La Sabiduría del Génesis Cap. 4: “SOBRE LA CREACIÓN Y EL GENESIS”

La Sabiduría del Génesis Cap. 4: “SOBRE LA CREACIÓN Y EL GENESIS”

Abril 18, 2018 0 By Juan S. Gonzalez Jimenez

La creación material y la creación espiritual hecha por Dios por medio de Jesucristo, como rescate para el hombre, en Él mismo fueron hechas; en Jesús.

Una cosa es el Dios creador y otra lo que Dios creó (El alfarero no es lo mismo que el vaso hecho por Él).

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Génesis 1:1.

En el principio, es posible ver en todo la mano de Dios. Porque Él es el creador de ese principio, así también de todo lo que se inicia. Él es, en su obra, un comienzo de las cosas que vendrían a ser, todas obras de Dios. Luego vemos que todo ese principio, es iniciado como una creación hecha por Dios. En ese principio fue iniciado todo por Dios. Ese principio en que el Señor inició, Él comenzó una creación, la cual conocemos hoy en día, el universo palpable.

En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. El proyecto de creación hecho por Dios no es solamente de la tierra, también es de los cielos, o sea más allá de la tierra, más allá también del universo. Porque la palabra habla de cielos en plural. Así tenemos cielos, como siendo más de un cielo y también la tierra que habitamos insertada en el medio del universo.

Adán, al caer por el pecado, se igualó en el mundo al elemento o materia en corrupción: “polvo”. La menor substancia en medio de la creación, como peso, como medida de valor de lo que existe. La tierra o el polvo, es el último elemento de la creación. Después de haber caído por el pecado, el hombre, el mundo y el universo fueron formados de este elemento en corrupción.

Ese elemento “polvo” o “tierra” del cual fue creado, formado o transformado el Adán caído, es diferente “al elemento sin corrupción” que fue formado Adán como alma viviente en el paraíso.

El poseedor del elemento tierra o polvo como substancia, es de Dios, no de Adán antes de pecar. Sin embargo Adán fue formado de este elemento sin corrupción del que es dueño solo Dios.

A semejanza del mismo “elemento” de Dios es que fue formado Adán, ahora del Divino, sin pecado y corrupción, vino también Jesucristo en carne, manifestándose entre nosotros, como el primero y el último hombre, como el propio Dios, Hombre-Dios. De este modo, la Nueva Tierra en Cristo es “la primicia” de todo lo creado para incorrupción. También hablamos del mundo natural “hecho del polvo” en el cuerpo de Jesús, del elemento espiritual perfecto por ser Él, el Hombre-Dios y también la nueva tierra y el nuevo cielo, en sí mismo.

Podemos ver la tierra creada (su cuerpo) como primicia, en el principio perfecto de Dios, con el fin máximo en el tiempo presente, de rescate del hombre caído; creada por “Aquel” que es en todo la primicia; Jesús. Describiendo la creación después de la caída de Adán.

Aquí en Juan 1:1 “En el principio era el verbo”, refiriéndose a Cristo Jesús “y el verbo era con Dios y el verbo era Dios”. En el principio estaba el Verbo, la expresión de Dios que a través de su poder creaba las cosas.

Pero Dios, en este principio, Él no es ese principio natural el cual Él creaba, no porque estaba  haciendo una creación para que fuese colocado en ella el hombre en el sexto día, ya corrupto. Jesús es el hacedor de este principio de creación pero sin su Cuerpo, sin ser parte de lo creado. Usaba “el elemento” en corrupción para realizar la obra.

Vemos un principio, el cual Dios inicia. Pero ese principio no es Dios, sin embargo Él es el principio creador. Es un principio natural que describimos aquí, creado por la expresión de Dios. Nada había en ese comienzo del Génesis, ni siquiera el espacio para colocar las cosas creadas.

