La sexta copa 1ª parte: Se seca el Éufrates, para que pasen los reyes del oriente.

Marzo 18, 2014 0 By Juan S. Gonzalez Jimenez

eufrates

“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de este se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente.

(13) Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas;

(14) Pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso.

(15) He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza.

(16) Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón”.

Apocalipsis 16:12-16

El Éufrates riega el desierto. Muchas naciones florecen con sus aguas, numerosos pueblos en la región de Babel, Mesopotamia, abarcando imperios como el Babilónico, Medo-Persa, Asirio y otros que tuvieron en ese lugar dominio y posesiones. Recordemos los macedonios, de Alejandro, los griegos y después los romanos.

Esa es una región cuna de la humanidad. Acordémonos de la Torre de Babel, donde los pueblos fueron repartidos por Dios por todo el mundo.

Este gran Río representa también, desde el punto de vista de Israel, el pueblo escogido; lo “más allá del mundo”, de la tierra dada por Herencia, Canaán. Lugar distante donde fueron desterrados por Dios en vista de su desobediencia, después de ser dominados por los asirios.

En suma, el Éufrates es el límite entre el mundo israelita y el mundo de los gentiles; el  paso más allá de su tierra, donde se irían como castigo por rebelarse contra Dios, lejos de su patria. Ahora no siendo más como fue Israel en su tierra, el pueblo escogido por Dios.

Sus márgenes y la tierra que riega, fue donde se repartieron todos los pueblos después de la dispersión de la Torre de Babel.

Y hoy, con la manifestación de Cristo, Salvación también para todos los gentiles, representa el lugar de paso de todos estos pueblos, por la gracia, en dirección a la posesión de la herencia dejada por Dios: La Tierra prometida.

“JEHOVA sacudirá a Israel al modo que la caña se agita en las aguas; y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y los esparcirá más allá del Éufrates, por cuanto han hecho sus imágenes de Asera, enojando a Jehová”.

1 Reyes 14:15

Por el pecado de Jeroboam y del pueblo, todo Israel fue lanzado fuera de la tierra prometida, más allá del Éufrates.

Sin embargo Dios deja una promesa, que ellos, un día, juntamente con los pueblos para donde fueran lanzados, volverían a la tierra que Él había prometido.

Para eso atravesarían de vuelta el Éufrates. Río que en profecía, estaría seco para que pasaran los “hijos del oriente”, camino abierto para traer los hijos adoptivos de Dios de todas las tierras a su Herencia.

“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en Días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, (2) diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos adorarle”.

Mateo 2:1-2

Los reyes magos representan todos los pueblos, los gentiles, y según la Palabra, los hijos del oriente, venidos a la tierra prometida para adorar al Salvador.

En estos últimos tiempos veremos el mundo entero congregando alrededor del Señor Jesús, en comunión en la unidad de un mismo espíritu, el Espíritu Santo, por medio de la fe en Cristo. Todas las naciones, digo con los que creyeron, reunidas en el nuevo nacimiento del Hijo en los hijos de Dios.

Ahora nacidos de agua y de Espíritu (Juan 3). Ya no en aquella Canaán natural, sino en la Tierra de la promesa celestial. Todos en uno solo, en Jesús. Y Él en todos, por medio del Espíritu Santo (Juan 17)

Acontecerá en aquel día, que trillará JEHOVÁ desde el río Éufrates hasta el torrente de Egipto, y vosotros hijos de Israel, seréis reunidos uno a uno”.

Isaías 27:12

Entre estos ríos y más adelante se encuentran los israelitas repartidos por el mundo.

Significando sus aguas, y sus torrentes, del Nilo y del Éufrates, la tierra y todo su círculo habitado; juntamente con sus naciones regadas por ellos.

Sus lechos y profundidades representando los abismos.

Estamos hablando de tierras donde todos los pueblos no son pueblos de Dios, representando hoy en día la humanidad entera, sus naciones y hombres: aquellos que no tienen la marca de la promesa.

Estos hombres son los más distantes. Como aquí se ve proféticamente: corresponde las naciones distantes de la tierra prometida, los gentiles. Lugares donde el Señor no habita, porque en aquellas tierras no está el Templo, lugar donde el Señor se muestra y habla con su pueblo.

Estos hombres están condenados, porque no son del pueblo de Dios. Pero en la misericordia y el amor de Dios, serán llamados hijos de Dios, israelitas en la reunión del Espíritu de Dios, por medio de la predicación de la Palabra. Cruzando así el río como si fuese tierra seca, volviendo a la Patria de donde fueron sacados por el enemigo, así como está escrito:

“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de este se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente”.

Así, hoy la Iglesia también está siendo reunida, como rebaño del Señor, por el poder de Jesucristo. Su gente, Israel verdadero en el Espíritu Santo.

Y los que no son pueblo, serán mandados al fondo de los abismos, tragados por las aguas del mundo.

El río Éufrates tiene que ser secado para que crucen los reyes del oriente, o sea, el pueblo de Dios que aún está disperso en medio del mundo.

Como está escrito:

“Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa

(11) Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que JEHOVÁ alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

(12) Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.

(13) Y se disipará la envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos. Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín;

(14) Sino que volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán.

 (15) Y secará JEHOVÁ la lengua del mar de Egipto; y levantará su mano con el poder de su espíritu sobre el río, y lo herirá en sus siete brazos, y hará que pasen por él con sandalias.

(16) Y habrá camino para el remanente de su pueblo, el que quedó de Asiria, de la manera que lo hubo para Israel el día que subió de la tierra de Egipto”.

Isaías 11:10-16 

 por Juan S. Gonzalez Jimenez