Apocalipsis 16: la cuarta copa (I)
Octubre 25, 2013[1 parte con las tres primeras copas]
“El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria”
Apocalipsis 16:8-9
El poder de nuestro Dios, como vemos aquí, está sobre los elementos. El sol como astro mayor en comparación con la luna, rigen las estaciones y tienen que ver con la vida natural del planeta tierra. Sol y luna según se aproximan o se alejan de la tierra, generan el otoño, invierno, primavera y verano, el frío o el calor, en la manifestación natural de vida, sea esta vegetal o animal.
Y la vida animada existe porque Dios Todopoderoso colocó, entre muchas cosas, estos astros como el sol y la luna.
“E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas.
Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas.
Y vio Dios que era bueno. Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos”
Génesis 1:16-20
Después de crear el universo y también el sol y la luna, notemos que fue creada la vida animal, porque también estaban las condiciones ambientales y todas las formas y medios por los cuales la vida animal y vegetal, pudiesen existir sobre toda la faz de la tierra.
En esta relación de creación natural con el hombre, hay un juicio en misterio muy profundo: Si los decretos y las sentencias de Dios no son cumplidas, el Señor cambiará los fundamentos del universo natural y espiritual.
Veamos lo que dice Jeremías:
“Así ha dicho JEHOVÁ, que da el sol para la luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; JEHOVÁ de los Ejércitos es su nombre.
Si faltaren estas leyes delante de mí, dice JEHOVÁ. También la descendencia de Israel faltará para no ser nación delante de mí eternamente.
Así ha dicho JEHOVÁ: Si los cielos arriba se pueden medir, y explorase abajo los fundamentos de la tierra, también yo desecharé toda la descendencia de Israel por todo lo que hicieron, dice JEHOVÁ”
Jeremías 31: 35-37
Si Israel no cumple las leyes determinadas por Dios, tanto en la tierra como en los cielos, el Señor cambiará su posición frente a su ley. Su ley será solamente en el Espíritu. El rechazará los fundamentos naturales de la tierra porque los hombres antes rechazaron su ley.
La ira de Dios viene debido a que todo hombre en el mundo, ha rechazado la alianza eterna escrita en la ley Santa cumplida en Cristo, tanto con los judíos anteriormente, como ahora en el final de los tiempos, con las naciones donde está su Iglesia. Pues hoy, el pueblo llamado para ser pueblo de Dios en el Hijo, es todo hombre sobre la faz de la tierra, porque el Espíritu Santo fue derramado sobre toda carne, a partir de Pentecostés (Hechos 2). Así toda alianza y rechazo se da en su totalidad sobre la faz de la tierra.
Como la ley estaba solo para Israel anteriormente y muchos de entre aquel pueblo rechazaron la ley de Dios, quebrando la alianza y siendo la nación deshecha por eso, así también hoy, siendo llamado todo hombre sobre la tierra y de la misma forma, rechazando al Señor, será también toda la tierra rechazada, inclusive en los elementos naturales, creados para el hombre.
En este acontecimiento final, Dios juntará todo su pueblo en el Espíritu; lo que es natural, por el pecado será invalidado y dejado para atrás. El espiritual, en el Espíritu de Dios, quiero decir su Iglesia, el Señor lo juntará.
También vemos en Jeremías:
“Vino palabra de JEHOVÁ a Jeremías diciendo: Así ha dicho el SEÑOR: Si pudiereis invalidar mi pacto con el día y mi pacto con la noche, de tal manera que no haya ni día ni noche a su tiempo, podrá también invalidarse mi pacto con mi siervo David, para que deje de tener hijo que reine sobre su trono y mi pacto con los levitas y sacerdotes, mis ministros.
Como no puede ser contado el ejército del cielo, ni la arena del mar se puede medir; así multiplicaré la descendencia de David mi siervo, y los levitas que me sirven.
Vino palabra de JEHOVÁ a Jeremías diciendo: ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que JEHOVÁ escogiera ha desechado? Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación.
Así ha dicho JEHOVÁ: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quién sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia”
Jeremías 33:19-26
Una vez más, observamos aquí a Dios advirtiendo que jamás rechazará su pueblo, a no ser que él cambie las leyes espirituales dadas por Él.
Sin embargo, en nuestros tiempos, este cambio comienza a suceder.
En este gran conflicto ante nuestros ojos, ya observamos en los cambios de los tiempos naturales en el globo terrestre. El sobre calentamiento global, una señal de Dios de rechazar el mundo, sin embargo, separando su pueblo para Sí.
El mundo natural pasará por una sequedad o sequía, en la tierra y en el alma. Un desierto causado por el gran calor que tenemos en estos días, reflejo de sequedad del corazón de los hombres.
Está claro como toda la sociedad atraviesa por un cambio constante en esta nueva era en la tierra, comenzando por nuevas normativas y patrones en el comportamiento social en una unidad global. Una degeneración natural y de la tradición humana hasta entonces, escondida en la apariencia de progreso y evolución.