Dios inicia dentro de algo que Él creó para comenzar lo manifiesto, es decir: la creación, lo manifestado, el mundo natural y el celestial. Indica que había un espacio allí para colocar la creación que sería hecha por Dios. Espacio que abarcaba los abismos, lugares celestiales y lugar natural, para colocar allí lo creado por Él. También Dios  hizo estas expansiones y las llamó a la existencia. Así concluimos que Dios estaba en ese principio junto con lo que  manifestaba.


“En el principio era el verbo
”, o sea era el verbo que manifestaba toda creación, en la sabiduría y toda construcción de Dios. Él, Jesucristo como constructor del universo,  y digo también del universo más allá de este universo que conocemos materialmente.

El Verbo en cuanto a creación, en cuanto al hacedor, en cuanto a expresión de lo que salía de Dios como Palabra, construía un mundo; le daba inicio a esta tierra, para después de muchos días, el Señor manifestase en esa creación hecha, en su poder, el lugar exacto, con las condiciones exactas, para colocar al hombre a su debido tiempo y en el momento en que el Señor quisiera insertarlo en medio de la naturaleza.

Luego concluyendo todo esto, rigiéndose Dios, a través de ese principio creador, en su sabiduría, teniendo como principal objetivo, “el hombre, no el natural, sino el proyecto perfecto echo en Él mismo”. Dios escogió la primicia de sus criaturas (hecho a la semejanza de Dios) para habitar en él porque el hombre también escogió a Dios en Cristo; O sea, Dios como Jesús escogió habitar en Él mismo, al tiempo de rescatar al hombre (en el año aceptable, como dice la palabra).

Adán había pecado y por eso cayó, entonces Dios en su misericordia proyectó (en cuanto a creación descrita) que este tuviese otra oportunidad, colocándolo en el mundo hecho por Él, para que en el momento propicio, Él viniese y lo rescatase.

Vemos así, que Dios da inicio al mundo, a lo que nosotros conocemos como universo, incluyendo las cosas que no vemos, como los tres cielos espirituales que existen y fueron creados o expandidos después del pecado de Adán, los que también el Señor creó en este otro inicio, originado después del pecado del hombre.

Este universo era como proyecto de Dios, antes de existir todo, antes del Génesis, del cielo y la tierra. Dios en Él mismo, proyectó, en su sabiduría, la formación de cielos y tierra desde el tiempo del Edén pero estos al ser corrompidos por el pecado del hombre, El Señor hizo la presente estructuración del universo, de la forma en que la conocemos.

Así vemos que aquí en la presente creación, Dios hace el mundo actual pero en un proyecto dividido en días, eras o épocas, en donde en él, pasaría un tiempo determinado por Él, para que el hombre natural en el “sexto día” fuese colocado en él y para que también después el hombre viniese a ser rescatado por Dios.

O sea había un tiempo de inicio y un tiempo de fin en estas cosas, en este universo finito que hoy conocemos. Fue todo esto para que así el hombre en el presente tiempo de su día, tuviese dentro de él la oportunidad de ser salvado, rescatado de este mundo en el que habitamos.

Vemos descrito el Génesis como construcción, en el tiempo de Cristo, en el Evangelio de Juan 1:1:

“En el principio era el Verbo y el Verbo era con  Dios, y el Verbo era Dios”. Entonces es el propio Dios, en su persona, en el Verbo, la Palabra en Cristo Jesús quién ya estaba en el principio de la creación.

Además veremos aquí en el capítulo tres de Juan algo realmente magnífico, maravilloso que describe  como el Hijo de Dios, el propio Dios, es manifestado en Él, en Cristo. Nos revela que Él, es de un lugar más alto que esto, de lo que nosotros conocemos como universo palpable y los cielos habitados por los ángeles.

Dice así en el capítulo tres en el versículo trece del evangelio de Juan.

“Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo. El Hijo del hombre que está en el cielo”.

El Señor está en el cielo, pero antes de ser manifiesto en medio de este mundo, el Señor ya era Él en lo más alto de los cielos. Desde la tierra o desde el mundo espiritual nadie jamás había subido arriba de todos los cielos, hasta cuando Él subió.

