Libro de la genealogía de Jesucristo” Hijo de David y después de Abraham, porque: se refiere al hijo de los hombres; a Jesús. Hablando Dios, de su hijo anteriormente en David y Abraham. Él, Dios, lo hace saber en lo que se refiere al descendiente que es Cristo por la promesa, y no como hijo de la carne que fue Salomón.

Hijo de David por el trono de Israel, en donde se sentaría el descendiente heredero y eternamente el Cristo.

Hijo de Abraham por lo cual vendría a ser la nación de Israel, por la fe.

Hijo de Dios en la promesa en Él, hecha por Dios.

Por lo tanto, a los hombres les fue cumplido en lo que se refiere a promesa, pero es Dios que manifestó esta promesa en su hijo; Jesucristo. Hecho carne, como igual a los hombres, mas sin pecado y su alma venida de los cielos de parte de Dios, siendo la expresión viva y perfecta de Él, en medio de los hombres.

En Abraham se cumplió la promesa, cuando en la descendencia de Isaac y después Jacob, vinieron a descender y nacer de ellos las generaciones de los hombres escogidos por Dios, hasta que se llegó a Cristo. Como lo fue la nación de Israel, pero ahora nacida en el Espíritu de Dios, no más como sombra de lo verdadero que vendría en Cristo. Entendemos por Dios que: Cristo es el cumplimiento de la promesa, también el Rey prometido a Israel como lo fue en prefigura David, y Jesús es el Dios mismo entre los hombres.

Jeremías 31: 31-33

“31 He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. 

32 No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová.

33 Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios,  ellos me serán por pueblo”. Jeremías 31:31-33.

Prosiguiendo con el evangelio de Mateo 1:17 “De manera que todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce”.

Abraham, David, y la deportación de Babilonia y de esta hasta Jesús, suman catorce generaciones cada una, sumando ellas tres tiempos. Son 42 si son contados como meses, son 1260 si son contados como días. Siendo el mismo tiempo en días y meses, del tiempo de los dos testigos, en su ministerio en la tierra. Refiriéndose al testimonio de la promesa hecha a Abraham y por medio de todos los profetas a respecto de Jesucristo. Testimonio de todas las generaciones reunidas en El Mesías.

 “2 Pero el patio que está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses

3 Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio”. Apocalipsis 11:2-3.

Así como las promesas demoraron hasta el día de Jesucristo, para la manifestación plena de Dios en el Verbo. Así también, ahora testifica la palabra de Jesús en la boca de estos profetas, en el testimonio, en la predicación del Evangelio Eterno, por parte de los testigos. Que al término de sus ministerios; tocará la séptima trompeta. Concluido todo en Cristo y para Cristo. Estará todo consumado, como al término de las tres generaciones, contadas anteriormente que fue todo para llegar a Cristo.

A David Dios le habló;

 “5 Ve y di a mi siervo David: Así ha dicho Jehová: ¿Tú me has de edificar casa en que yo more? 

6 Ciertamente no he habitado en casas desde el día en que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, sino que he andado en tienda y en tabernáculo”.

2 Samuel 7:5-6

Dios pregunta a su siervo; si él le podría hacer casa. Dios estaría por casualidad, ¿en manos de los hombres?, en las manos de aquellos que ¿son hechura y criaturas de Él? Aunque David fuera rey de Israel, Israel es también el pueblo hijo de Dios; pueblo separado y escogido por Dios. No hay en él, digamos en el hombre (criatura de Dios) ni la santidad, ni la fuerza, ni la sabiduría, ni las herramientas, ni las piedras, ni las columnas, ni las puertas, ni cosa alguna de como edificar la casa de Dios Todopoderoso.

Del tiempo en que Israel fue sacado por Dios de Egipto, le llamó Dios a Israel, de su hijo: “Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito”. Éxodo 4:22.

Pero por casualidad ¿Dios a Israel no lo llama su hijo? ¿No moraría el padre con sus hijos? es más, ¿siendo aún el propio Dios? Entonces, ¿qué es lo que el Señor nos dice al respecto?: Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio”. 2 Samuel 7:10

Movido de misericordia y estableciendo su trono en su nación santa; Dios le hace una promesa al rey (David); que le prepararía lugar o casa en su lugar; (lugar de Dios) en la tierra prometida. Tierra en la cual jamás será removido, ni los afligirán los hijos de perdición.

David aquí recibe la promesa de Dios, en donde también le dice:

“12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 

13 Él edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino.

14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres;”. 2 Samuel 7:12-14.

