Jesucristo, excelencia y plenitud en todo
Noviembre 29, 2013
“Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Juan 1:3
Todas las cosas fueron hechas por el Hijo de Dios, y todo lo que fue hecho, sin Él no será más.
Quiere decir: no se hará para la eternidad.
Lo que existe y no está en Jesucristo, en lo que Él se manifestó en la carne a la creación, dejará de ser.
El sol hasta hoy ha estado sobre el justo y el injusto, pero cuando venga la noche, su luz estará solamente en el corazón de aquellos que creyeron e hicieron que su Luz resplandeciese y habitase en sus corazones, dentro de sí mismos en medio de las tinieblas.
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciera la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”.
2 Corintios 4:6
[El sol de justicia es Dios. Sólo por medio de la fe en Cristo, su Espíritu hace morada dentro de los hombres que, por sí mismos, estarían todos en tinieblas].
Todo se corrompió. Toda la creación quedó sujeta a vanidad.
“Porque el anhelo ardiente de la creación es guardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora”.
Romanos 8:19-22
Y si la creación no fuese liberada de la corrupción serviría para siempre a aquello por quien fue vencida. Se perdería y sería juntamente consumida.
“Les prometen libertad, y son ellos mismos esclavos de corrupción. Porque el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que lo venció”.
2 Pe 2:19
Porque solo el que está en Dios permanecerá y será. El que está fuera de Él dejará de ser.
Jesucristo rehace toda la creación ahora en su cuerpo. Rescatándola de la corrupción, al vencer aquello que la tenía vencida: la vanidad y la corrupción; pagando su deuda por la justicia en su Cruz, en el rescate de los hombres.
Por lo tanto en su Cruz consumó todas las cosas. Y justificó por los siglos todo lo que habrá de ser con Él.
“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”.
Juan 19:30
Haciendo para sí mismo un cuerpo, el más frágil de lo que tenía en lo que creó (pues vino hijo de hombre, a ser más frágil frente a todos los seres celestiales) se torna en este cuerpo en lo más puro y glorioso en toda la creación. Mucho más excelente en todo lo que se puede nombrar.
Por lo tanto recibe la debida gloria, al no haber sido objeto de pecado y corrupción bajo del cual vino, vence toda la corrupción, generando en sí mismo un Cuerpo Santo, incorruptible; una Tierra Santa (pues su cuerpo hecho a semejanza de nosotros, que vino del polvo de la tierra, se tornó Tierra Nueva de donde todo se generará sin corrupción), mucho más excelente hasta que los propios cielos y los que habitan en ellos.
Por eso es que de Jesucristo, nacerán los “Nuevos Cielos” y la “Nueva Tierra”, conquistados por la justicia en Su carne.
“Porque tal sumo sacerdote nos convenía: Santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos”.
Hebreos 7:26
Él, Jesús todo consuma en sí mismo
Atrae para sí todas las cosas, para ser glorificado en el Padre nuevamente.
.“Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo”.
Juan 12:31-32
“Pero luego que todas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”.
1 Corintios 15:28
“Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese”.
Juan 17:5
Pues, habiendo aniquilado su propia gloria, vino en carne como siervo y, como cordero se entregó por amor, siendo muerto en la cruz por los pecados que no eran suyos.
Pagó los pecados de muchos que creen en Él.
Justificó sus deudas con Dios.
Reconciliándolos en el Cuerpo de su carne, Cuerpo ahora glorificado, después de resucitar al tercer día.
“En su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de Él”.
Colosenses 1:22
A punto de hacernos a imagen y semejanza de Dios en Él, en el glorioso y poderoso Hijo Unigénito de Dios.
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“El cuál transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de gloria suya, por el poder por el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.
Filipenses 3:21
[Pues cuando Él venga, ya no tendremos más este cuerpo pecaminoso y mortal, ya que recibiremos de su propio cuerpo glorificado, así como ya recibimos de su propio Espíritu]
Estaremos con Él y en Él eternamente, como su Iglesia, su Cuerpo.
Como dice Dios, es la sombra de lo que habría de venir en Cristo, que cuando un hombre y una mujer se juntan, se hacen una sola carne para Él, así también nosotros, la Esposa de Jesucristo, su Iglesia, seremos con Él una sola carne, un solo Cuerpo del cual Él, es la cabeza. Por eso ahora, testifica la promesa del Espíritu que recibimos de Él.
1 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”.
2 “En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros”.
3 “Y si me fuere y os prepare lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo; para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
4 “Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino”.
6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
Juan 14:1-6
Estábamos perdidos y no teníamos morada con Dios (Mt 8:20)
Después que su soplo de vida concluyese en nosotros, restaría apenas el juicio de nuestros actos pecaminosos.
Pero ahora en Jesucristo, somos hechos hijos de Dios, herencia de Dios, primicias suyas sobre toda la creación.
Partes del propio cuerpo de Cristo. En la justicia de Cristo. Donde ninguno de nosotros tiene algún mérito en eso, sino en la justificación por la fe.
34 “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado;
35 y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.
36 Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”.
Juan 8:34-36
“Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: el justo por la fe vivirá”.
Gálatas 3:11
Además, en todos los tiempos, de todos los lugares, todo dejará de ser.
Todos los ángeles que se rebelaron contra Aquel que los creó, toda malicia, toda alma que vivió para su propio alimento arrastrándose sobre su propio vientre, existiendo para sí mismo….
[“El fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal”. Filipenses 3:19].
Todos juntos dejarán de ser, en un vacío eterno; un abismo donde la nada ya sería alguna cosa.
Serán excluidos allí, de lo que existe en Dios, por toda la eternidad. Una vez que negaron al Creador y su Hijo Jesús, ahora serán negados y excluidos de Dios totalmente (que está en todo y es todo, como dice de sí mismo: “Yo soy el que soy”)
Consumiéndose en sí mismos para siempre, con fuego por dentro y por fuera que no se apaga.
Pues el juicio y la justificación son claros:
A los que me negaren:
“A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos”.
Mateo 10:32-33
Y los que se rindieren a tamaña gracia y amor:
“Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera”.
Juan 6:37
De tamaña reconciliación en Jesucristo se ha dicho:
17 “Y Él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten.
18 Y ÉL es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; Él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preminencia.
19 Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud,
20 Y por medio de Él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
21 Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente, haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado.
22 en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de ÉL.
23 si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro”.
Colosenses 1:17-23
A este Dios reconciliador, de paz y justicia, esperanza de sus pequeños, sea dada toda la honra y toda gloria, para todo y siempre, Amén.
Alan