Solamente subió aquel que había bajado del cielo; Jesús, Dios, el que habita sobre todo. El Señor descendió de lo más alto de los cielos, para ser el único que subiría nuevamente.

Cuando se habla de la caída de Adán, se dice que él también cayó. No bajó a los abismos, sin embargo cayó por el pecado a esto que conocemos por tierra o universo, de un lugar mayor o más alto. Es decir, de algún lugar que no es este, Adán fue colocado aquí. Cuando Adán cayó, el Señor lo colocó en esta tierra, la cual preparó para él.

Por medio de esta revelación descrita arriba el Señor nos enseña que Él, como Señor, siempre estuvo arriba de todos los cielos como arriba de toda la creación. O sea, nadie puede ser del cielo a no ser que haya bajado del cielo, y solo Él bajó del cielo; Jesucristo.
La revelación nos enseña que Él vino “del cielo”, que está arriba de todos los cielos, de la creación.

Adán “cayó” de un lugar más alto que  este universo, es decir del Edén. En donde él tuvo una oportunidad de comer del árbol de la vida y vivir para siempre, antes de ser expulsado con su mujer del paraíso por el pecado y ser colocado aquí por Dios en el sexto día de la creación para que se multiplicasen.

Comprendemos que el Señor Jesús descendió de lo más alto de los cielos y subió, en su resurrección, a un lugar inaccesible a toda otra criatura ya sea terrenal o celestial. Adán cuando cayó, fue puesto en un lugar creado por Dios fuera del Jardín, al exterior del paraíso que está en el Edén.

Porque Dios dijo; hombre y mujer los creó a su imagen, a imagen de Dios los creó. O sea, dice hombre y mujer, no dice solamente hombre como refiriéndose a “uno”, sino incluyendo a los dos. Diferente a la formación inicial donde primero ellos fueron sacados el uno del otro, como sabemos Eva de Adán (de su costilla).

Cuando Dios formó al hombre del polvo de la tierra, en el Edén, lo hizo de la esencia sin pecado o corrupción, siendo primero formado el hombre y después del periodo de su adormecimiento,  la mujer.

Y Dios creó un hombre y una mujer en la tierra, después de la caída, como siendo imagen de Dios, como dice en Génesis 1:27-28;

“27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.

Muestra al hombre y a la mujer “siendo uno”, multiplicándose, dando fruto de su vientre y dominando sobre lo creado. Como una sombra de lo que Dios hizo sobre todas las cosas. Así cuando “Dios con Israel” dieron el fruto de la vida; en el descendiente. Fue este descendiente, a imagen del Dios Vivo; Jesucristo, nuestro Señor. Como podemos comprobar en Isaías, el fruto prometido de Dios y su Iglesia, su esposa:

6 Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.7 Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

Isaías 9:6-7

Porque también dice en el versículo 31 del capítulo 3 del evangelio de  Juan;

“El que de arriba viene es sobre todos, el que es de la tierra es terrenal y de cosas terrenales habla”.

Juan 3:31

Cuando dice “27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, las escrituras describen un principio hacedor, el poder de Cristo, su Palabra. Es esta, la Palabra, la que comienza a realizar una creación que a través de los tiempos y en un momento determinado, sería apto este mundo para recibir al hombre caído (del Edén). Porque describe el tiempo, en la creación, “del hombre de la tierra”. Es decir el hombre terrenal y corrupto, que después del pecado vendría a ser colocado en un tiempo específico, del sexto día o sexta era, en este mundo el que nosotros conocemos.

Ahora el hombre que es de los cielos; Jesucristo, Él vino, y bajó de los cielos para colocar su  día o tiempo de descanso, entre Dios y los hombres, entre la tierra y los cielos. El eterno momento, que es el séptimo día, en donde Dios colocó su Espíritu, para que fuese lugar de encuentro y estadía o morada eterna entre Dios y los hombres.