El hombre tiene la promesa; y Dios el poder de concretizarla. Valiéndose de los hombres, en aquella descendencia escogida por Dios en Abraham. Dios la realiza a su tiempo, en el propio Dios, en su Verbo, para que esta; fuese Eterna. Así observamos en lo que dice; “Porque no por la ley fue dada a Abraham o a su descendencia la promesa de que sería heredero del mundo, sino por la justicia de la fe”. Romanos 4:13.

Es con esto que, comprendemos que el poder de Dios está en la promesa, en el descendiente, por la fe, don dado por Dios, camino, el que nos llevó hasta Jesucristo. Hablando aun del poder de Dios que vivifica los muertos para la vida eterna, cumplida en la promesa hecha al padre Abraham que; pasó esta promesa al descendiente hasta llegar a Jesucristo;

Confirma la profecía en la palabra.

“17(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.

18  Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia”. Romanos 4:17-18.

Por el Espíritu Santo nos es revelado a través del apóstol Pablo, hablando del hombre en Cristo:

2 Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe) fue arrebatado hasta el tercer cielo.

3 Y conozco al tal hombre (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), 

4 que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar”. 2 Corintios 12:2-4.

Ese hombre; es la revelación en Cristo, es el hombre hecho en la promesa dada a Abraham en la fe. El hombre hecho rey en la promesa a David, y el hombre hecho en la promesa por medio de los profetas; y el hombre hecho en la vuelta de Israel desde la Babilonia para la reconstrucción del templo; Y todo esto es por Cristo y para Cristo, para que Israel habitase para siempre en la tierra prometida por Dios. Y ahora hablando de la salvación en Jesús.

Jesús; es el hombre, en que se cumplieron todas las promesas prometidas por Dios, a través de las generaciones; el Dios salvador nuestro.

Esta generación de Jesús, es la realización de Dios, en su obra, a través de la manifestación del Verbo, en las promesas hechas por Dios a Israel.

Cuando Ezequiel entrega las medidas del templo; que es el cuerpo y habitación de Dios, para Dios morar con los hombres, con ellos en la Eternidad. Dios nos muestra la medida de Israel, a través de la descripción del templo entrando a través de Él; de este Santuario, por sus puertas, en la medida del varón perfecto; esto es, Cristo.

“En el año veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, a los catorce años después que la ciudad fue conquistada, en aquel mismo día vino sobre mí la mano de Jehová, y me llevó allá”. Ezequiel 40:1.

En este tiempo descrito aquí, Israel esperaba la promesa de volver a Canaán, después de setenta años de cautiverio. En este tiempo; después de catorce años de haber sido destruida la ciudad y su templo. En esta generación después de Abraham y del tiempo de David, habían pasado catorce años desde la destrucción de la ciudad; Jerusalén y del templo del Señor.

Cuando el pueblo de Israel terminó el exilio de setenta años, en Babilonia; estaban en la espera de la reconstrucción del templo y de la ciudad; Jerusalén; En este tiempo volvieron ellos a Canaán y reconstruyeron el templo y los muros. También después de contar, esto entendido por la revelación de Dios, las catorce generaciones de David hasta este entonces; ellos pudieron volver. Ahora, para que fuese la verdadera reconstrucción desde ahí en adelante, Israel debería esperar en las medidas, en el varón, en la medida perfecta; Cristo.

Habían transcurrido, catorce generaciones desde David hasta entonces, de su vuelta de Babilonia a Canaán. Esperaron catorce generaciones para que se concretizase la verdadera reconstrucción que fue Cristo; Jesús.

Ezequiel es arrebatado en el día del Señor; catorce años tras la destrucción de la ciudad, y le fue mostrada una nación futura, y el Templo del Señor, en las medidas de Dios.

Ya en el término de las generaciones de Abraham hasta David, y de David hasta ese día, esta fue la ocasión, donde el profeta recibió las medidas del templo del Señor, que es el día de la manifestación de Dios, en la palabra dada a Ezequiel hasta Jesucristo, que serían el transcurrir de catorce generaciones más, para que se manifestase la revelación del verdadero templo, en el Verbo, en el Ungido de Dios que es Jesús.

En Corintios vemos que el hombre arrebatado a los cielos, es este; el hombre que recibe las revelaciones de Dios, los testigos, o sea, el testimonio final de predicación del Evangelio Eterno. El hombre como lo es Ezequiel, como Pablo y como los testigos; profetas de Dios, que en estos tiempos del fin; reciben las revelaciones de Dios, junto a la generación de Jesucristo que, es la Iglesia y es el propio Jesús; en la manifestación plena de su evangelio, en el tiempo final.

