¿Y cuál es la Verdadera iglesia de Jesucristo?

Noviembre 8, 2013 0 By Alan De Zoppa Maia

aliança

“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas”.

Isaías 61:10

¿Qué es la iglesia de Jesucristo en la tierra?

¿Quién está con vestiduras y adornos que agradan al Rey de Gloria, o Dios Santo, o Novio?

¿Quién es la Novia inmaculada? ¿Nosotros?

¿Delante de Él?, ¿del Dios que es fuego consumidor, el Dios terrible de poder y justicia?

Ahora nada puede resistir su presencia. Entonces ¿Cuál es la novia que entra en sus aposentos, cara a cara con Él?

De hecho la iglesia que le agrada, aquella verdadera novia adornada toda con vestiduras  blancas como  la nieve, sin ninguna mancha..- no es en forma alguna, vestida de la naturaleza corrupta de hombre-.  Y esa es la esencia de la novia, en que ella es una con Él.

En unidad de su hermosura y perfección con el Rey, que es Él mismo en nosotros.

La Rosa de Sarón (la flor; lo que es más fino y puro). La Iglesia de Jesucristo, es Él en nosotros, por la presencia del Espíritu Santo en nosotros, verdadero adorno en las vestiduras; La cabeza y el cuerpo siendo uno solo.

Somos “piedras” de su Templo Eterno, al mismo tiempo que somos un Templo total, con el Espíritu de Dios en cada uno de nosotros.

“¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros santo es”.

 1 Corintios 3:16-17

“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo”.

 1 Pedro 2:5

Por eso es que en Romanos 8:9, 8:16 dijo: “Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”, y de quién tiene el Espíritu; “el Espíritu mismo, da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”.

Porque la Iglesia es el Espíritu de Dios en nuestro espíritu. Ni lo uno ni lo otro, es la unión de dos. La Iglesia es la novia del cordero, o el Templo, o el cuerpo de Cristo, o la hija de Sion (fruto de Sion, monte que es el corazón de Dios), la casa de David, adornada con su propio Dios dentro de sí.

“Más vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Él”. Romanos 8:9

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios. 15 Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!  16 El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.

Romanos 8:14-16

Pues de la misma forma que somos hijos de nuestros padres biológicos en la carne, y tenemos una genética, una esencia de aquellos que nos generaron, así también, los hijos de Dios, en cuanto a hijos que son, poseen la herencia del cuerpo del Padre, que es su Espíritu.

Del hombre natural no nace un hijo de Dios.  Es la Palabra de Dios que deja claro la condición para ser hechos sus hijos, como está escrito en el Evangelio de Juan al hablar de Jesús en el mundo:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14  y Aquel Verbo fue echo carne y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre) lleno de gracia y de verdad”.

Juan 1:9-14

El Espíritu es el que da libertad, que trae vida donde antes era solo carne proveniente de la tierra, este Espíritu opera necesariamente en los hijos adoptivos.

“..Habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro efecto de su voluntad..” (Efesios 1:5, Romanos 8:15)

“Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad”.

2 Corintios 3:17

“…Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón del hombre, son las  que Dios ha preparado para los que le aman. 10 Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

 11 Porque, ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”.

1 Corintios 2:9-11

Cuando hablamos de la presencia de Dios en nosotros, no estamos hablando de la manifestación de los dones, ya que esto es una consecuencia  de su presencia en nosotros, pues todos los dones emanan del mismo rio, del mismo Espíritu.

Digo esto porque muchos creen por engaño, que la presencia del Espíritu Santo viene por el don de las lenguas, pero ese don como los demás dones, solo testifican de su presencia. Lo que no significa el que no tiene una manifestación de un don específico, como hablar en lenguas, no tenga el Espíritu Santo.

Porque de la verdadera Iglesia dijo:

“Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28 Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29 ¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos, lenguas? ¿Interpretan todos?” 

1 Corintios 12:27-30

No despreciado la belleza de la manifestación del Espíritu de Dios en el don de lenguas extrañas, pero antes esclareciendo esa convicción, es el hombre por su carne, queriendo ver pruebas de Dios en su prójimo, a través de una evidencia visible en la carne, en su hombre natural, siendo que, el que discierne es el Espíritu y no la carne.

Todos aquellos que tienen el Espíritu Santo de Dios son una misma cosa porque son uno. Porque el Espíritu Santo que habita en nosotros es el mismo Templo de Dios Padre y es Jesucristo. Como el mismo Jesús dice:

“Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él”.

Juan 14:23

 No entra por la mitad en los corazones de sus hijos. Es lo que diferencia a un hijo de otro: son vasos de barro, puesto el Tesoro en ellos, infinitamente superior; El mismo.

Así, se diferencian los vasos de barro de otros, pero por el tesoro que poseen, no significa nada. Como está escrito:

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es El que ha resplandecido en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.