Nuevamente los efectos causados en lo natural son reflejados en lo espiritual. Porque así como hay destrucción en lo material, así también hay un terrible juicio de Dios en lo espiritual: el cambio en los elementos naturales del planeta, tuvieron su causa en la degeneración de la raza humana. Castigo de hombres impíos y juicio final.
“Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aún negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina.
(2) Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado,
(3) y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
(4) Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio.
(5) y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos;
(6) y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que debían de vivir impíamente”
2 Pedro 2:1-6
Hubo, hay y habrá falsos profetas trayendo herejías abominables en medio del mundo de la iglesia, en el intento de introducir distorsiones en la Palabra de Dios, en disolución y mentira, con la intención que avalen la mentira y se desvíen del verdadero Evangelio de Jesucristo.
Por la ganancia, avaricia y arrogancia siendo estos verdaderos mercaderes dentro de la iglesia, usando la Palabra como medio de riqueza, satisfaciéndose a sí mismos en sus ambiciones carnales.
Sin embargo, estos falsos profetas ya irán para condenación sumados a los hijos de la perdición.
Vemos aquí en Pedro que Dios no perdonó a los ángeles rebeldes, sino los lanzó en prisiones en los abismos, estando reservados para el lago de fuego eterno, como también en la época de Noé, que durante el juicio del diluvio, perdonó solamente a Noé y su familia.
Así también, en el mundo de hoy, podemos ver claramente lo que viene por la maldad de nuestra generación: un juicio de fuego como en Sodoma y Gomorra, ejemplo que vino también para referencia del castigo final que vendrá en el mundo de hoy.
El calor vino como señal que aumentará y culminará en castigo fulminante y definitivo en estos tiempos.
“Pero estos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia destrucción,
(13) recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tiene por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aún mientras comen con vosotros se recrean en sus errores.
(14) Tienen los ojos llenos de adulterio y no se sacian de pecar. Seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición”
2 Pedro 2:12-14
Como señales de lo que está por venir ya podemos observar:
-Multiplicación de falsos profetas, distorsionando el Evangelio dentro de las Iglesias y en el mundo;
-El gran calor abrasador en todo el planeta, sombra de lo que sucederá cuando todos los impíos sean juzgados junto con satanás y sus ángeles.
Referente a esta señal de fuego y calor creciente, de su plena manifestación en los últimos días está escrito:
“(7) Pero los cielos y la tierra que existen hasta ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos….
(10) Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.
(11) Puesto que todas estas cosas han de ser desechas, ¡Cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,
(12) Esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán desechos, y los elementos, siendo quemados se fundirán!”
2 Pedro 3:7, 10-12
Esa es, por lo tanto, una realidad indiscutible que está siendo revelada por la Palabra descrita por la Biblia y testificada en las señales de hoy. El juicio final vendrá en fuego como vino para las ciudades de Sodoma y Gomorra.
La sociedad en la cual hoy vivimos, está cada vez más próxima de la apariencia moral de esas dos ciudades que fueron consumidas por el fuego para el castigo de hombres impíos.
Sim embargo, como sucedió con Lot y su familia que fueron rescatados, así también esto sirve de ejemplo de como nosotros, los que estamos en Jesucristo, seremos arrebatados por Él, estos días, de esta gran ciudad prostituida: La Babilonia actual, que está montada sobre la bestia escarlata (bestia, refiriéndose al cuerpo formado en este mundo con la mente de Satanás); arrebatados inmediatamente después de su caída.
El Señor librará a su pueblo, los arrepentidos y redimidos por la sangre del cordero, de este terrible juicio que está por venir sobre la tierra.
Según todo lo que ha sido dicho, podemos observar que habrá un cambio en todo: en el palpable y natural, como también en los mundos celestiales; los cuales serán consumidos por la venida gloriosa de Nuestro Señor Jesucristo, ocasión en que seremos llevados por Él, en rescate, a la Ciudad Celeste, Jerusalén Eterna, para que juntos con Él reinemos el milenio.
Como está escrito de esta ciudad:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra ya pasaron, y el mar ya no existirá más. (2) Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. (3) Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres, y El morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios”
Apocalipsis 21:1-3
El gran calor de los tiempos finales, como está escrito en Apocalipsis 16:8,9, citado en el principio de esta revelación del Señor Jesucristo, en el derramamiento de la cuarta copa- Es por lo tanto, una realidad palpable que es y será vista por todos.
Y de la Iglesia en estos tiempos:
“Entonces uno de los ancianos habló diciéndome: estos que están vestidos de ropas blancas, ¿Quiénes son, y de dónde han venido? (14) Yo le dije Señor Tú lo sabes. Y Él me dijo:
Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. (15) Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos.
(16) Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; (17) porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”
Apocalipsis 7:13-17
Los que salgan de la gran tribulación, y estén eternamente con el Señor Jesús, ya no tendrán más frío, ni hambre, ni calor, porque salieron del medio de las intemperies del mundo, donde el gran calor del sol, el calentamiento del globo en el mundo entero, causó extremos en las condiciones ambientales del planeta, en ese momento faltará todo tipo de recursos, dejando así a todos, en una desolación causada por el calor.