Pablo habla de este hombre, hablando como si fuera de él y de algún otro; del hombre que fue arrebatado al paraíso, el cual subió de la tierra a través de los cielos y vio cosas inefables que un hombre no podría hablar. Pero en el poder de Dios; en Jesús, en la palabra, puede contarlas y hablarlas a los hombres, como lo será en la predicación, en el testimonio final del Evangelio Eterno, para entregarlas a la Iglesia, por el poder del Espíritu Santo, en las revelaciones dejadas para los tiempos finales, por los instrumentos de sus dos testigos y de sus profetas.

Al Apóstol Juan; le dice Dios en el libro de las revelaciones;

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas”. Apocalipsis 10:4.

Es decir, el mensaje traído por Dios; viene en el mensajero; la voz de Dios, viniendo y descendiendo de los cielos, como un arco celeste por encima de su cabeza; confirmando así la alianza de Dios con los hombres, como fue para Israel a través del profeta Ezequiel.

Los siete truenos; son los misterios de Dios, revelados por el Espíritu Santo. Como las revelaciones dadas a las siete iglesias, escritas en el libro de las revelaciones en su inicio.

Juan, guarda las revelaciones por el mandato de Dios. Estos misterios fueron guardados, en el Espíritu Santo en los hombres, para ser revelados al final de los tiempos.

La voz del Señor ordenó a Juan; “Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas”, o sea, el Señor es quién dice esto. También nos es revelado aquí; el momento de ser revelado el misterio de lo que dijeron los siete truenos. Serían dichos por el Espíritu Santo, cuando quisiere Él, en su momento oportuno.

Cuando dice, “sella”; nos dice: guarda en un libro sellado, en el secreto del Espíritu Santo.

2 Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;  3 y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”. Apocalipsis 10:2-3.

El mensajero carga el mensaje en la mano, indica que es por medio de él. Dios lo usa como instrumento, como usará también a sus dos testigos.

El ángel carga el mensaje en un libro abierto, nos damos cuenta así que: él es el instrumento por el cual Dios, entrega las revelaciones a los hombres.

El libro o librito que carga el ángel; son las revelaciones de Dios, en la palabra y en misterio, de lo que vendrá a acontecer en los tiempos finales. El ángel, coloca los pies, uno sobre la tierra y otro sobre el mar, indicando la autoridad de Dios sobre todas las cosas.

No solamente al ángel, es dado el mensaje en el libro, sino que esta revelación y palabra de Dios, es también para los profetas que son los dos testigos y la Iglesia, que vendrían a recibir los siete truenos que;

Es el testimonio de la palabra y revelaciones de la vuelta de Jesús; predicación del Evangelio Eterno de Dios por los testigos.

La gran voz es de Dios, el león; y el ser viviente, pero también es el león de Judá, que es Jesucristo. Cuando clamó Dios su palabra en misterio, fue entregada ésta a los profetas, no para el tiempo de Juan, sino para el hoy presente, porque así dice Dios: Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él”. Apocalipsis 11:1.

Revelándonos Dios, el varón en la medida perfecta; Cristo; que es la caña de medida, que le fue entregada a los testigos, para así con ella revelar y predicar; en porción doblada, a la iglesia, en el interior de su templo, en el final de los tiempos. Es decir; en Espíritu y en verdad, en el espíritu de Elías, dejando el atrio exterior afuera; que significa la iglesia carnal doctrinada en la carne y no en el espíritu, la cual será pisada por los gentiles; será esta, una iglesia idólatra y carnal, dejada a sus propias pasiones, por lo cual será totalmente destruida por Babilonia, o sea el mundo.

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra”. Apocalipsis 10:8.            

Tomado de la mano de aquel que yo envié como mensajero, las revelaciones del libro abierto, con todas las profecías, del que ha de venir, del que fue, y del que es. Para que sea mi testigo de toda palabra revelada en la Biblia, escrita desde Moisés y los Profetas, Salmos, hasta Jesucristo. Lucas 24:27, 4, 45.

“Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían”. Lucas 24:27.

“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;”. Lucas 24:45.

“Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”. Apocalipsis 10:9.

Refiriéndose aquí, a lo mismo escrito por el apóstol Pablo, en Segundo Corintios 12: de aquel que fue testigo y que “hace catorce años fue arrebatado a los cielos”, siendo testigo de cosas que el hombre no podría ver y hablar. En el libro de las revelaciones de Juan, en Apocalipsis, el librito; son los siete truenos, que significa el testimonio dado a los testigos en el tiempo del fin.