2 Corintios 4:6-7

El vaso de barro: somos nosotros

El tesoro dentro del vaso: El Espíritu Santo dentro de nosotros

Continúa…..

PARTE II

Ahora retornando a la novia, única cosa que podría agradar a Dios y subsistir a Su presencia, el Fuego Santo abrasador, Él mismo.

Así para que podamos ser uno en Él, es preciso que antes Él, sea uno en nosotros.

Así como lo hizo con la maderas defectuosas (de acacia) que formaban las paredes de su Tienda de Congregación en la época de Moisés, cuando las revistió de oro, y con oro corrigió sus brechas e imperfecciones, examinándolas todas juntas del mismo tamaño, para solo manifestar su presencia en medio de ellas (dentro de la tienda), así también, Él mismo nos hizo.

     “Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas. 16 La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio, la anchura. 17 Dos espigas tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del tabernáculo”.

Éxodo 26: 15-17

     “Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás de oro las barras. 30 Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte”.

Éxodo 26:29-30

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Siendo aquello que fue construido por orden de Dios, en la época de Moisés, la única sombra de lo que habría de ser en la verdad espiritualmente.

”Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios”. Hebreos 9:24

Dios une maderas de acacia, maderas defectuosas, llena de nosotros en su superficie, pero el tipo de su propia especie, es el revestimiento de oro, tornándolas llenas de brillo y la belleza tapando las brechas o defectos. De esta forma el Espíritu Santo hace con nosotros, revistiéndonos de Él, un pueblo lleno de pecados y brechas o defectos, para que podamos soportar la presencia de Dios dentro de la “Tienda”, o sea, dentro de nuestros corazones, de nuestro espíritu, tornándonos uno solo en Él (Por eso es “La Tienda de Congregación”).

“Más no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: 23 yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado”.

Juan 17: 20-23.

Y ese proceso es la propia Luz- Jesús Cristo- …”La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.” (Juan 1:5), resplandeciendo en “las tinieblas” (nuestra carne animal, animada por un alma vacía). Y la Vida venció la muerte. Hasta vencerla por completo en la eternidad.

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá, 26 y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”

Juan 11:25-26

Por eso dijo el Señor Jesucristo, que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios. El Hijo de Dios es categórico en este pasaje: “no puede entrar”, ¡punto!

     “Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios. 6 Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

Juan 3:5-6

     “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”.

Juan 3:3.

     Ese nacer de agua, no es necesariamente sobre el bautismo, en las aguas que conocemos naturalmente en este mundo. Por ejemplo el bandido en la cruz al lado de Cristo, este reconoció el señorío de Cristo siendo crucificado. Este no se bautizó en aguas. Pero Jesús le dijo que ese mismo día estaría con Él en el Reino de los Cielos. También las primeras personas a que Pedro predicó que recibieron el Espíritu Santo durante la primera predicación que oyeron, mucho antes del bautismo en aguas (Hechos 10:44)

****El bautismo en agua, o nacimiento de agua, representa el arrepentimiento****

Significa que reivindicamos la justicia de Dios en Jesús, morimos a la carne, nos arrepentimos de ella, y nacemos de aguas de Espíritu. Por eso es que es llamado el bautismo de Juan (Hechos 18:25, 19:3) por eso era el principal mensaje de Juan el Bautista: “arrepiéntanse”

“Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento a todo el pueblo de Israel”.

Hechos 13:24

     En cuanto a nacer del Espíritu que dice Jesús, o sea el bautismo en el Espíritu, es consecuencia del bautismo en agua, del verdadero arrepentimiento en el nombre de Jesucristo. No se puede ver una suciedad en un cuarto que está obscuro. Ella solo aparece durante la luz.

     “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas”.

Juan 3:20

     “Otra vez Jesús les habló diciendo: Yo soy la luz del mundo; y el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.

Juan 8:12

     Así que cuando la Palabra de Dios se confronta con nuestra naturaleza. Allí tenemos un chance de arrepentirnos, porque si queremos enfrentar de verdad de Dios oyéndolo, nos damos cuenta de cuanto estamos sujetos a Él. En nuestro sincero arrepentimiento y reconocimiento que somos pobres de espíritu sin Él, sin Dios en la persona de Jesucristo, recibimos su grandísima compasión y somos bañados por su misericordia y revestidos de su presencia, que nunca más nos dejará (Juan 14: 15-16). Si lo queremos en nuestros corazones: Presencia Santa en nosotros, Tesoro en vaso de barro, que vencerá las imperfecciones y nos presentará redimidos y perfeccionados a la presencia de Dios. Sin mancha, sin mácula en el corazón, antes que la carne se corrompa.

Y solo así entramos y nos tornamos parte de la Iglesia única de Jesús, su novia, adornada y revestida de Él mismo, al ser rescatados de la ira de Dios, derramado Él, sobre los que sujetan su amor demostrado en la cruz, para ser rescatados para vivir en su amor eterno.

     “Por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día”.

2 Corintios 4:16.