También determinado como lugar de rescate para el hombre; o sea, en donde Su Espíritu (que significa también el Árbol de la Vida; Jesucristo), pudiese recibir a los redimidos, para en ellos plantar el Árbol Eterno, que es Dios. Quien lo plantó en el corazón del hombre es Cristo que lo hizo a través de la fe de estos en el Hijo de Dios.

Hablando del Adán, formado antes de la corrupción, este podría haber comido del árbol de la vida cuando estaba en el Edén, sin embargo comió del árbol del conocimiento del bien y del mal. Y a través de ese hecho, Satanás que ya se había apartado de la presencia de Dios, habló, se comunicó, por medio de susurros y palabras con Eva; dándole con eso, acceso al fruto del conocimiento del bien y del mal.

El maligno se manifestó de la forma de tentación para Eva, para que esta adquiriese conocimientos fuera del mandamiento de Dios. Acto de maldad y desobediencia, por el cual Satanás tendría  acceso a la naturaleza humana.

Este poder de   conocimientos, solamente es perfecto en la mano de Dios. Eva los recibió de aquel que había desobedecido a Dios, el cual también estaba apartado del cielo, fuera del paraíso, Satanás. Así cuando ella tuvo este conocimiento prohibido por Dios al hombre, lo tomó y lo dio a su marido, Adán. Así con este hecho los dos pecaron y consecuentemente quedaron en desobediencia.

Podemos observar, en el libro de Ezequiel capítulo 31, versículos 3 a 9, Satanás siendo comparado con el imperio asirio en la tierra y como un árbol en el Edén;

“3 He aquí era el asirio cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas”.

Satanás en el paraíso, antes de su caída, era grande en conocimiento y hermosura.

“4 Las aguas lo hicieron crecer, lo encumbró el abismo; sus ríos corrían alrededor de su pie, y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes”.

Estas aguas son el conocimiento maligno nacidas de él, su vanidad, su arrogancia lo hicieron enaltecerse sobre todos los demás ángeles. Su maldad lo encumbró, sus intrigas o ríos corrían alrededor de su pie, significando su dominio abismal sobre lo que lo movía y esta maldad la enviaba a todos los otros ángeles.

“5 Por tanto, se encumbró su altura sobre todos los árboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y a causa de las muchas aguas se alargó su ramaje que había echado”.

Satanás quiso ser más que los otros ángeles (aquí árboles significan ángeles) y se multiplicó su maldad en la rebelión aquí descrita, arrastrando a aquellos que lo siguieron. Y por causa de su maldad influenció a otros ángeles (la tercera parte cayó con él.  Apocalipsis 12:4-9).

“6 En sus ramas hacían nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones”.

Aquí, en esta palabra, es mostrado el dominio de Satanás o su influencia sobre los otros ángeles (aquí las aves del cielo son los ángeles). Así toda la maldad que se generaba en los otros ángeles estaba bajo su dominio (“Las bestias” muestran los ángeles transformándose en demonios).

“7 Se hizo, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto a muchas aguas”.

Él se hizo influyente en medio de ese cuerpo de ángeles que se pervertía, líder de la rebelión. Porque lo que lo alimentaba eran los abismos; maldad nacida de él.

“8 Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios; las hayas no fueron semejantes a sus ramas, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en su hermosura. 9 Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles del Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia”.

Y todavía más se nos revela en Ezequiel 28:13-16.

“13 En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura; de cornerina, topacio, jaspe, crisólito, berilo y ónice; de zafiro, carbunclo, esmeralda y oro; los primores de tus tamboriles y flautas estuvieron preparados para ti en el día de tu creación.14 Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios, allí estuviste; en medio de las piedras de fuego te paseabas.15 Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad.16 A causa de la multitud de tus contrataciones fuiste lleno de iniquidad, y pecaste; por lo que yo te eché del monte de Dios, y te arrojé de entre las piedras del fuego, oh querubín protector”.