Este libro es la revelación de Dios en porción doblada de todo lo que ya está escrito en la Biblia; Poder de Dios, revelado en la palabra a toda la iglesia, antes del fin.

El ángel dice al profeta, en el hoy; tiempo de la manifestación de Dios. El mensajero de Dios no le habla solamente a Juan, también al espíritu del hombre que tiene comunión con el Espíritu Santo; que es la generación de Jesucristo.

Al decirle el mensajero “toma y cómelo”, significa que lo guarde como lo es la espada flameante; que es la palabra de Dios, dentro de su corazón, para testimonio a la iglesia de Jesucristo, antes de su venida.

“Y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel”. Amargo; se refiere por los que no escucharán el testimonio final y se perderán. Dulce en la boca; es por el poder doblado de la palabra; en el Espíritu Santo de Jesús.

Y él me dijo: es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”. Apocalipsis 10:11.

¿Y qué significa en lo que dice que profetices otra vez? ¿No es verdad que toda palabra ya fue predicada al mundo, por la iglesia a través de los siglos?

¿Vendrá a ser predicada una vez más? Porque así dice Jesús cuando sus discípulos le interrogaron acerca de Elías: “10 Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? 11 Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero, y restaurará todas las cosas”.  Mateo 17:10-12.  

Aquí está hablando Dios, del Espíritu de Elías que vendría en los dos testigos, antes del fin, como vino en Juan el Bautista. Porque así dice la palabra por el mismo Jesús: “12 Mas os digo que Elías ya vino, y no le conocieron, sino que hicieron con él todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos”. Mateo17:10-12.

Jesús habla aquí del espíritu de Elías; como lo fue el espíritu en profecía en Juan el Bautista. Que también harían el mismo mal al Mesías, que era Él; el hijo de Dios.  Y se refería también al espíritu de profecía  que vendría en los dos testigos, el cual restauraría todas las cosas, antes de la gran venida del Señor Jesús, en los tiempos de Apocalipsis. Una vez restaurando ese tiempo, sonaría la séptima trompeta, en la consumación de toda la gloria de Dios, en la tierra y en los cielos.

 “1 Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. 2 Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo”. Ezequiel 3:1-2.

Aquí es el propio Dios el que habla con Ezequiel. Para comer el rollo, o sea, para tomar el libro de la palabra de Dios y comerlo, con el mensaje para Israel, y transmitirlo a los israelitas en el exilio de Babilonia. Así el sería vaso o, aceite de la palabra de Dios, para testimonio de la voluntad de Dios, como es en el tiempo de los testigos de Apocalipsis.

“Y me dijo: Hijo de hombre, yo te envío a los hijos de Israel, a gentes rebeldes que se rebelaron contra mí; ellos y sus padres se han rebelado contra mí hasta este mismo día” Ezequiel 2:3

El libro y los siete truenos, son la voluntad de Dios, en su palabra y el propio Dios es quién lo que envía.

“3 Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel” .

“4 Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras”.

Ezequiel 3:3-4

Alimenta tu vientre, es decir da de comer a tu ser, significa que queden las palabras de Dios en tu corazón. Predica mi libro; dice el Señor, y será dulce en tu boca como la miel, porque este  mensaje sería predicado solo a la casa de Israel antes de su vuelta a Canaán.  En aquel tiempo cuando él fue mandado para reunirlos en la revelación, nuevamente en medio como nación. Al ser solo para Israel este mensaje, y la descripción de las medidas del templo; es que es dulce. Lo amargo, como está escrito en Apocalipsis, es por el juicio a todo el mundo. En lo que respecta a la casa de Israel, en aquel tiempo está escrito:

 “5 Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel”. Ezequiel 3:5.

Para comprender plenamente a Jesucristo, revelado en el testimonio final de la iglesia; la iglesia tiene que ver a Jesús; revelado en sí mimo, después de cumplirse las generaciones hasta Él, en la concretización de todas las cosas. Aquí nos ha sido revelado el Dios de Israel, en Él también, cuando dice la profecía por el propio Jesús:

“19 Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. 

20 Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? 

21 Mas él hablaba del templo de su cuerpo”. Juan 2:19-21.

El que generó al hombre de Dios fue la promesa. Ahora Dios generó a su hijo en el cumplimiento de esta promesa. Todas las generaciones vinieron hasta Cristo y este; nacido, sacrificado y resucitado; para gloria de Dios, amén.