Adormecer los dones de Dios en nosotros es cobardía

Octubre 22, 2013 0 By Alan De Zoppa Maia

geiser

“Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.

2 Timoteo 1:6

Adormecer el don de Dios dentro de nosotros es cobardía delante de Dios.

Todo cristiano que recibió a Cristo en el corazón, recibe un Espíritu de Poder, amor y moderación. Es Templo del Espíritu Santo y se torna por eso, sacerdote del Dios vivo en la tierra. Y es parte de la nación de sacerdotes, porque el sumo sacerdote Jesucristo ministra dentro de su templo: en su corazón.

Así que somos representantes y testigos de Él, delante de los hombres, de ángeles y demonios.   

Y tenemos la obligación de ejercer el sacerdocio a cual fuimos llamados, haciendo que de fruto el talento que recibimos de Dios (Mt 25:15), que se origina a partir de una misma fuente en nosotros y en todos nuestros hermanos:

En sentido de amor y de justicia. No de nuestra propia justicia sino de Dios, manifestada en Jesucristo.

Seremos acusados delante de Dios por los frutos que hemos dado en nuestras vidas, principalmente nosotros que tenemos dentro del corazón, un trono de amor y justicia para obedecer y para manifestar.

Como está escrito sobre el pueblo de Dios, la Jerusalén celestial en la reunión en Cristo:

“En aquel tiempo llamarán a Jerusalén: Trono de Jehová; y todas las naciones vendrán a ella, a Jerusalén, en el nombre de Jehová en Jerusalén; ni andarán más en la dureza de su malvado corazón”.

Jeremías 3:17

Siendo conscientes, más que nadie, del amor de Dios y de lo que hay que hacer.

 “Y al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”. Santiago 4:17

El Señor nos conceda discernimiento, temor y visión para que también nosotros reavivemos el don que nos confió Dios. La herencia más deseada de todos: ¡Tu mismo! ¡Tu propio Espíritu! Amén.

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Penosa época vivimos en que eso no parece obvio en el corazón de muchos hermanos y hermanas, que hablan de poder y de bendiciones, pero se olvidaron de la justicia y del amor que recibieron de Dios y que, por eso, antes de todo, son deudores de Dios en primer lugar y también a todos los que Él creó para su gloria.

“No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”.

Romanos 13:8

Así profanan el nombre de Dios, diciéndose de Él pero produciendo frutos del diablo. Escandalizando a muchos que podrían ver en la Iglesia el reflejo de la faz de Dios para creer en Cristo y entregarse a Él, y ser salvos.

Estamos en una época difícil, en que la justicia de la persona de Cristo ya no se refleja en la mayor parte de nosotros. La Iglesia que a tan alto costo fue comprada. Misericordia. Somos motivos de muchos escándalos y tropiezos delante del nombre de Dios.

Hoy en día esa palabra se ha cumplido a continuación, y se continuará cumpliendo hasta que el Señor purifique su pueblo, teniendo piedad de sus pequeñitos que en Él esperan, aquellos que se despidieron de sus malicias y deseos gananciosos, y se vuelven para Jesucristo con todo su corazón, aún en medio de esta generación tan perversa:

6“Porque se aumentó la iniquidad de la hija de mi pueblo más que el pecado de Sodoma, que fue destruida en un momento, sin que acamparan contra ella compañías.

7 Sus nobles fueron más puros que la nieve, más blancos que la leche; más rubios eran sus cuerpos que el coral, su talle más hermoso que el zafiro.

8 Oscuro más que la negrura es su aspecto; no los reconocen por las calles; su piel está pegada a sus huesos, seca como un palo”.

Lamentaciones 4:6-8

Nuestros líderes conocen la Palabra (los príncipes del pueblo de Dios), recibieron la justicia de Dios, pero hicieron de ella una fuente de lucro, estimularon la ganancia de muchos que deberían ser orientados a atormentar, a crucificar sus pasiones o concupiscencias en la cruz junto con Cristo, su Señor.

¿Señor?….palabra tan repetida y con tan poco sentido a veces en medio de nosotros hoy en día.

¿Un Señor no debiera ejercer “Señorío” sobre sus siervos?

¿Y no es este Señor que escogemos espontáneamente, el modelo que deberíamos reflejar?

Entonces, ¿dónde está su apariencia entre nosotros? ¿La imagen de su ser en su Iglesia? (su propio cuerpo)

Sin embargo, aunque obscureciésemos todos juntos, la justicia de Él permanecería, y es referencia tanto para remisión como para condenación. Piedra angular y piedra de tropiezo.

Porque la misma sangre que nos vino a redimir, una vez derramada en la tierra, clama mucho más justicia, sobre toda la tierra, que la de Abel sobre la cabeza de Caín.